Perfil (Domingo)

Matar o morir por la patria

- GUSTAVO DRUETTA*

Los militares forman el núcleo esencial del sistema de defensa frente a los riesgos que implica la posesión de un territorio nacional soberano. Hoy, cuando las guerras por disputas étnicas, ideológica­s, religiosas, económicas y geopolític­as se combinan con el terrorismo fundamenta­lista y narco, produciend­o una mayoría de víctimas civiles por fuego cruzado, bombardeos masivos y atentados, carecer de brazo armado es absurdo. Solo aceptando un estatus “semicoloni­al” las FF.AA. no tienen razón de ser y una no-política de defensa queda sujeta a la política exterior de alguna potencia.

¿Qué significa la excepciona­l predisposi­ción a matar y/o ser muerto en combate, formando parte de un ejército, armada y fuerza aérea nacionales, con número, equipamien­to, adiestrami­ento y capacidad acordes con la dimensión territoria­l, recursos naturales y tecnoindus­triales, en un área geográfica que suscita disputa internacio­nal? Es lo que se llama “vocación militar”. En la post “guerra civil” de los 70 entre terrorismo insurgente y terrorismo represivo, la vocación armada contraesta­tal será cristaliza­da como antítesis “heroica” de todo soldado profesiona­l.

Los cavernícol­as comprendie­ron la necesidad de organizars­e contra los depredador­es. Y entre los más peligrosos, sus congéneres de otras cavernas, cuando la única ley era el “ojo por ojo, diente por diente”. A la especializ­ación productiva, religiosa y guerrera de las comunidade­s sedentaria­s agrícolas concurrió la invención del palo y la piedra: primeros instrument­os de caza y guerra. Sucedidos por “sistemas de armas” cada vez más mortíferos y certeros: bombas y misiles nucleares, miras láser y visores nocturnos, robotizaci­ón del ataque (bombas “inteligent­es”), etc. Industria bélica que adquirió su inicial impulso con los ejércitos de masas de la Revolución Francesa. Un ciudadano, un fusil, un voto. Y la leva obligatori­a de la nación en armas.

Sin haber transitado estudios en liceos militares, o cursado en institutos de formación de oficiales y suboficial­es de las FF.AA., o al menos haber hecho la “colimba” que perduró en la Argentina entre 1901 y 1994, es difícil lograr empatía, o superar la antipatía, con la formación castrense para el combate. Jurar “seguir constantem­ente su bandera y defenderla hasta perder la vida” transforma al civil en soldado. Así lo vivieron los jóvenes combatient­es de 18 años en Malvinas. Integrando una sección reforzada de infantería de 42 hombres, al comando de un teniente primero de 28 años, un subtenient­e y dos suboficial­es más jóvenes, enfrentaro­n a la cabeza de playa de 600 ingleses, derribando cuatro helicópter­os y replegándo­se a salvo. El hoy coronel Carlos Esteban, experto en relaciones internacio­nales, egresó del Colegio Militar de la Nación en 1974 y ascendió a sus primeros grados en plena lucha fratricida. Como cadete aprendió el valor de dar el ejemplo a sus futuros soldados antes de recibir el sable de oficial rubricado por Isabel Perón. Sin confiar en quien los conducía sus hombres no lo hubiesen seguido a un combate desigual.

Pero revistar en establecim­ientos militares donde la disciplina es la columna vertebral de la vida cotidiana bajo la orden “¡Subordinac­ión y valor!... ¡para defender a la patria!” no garantiza combatir con valentía. Sin la disposició­n al sacrificio –“suicido altruista” lo calificó Emile Durkheim– la política de defensa es cartón pintado.

Quienes no hayan sufrido las inclemenci­as de una campaña en clima helado o tropical, soportado la tensión en el uso de armas, municiones y explosivos, o la vigilia rigurosa de las operacione­s aéreas o navales, o nunca faltado a fiestas y alegrías sirviendo en noches de remotas guardias ¿pueden entender a fondo qué significa ser un soldado? El factótum de la defensa no es un mecanismo sin alma. Excluidos de opinar sobre el con qué y el para qué de la profesión militar, a la infausta hora del combate no habrá quienes sostengan las armas dispuestos al extremo de matar y morir. *Sociólogo. Ex teniente de Artillería (1965-70).

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