Perfil (Domingo)

Una familia despiadada en su lucha de poder y millones

La serie de HBO retrata las miserias cruzadas de un padre y sus hijos decididos a controlar un emporio de medios. Su protagonis­ta, Brian Cox, lamenta que el mundo haya llegado a este punto gracias a la democracia.

- DIEGO GRILLO TRUBBA* GENIO. Brian Cox compone a un gigante de medios de comunicaci­ón.

Tal vez sea fruto de la casualidad o la costumbre pomposa del show business norteameri­cano –que, al fin y al cabo, posee presupuest­o para hacerlo–, pero la decisión de HBO de realizar el encuentro de la prensa internacio­nal con el equipo de Succession en el hotel Mandarin Oriental de Nueva York resulta acertada: es la escenograf­ía ideal. A escasos metros de Columbus Cyrcle, empleados de seguridad que escudriñan sin perder la sonrisa gentil, lobby en el piso 35, habitacion­es que van del 36 en adelante, vistas espectacul­ares incluso desde los baños con inodoros automatiza­dos, gente que paga desde US$ 1.000 por noche para estar en un lujo tan refinado como impactante. Y es que la serie que debutó el domingo pasado trata sobre millonario­s, más precisamen­te una familia encabezada por un magnate de los medios de comunicaci­ón y sus hijos, que no dudarán, siguiendo su ejemplo, de mostrar las mayores miserabili­dades con tal de quedarse con el puesto principal. Se incorporan, así, a las ficciones que buscan mostrar el lado más negativo de los poderosos (ver recuadro).

“Esta familia está compuesta por hijos grandes”, analiza Jeremy Strong, uno de los protagonis­tas, “pero el padre con todo ese dinero los mantiene infantiles. Es una parte inherente de la riqueza y del poder, imagino. La persona que ha hecho una fortuna y amasado poder es alguien con fuego en el alma, pero sus hijos no tienen la misma necesidad, la misma fuente de energía, de deseo. Son adultos congelados en su infancia, y al mismo tiempo ven que él está enveje- ciendo y desean reemplazar­lo. Tolstoi decía que ‘cada familia encuentra su modo particular de ser infeliz’, y en esta serie hay bastante de eso. En esta gente hay algo monstruoso. Hacen cosas crueles. Hay apetito en la sociedad, en el público, por saber de estas familias, por descubrir cómo son por dentro. La serie trata de mostrar por qué son como son. Algo que va más allá de verlos en helicópter­os, en alfombras rojas en las pantallas de televisión o en revistas de ricos y famosos”.

En las ficciones en inglés, el apellido de los personajes suele poseer un significad­o extra. No es casual que alguien se llame White, por ejemplo, para resaltar lo “blanco” o puro. La familia de Succession se apellida Roy. Como royal, que refiere a la realeza. Cuando se le pregunta acerca de este posible lazo a Jesse Armstrong, el inglés creador de la serie asiente.

—Esta familia tiene mucho de realeza. Tienen eso por ser millonario­s. Creo que, sí, hoy los millonario­s son lo que en otro tiempo fue la realeza, esa cosa de vivir al margen del res- to del mundo, con otras reglas y leyes. Soy inglés, y hace unas semanas vi cómo se detuvo todo por la boda real. Y la verdad es que la gente parece detener todo cuando se casan los multimillo­narios, o cuando estos tienen hijos. En Inglaterra, la reina Elizabeth está en el trono desde hace muchísimo tiempo, y todos esperan y esperan que se retire y deje lugar a los que siguen. Un poco como esta familia”.

La lógica, entonces, parece ser mostrar cuán malos, cuán miserables pueden ser esos seres que habitan en la exclusiva cúspide de la pirámide social. El actor Alan Ruck se entusiasma con esa idea y agrega: “Son unas bestias particular­es. Creo que con esta familia de millonario­s lo que pasa es como pasaba con los Soprano. Uno sabe que son malos, uno sabe que cometen atrocidade­s, pero no puede evitar mirarlos, incluso quererlos. No es que sienta particular afecto por esta clase de gente, por lo que significan e implican para el resto del mundo, pero mi trabajo es entenderlo­s, ver qué es un problema para ellos. Tienen matrimonio­s arreglados

“Sería inverosími­l mostrar un presidente que tuitea insultos a la madrugada.” (Cox)

por negocios, desconocen el valor de trabajar para subsistir, el amor ocupa un segundo plano en sus vidas. Son como una realeza, con todo lo malo que eso puede tener”.

El gran Brian Cox, que encarna al padre tiránico, aprovecha ser el de mayor edad y con una vastísima experienci­a para hablar sin pelos en la lengua.

—Creo que no son muy distintos del resto de las familias. El show muestra cómo los hijos repiten los errores de sus padres. Parece algo de Buster Keaton, de personas que se resbalan siempre con la misma cáscara de banana. Y la historia es también acerca de cómo se relacionan padres e hijos: los padres nunca terminan de entender a sus hijos, y viceversa. Cuando magnificás ese conflicto normal al nivel de riqueza de esta familia, cuando lo exagerás por todo eso que tienen a su disposició­n, te das cuenta de que están bien jodidos, verdaderam­ente jodidos. No saben lo que es trabajar, lo que es el dinero, hacen todo por nepotismo, e irónicamen­te se convierten en una imagen de la actual administra­ción –dice señalando la ventana, para dejar en claro que se refiere a las autoridade­s del territorio que lo rodea, a la familia Trump–. Son personas ridículas, que hacen estupidece­s por lo ricas que son. Es una serie muy oportuna. Es muy oportuno ver a esta clase de gente cuando tenemos esta clase de presidente y familia presidenci­al. El príncipe payasesco. Nadie podría escribir personajes como los miembros de esa familia presidenci­al en una ficción, porque los demás dirían que es algo exagerado, inverosími­l. Te dirían “¿El millonario que encima es presidente está tuiteando insultos a las dos de la mañana? ¡Vamos! ¡No te creo!”. La tragedia es que hayamos llegado a este punto del mundo por el mejor sistema político, la democracia. Es una tragedia. ¿Cómo llegamos a esto? Por el voto. Estos tiempos me hacen recordar a Lewis Carroll: es como si estuviéram­os viendo a través del espejo de Alicia, es todo inverosími­l, una locura y una tragedia. Por eso habría que ver esta serie.

—Estoy escribiend­o un guión de cine sobre Rupert Murdoch, y no es casual que haya hecho esta serie –dice Armstrong–. De todas formas, antes de que lo pregunten, Succession no es sobre la familia Murdoch. Es una familia inspirada en muchas familias de millonario­s. Investigué mucho sobre la familia Disney y sobre los problemas internos que tuvieron, las muchísimas peleas que hubo.

El escritor suspira, revolea los ojos, mira hacia la ventana desde donde puede apreciarse el Central Park en su plenitud:

—La serie, creo, o al menos eso intenté hacer al escribirla, es mostrar cómo estas familias de millonario­s han hecho todo para arruinarse a sí mismas en lo humano, y cómo en esa travesía se terminó por arruinar el mundo. *Desde Nueva York, invitado por HBO.

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DISPUTAS. Succession se centra en la familia Roy, dueña de un emporio multimillo­nario, y en cómo los cuatro hijos, cada uno con su estilo, deciden apurar la sucesión de su padre anciano, quien no desea ser reemplazad­o.
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FOTOS: GENTILEZA HBO
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DISPUTAS Succession se centra en los Roy. No dudan un segundo en despedir a sus más antiguos y leales colaborado­res. No reparan en cuán humillante es su riqueza para quienes los rodean.
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FOTOS: GZA. HBO

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