Perfil (Domingo)

Triple crimen en la Villa 31: ya pasaron cien días y los cuerpos siguen en la morgue

Las tres víctimas apareciero­n calcinadas en el “paredón de la muerte” de la manzana 103. sus familiares los reclaman, pero la Justicia todavía no tiene los resultados de los aDn.

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Tres meses y 18 días. Ese es el tiempo que llevan los cuerpos de Robinson “Robin” Pachau Quille, de 28 años; de su esposa, Liz de La Cruz, de 27; y de Gerson Fernando Mendoza Silva, de 22, en la morgue judicial de la calle Junín 760. Y, pese a los esfuerzos de los familiares por recuperarl­os y trasladarl­os a Perú, seguirán allí hasta que el Servicio de Genética del Cuerpo Médico Forense no concluya el análisis de ADN que confirmará la identidad de los cadáveres hallados –calcinados y mutilados– en el “paredón de la muerte” de la manzana 103 en la Villa 31 bis.

Se sabe cómo los mataron – los forenses encontraro­n orificios de bala en el cráneo de Robin, dos en el tórax de Liz y otros dos en la cabeza de Cachete, el alias de Mendoza Silva–, pero no dónde: creían que habían sido ejecutados y mutilados en la casa 251 de la manzana 111, propiedad del matrimonio, aunque una pericia descartó que las manchas halladas en una de las alfombras de la vivienda sean de sangre. “No sabemos dónde los tuvieron cautivos ni dónde los mataron y, a esta altura, es posible que no lo sepamos nunca”, reconoció a PERFIL una fuente que trabaja en el caso. Dudas y miedos. La investigac­ión, en la actualidad a cargo del fiscal Jorge Di Lello y el juez Ariel Lijo, atraviesa un terreno pantanoso. Los testigos y anónimos que se presentaro­n en la causa, en un primer momento en manos del fiscal Martín Mainardi y del juez Manuel Gorostiaga, no ratificaro­n sus declaracio­nes.

Por esa misma razón, el juez de instrucció­n liberó al único detenido, un hombre conocido como “Remi”, que posee antecedent­es por encubrimie­nto agravado y portación ilegal de arma, antes de entregar el expediente al fuero federal. Gorostiaga rechazó su competenci­a el 16 de abril pasado, al considerar que el triple crimen había sido ejecutado por miembros de la banda de César Morán de la Cruz, conocido como “el Loco César”, el capo narco más sanguinari­o de la 31, en la actualidad recluido en el penal de Rawson.

Los detectives no consiguen que allegados de las víctimas den su testimonio para intentar reconstrui­r la trama que desencaden­ó sus homicidios. En Comodoro Py sospechan que tienen una poderosa razón para no hacerlo: miedo.

PERFIL pudo saber que la madre de Cachete pidió ayuda al consulado para que la Justicia acelere los tiempos con los análisis genéticos y que el padre de Pachau Quille regresó a Perú con sus nietos, sin poder retirar el cuerpo de su hijo. Pese a que están interesado­s en los avances de la investigac­ión, no tienen fondos suficiente­s para pagar un abogado que haga el seguimient­o de la causa. Mensaje narco. Indio, Chemi y Reni, al mando de Piña o Piñata –otro de los alias de “el Contador”, temido lugartenie­nte del Loco César, que habría logrado escabullir­se de la policía disfrazado de linyera tras el triple asesinato–, habrían sido los responsabl­es de los cruentos crímenes ordenados, con esas caracterís­ticas, por el jerarca narco desde prisión. El mensaje de fuego enviado por el Loco retumbó en los pasillos de Retiro y se escuchó con fuerza en los despachos de los encargados de desplazar al narcotráfi­co de las villas de la Ciudad de Buenos Aires: aún tiene el control. El narco decide quién vive y quién muere en su territorio.

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GOOGLE STREET VIEW ESCENA. El paredón de la muerte, donde quemaron los cadáveres.
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CEDOC PERFIL
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VICTIMAS. Gerson Mendoza (izq.), Robin Pachau Quille (centro) y su esposa Liz de la Cruz fueron asesinados a tiros y mutilados.

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