La guillotina de las pymes
Con aparente satisfacción, el nuevo ministro de Producción, Dante Sica, anunció esta semana un subsidio del Ministerio a empresas pequeñas y medianas, para el descuento (venta) de cheques de hasta 90 días al 29%. El “beneficio” consiste en una reducción de la tasa de descuento de los cheques con un plazo máximo de 90 días del 32% nominal anual, de los cuales 3 puntos porcentuales serán cubiertos con subsidios provenientes del Ministerio. Por ende, la tasa resultante será del 29% en casi todas las entidades participantes. Guillotina: pero no hay casi ninguna actividad productiva o comercial (lícita y que cumpla con todos sus impuestos) capaz de soportar por mucho tiempo esos niveles de tasas de interés. Ese costo del capital financiero (que, además, es “barato”, comparado con el nivel general de tasas que paga el sector), más la tremenda presión impositiva, conforman una filosa hoja de guillotina que, más temprano que tarde, cae sobre el cuello del empresario o emprendedor. Gran error: se equivoca el que piense que esa es la solución. Los hundidos no se rescatan subsidiándolos. Se rescatan “des-hundiéndolos”. O sea, quitándoles la pesada mochila que los hundió (básicamente, el elevado costo del sector público). Siendo que, además, no son muchas las pymes que pueden acceder al supuesto “beneficio”, presentando un balance digno de un crédito bancario y, sobre todo, una carpeta impositiva impecable (con todos los veps al día). De ahí el auge de las cuevas y financieras de barrio, que hacen funcionar (a un costo carísimo) el único sistema de financiación vigente: la venta de cheques en negro. El cual, además, es el modo de cobrar las ventas que, por diversas razones, no se pueden cobrar en PNV (plata, negra, viva). Ventas en negro que, a su vez, se hacen, para esquivar la carga impositiva nacional (IVA/Ganancias) y provincial (el pesado convenio multilateral de Ingresos Brutos y su odioso Sircreb) y poder, a su vez, pagar parte de los sueldos en negro, que es la manera de sortear, a su vez, el elevado costo laboral. Con lo que queda, después de todo ese circuito, tiene que vivir el empresario pyme y minipyme y su familia, y pensar en reponer (en negro si es posible) la mercadería que vendió en el mes.
Las pymes no se rescatan con subsidios, sino bajando el costo del sector público