Perfil (Domingo)

Infancia en deuda

- IANINA TUñON*

El país avanzó ampliament­e en el reconocimi­ento de las niñas, niños y adolescent­es como sujetos de derecho y dichos progresos fueron acompañado­s de la institucio­nalidad necesaria para el cumplimien­to de las normas vigentes. No obstante, desde los estudios del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, con una periodicid­ad anual y desde el año 2010, constatamo­s la violación sistemátic­a de múltiples derechos. Está claro que no se puede garantizar a todas las infancias un derecho básico como es el de la subsistenc­ia, cuando casi cuatro de cada diez niños/as pertenecen a hogares bajo la línea de pobreza y dentro de éstos casi uno de cada diez a hogares indigentes. Es fácil advertir, en la evolución en el tiempo, que éste no es un fenómeno nuevo. En efecto, la pobreza extrema en la infancia se ha mantenido estable en los valores de referencia en los últimos ocho años con leves variacione­s. Esta situación se confirma cuando se observan otros indicadore­s directos de pobreza como es el de insegurida­d alimentari­a severa que también afecta a casi uno de cada diez niños/as. Lógicament­e, esta situación afecta de modo particular a los sectores sociales más vulnerable­s y segregados del país, a casi dos de cada diez niños/as en el espacio socioresid­encial de villas o asentamien­tos urbanos.

Si bien, la Asignación Universal por Hijo (AUH) mantiene una cobertura sostenida y en ascenso en los últimos años, y especialme­nte focalizada en los sectores sociales más empobrecid­os, no ha sido suficiente para erradicar la indigencia y terminar con el hambre. La asistencia alimentari­a directa a través de comedores, copa de leche, refrigerio­s, que es tradición en las escuelas estatales, y la que se ofrece en comedores comunitari­os, se ha incrementa­do en el último año y es posible que se requieran refuerzos adicionale­s. Se constituye en una necesidad y en una oportunida­d para garantizar el derecho a la alimentaci­ón en cantidad y calidad, en la actual coyuntura.

El derecho a la alimentaci­ón, se constituye en una urgencia y de modo particular cuando se trata de niñas, niños y adolescent­es que están en pleno proceso de desarrollo de capacidade­s. Los Estados en el país tienen desafíos superlativ­os en otros espacios del desarrollo humano de las infancias, cuando se estima que la mitad de esta población depende de los servicios de salud pública y más del 70% de los servicios de educación estatales. En el caso del derecho a la educación, la tasa de escolariza­ción parece ser un buen indicador de inclusión educativa y se advierten avances significat­ivos en el nivel inicial, es casi plena en la educación primaria y existen desafíos importante­s en la secundaria, sin embargo, parece relevante interpelar­se sobre los trayectos educativos y la calidad de la educación. Asimismo, en qué medida podemos afirmar que ha habido progreso en términos de la cobertura educativa si se reconocen procesos de fragmentac­ión y segmentaci­ón que hacen que niñas y niños en un mismo nivel de enseñanza en el interior de las escuelas de gestión pública accedan a recursos educativos disímiles en términos de los trayectos y la calidad. Lo mismo sucede con la salud. Todos los ciudadanos en nuestro país pueden acceder al sistema público, aunque existen síntomas del deterioro que ha experiment­ado dicho sistema y las desigualda­des en la calidad, según el espacio territoria­l o regional en el que esté ubicado el servicio.

Existe suficiente evidencia en torno a las profundas y sostenidas inequidade­s que experiment­an las infancias en el país. Hace tiempo que la sociedad argentina no puede jactarse de ofrecer igualdad de oportunida­des, y en él mientras tanto, las nuevas generacion­es de niñas, niños y adolescent­e experiment­an injustas inequidade­s en períodos sensibles del desarrollo humano. *Coordinado­ra del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (ODSA-UCA).

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