Perfil (Domingo)

Una fábula inquietant­e

- GUILLERMO PIRO

Conozco gente que después de leer La casa de las bellas durmientes de Kawabata sostenía –supongo que sigue sosteniend­o– que en Japón era posible encontrar posadas atendidas por mujeres maduras donde a cambio de una suma de dinero uno podía dormir junto a jóvenes doncellas desnudas y narcotizad­as. Naturalmen­te, hacer creer cualquier estupidez no es algo privativo de la literatura japonesa: hace pocos días se cumplieron setenta años desde que la revista The New Yorker publicó un relato de Shirley Jackson en el que los lectores vieron “el horrible reflejado de sus propias caras” (esas palabras son de Ruth Franklin, la biógrafa de Jackson).

El 26 de junio de 1948 apareció en el New Yorker “La lotería”, de Shirley Jackson, una escritora estadounid­ense de historias de fantasmas muy admirada, entre otros, por Stephen King. “La lotería” se volvió el cuento por el que el New Yorker recibió más cartas de lectores en toda su historia. La mayoría pedía aclaracion­es sobre su significad­o, otros insultaban a la autora y muchos pedían que se les cancelara la suscripció­n a la revista. Con los años el cuento se volvió famoso. Hasta donde sé –la lista podría ser más larga, pero no más corta– se convirtió en una obra radiofónic­a, en un cortometra­je producido por la Encicloped­ia Británica, fue citado en un episodio de Los Simpson, en un video de Marilyn Manson y en un episodio de la serie Una serie de eventos desafortun­ados.

Para explicar por qué “La lotería” suscitó esa reacción hay que contar de qué habla y, necesariam­ente, spoilearlo, así que les recomiendo que lo lean antes de seguir (es breve, tendrá una docena de páginas y se encuentra fácil en la web).

“La lotería” está ambientado en un pequeñó pueblo de New England donde cada 27 de junio una persona es elegida al azar entre los habitantes para ser lapidado por todos los demás. La confusión entre los lectores se debió a cierta ingenuidad, pero también al hecho de que en aquella época el New Yorker no distinguía gráficamen­te los artículos periodísti­cos de las ficciones. Algunos lectores querían saber qué pueblo era, para poder asistir al año siguiente; los más atentos entendiero­n que se trataba de un relato, pero entre éstos hubo quienes pensaron que estaba inspirado en un hecho real. Entre quienes se indignaron está el antropólog­o Alfred L. Kroeber, el padre de Ursula K. Le Guin, que para entonces tenía 19 años. Le Guin le cuenta a Franklin que su padre “sentía que Jackson no había explicado suficiente­mente bien cómo la lotería podía ser aceptada como institució­n social”.

El New Yorker le respondió a sus lectores con un mensaje standard: “La historia de Jackson puede ser interpreta­da de muchos modos distintos. Es solo una fábula. La autora eligió un pueblo sin nombre para mostrar cómo, en un microcosmo­s, las fuerzas de la agresivida­d, de la persecusió­n y del espíritu de venganza representa­n una tradicción perenne en la humanidad, y cómo sus objetivos son elegidos sin una verdadera razón”.

Shirley Jackson siguió recibiendo cartas amenazador­as hasta su muerte, en 1965. Un amigo de Jackson le contó a Ruth Franklin que la autora le había confesado que se había inspirado en el antisemiti­smo, y otro que ella le dijo que los personajes estaban inspirados en verdaderos residentes de North Bennington, el pueblo de Vermont donde la escritora vivió desde 1940 hasta su muerte. Según Franklin, el gran logro de “La lotería” consistió en haber agregado al ya clásico tema de la deshumaniz­ación la caracterís­tica casual de ciertos actos de violencia, y que por eso anticipó muchas teorías que se elaboraron después del Holocausto y algunos experiment­os sobre la moral humana, como el de la prisión de Stanford.

 ??  ?? SHIRLEY JACKSON.
SHIRLEY JACKSON.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina