Niña bonita
La niña está desnuda y en pose dentro de una bañera. La cara maquillada y el pelo largo sobre los hombros contrastan con el cuerpo de pecho liso y pubis infantiles. Es Brooke Shields a los 10 años en un alto de la filmación de Pretty Baby, la película de Louis Malle en la que interpreta a una prostituta de 11 años. Las fotos son las que le tomó Gary Gross en 1975 y por las que le pagó a la madre de Brooke 450 dólares. Esas mismas por las que tuvo que litigar en 1981 contra la actriz que quiso prohibir su circulación, a los 16 años, porque estropeaban su carrera, no la representaban como era, en fin: no las quería ver más. Pero la controversia no termina en este juicio que fue ganado por Gross. Richard Prince metió cuchara en la polémica, cuando presentó Spiritual America en 1983. En esa obra volvían a aparecer estas imágenes de la protagonista de La laguna azul retrofotografiadas por quien hizo de esta “técnica” algo más que un recurso en su carrera. En este sentido, Prince no solo vuelve a poner en escena el cuerpo de una niña jugando a ser grande, los dobleces de una identidad en formación, doble y disonante –“un cuerpo con dos sexos diferentes, tal vez más, y una cabeza que parece tener una fecha de nacimiento diferente”, según Prince señala–, el ojo (adulto) que espía a la nena en su cuarto de baño, la incomodidad de los espectadores. Esto último, en todo caso, no solo por la alusión que tiene esa figura reforzada por el argumento de la película (la prostituta-niña) sino por algo un poco más contante y sonante: los derechos de autor. Es difícil ver hoy ese cuerpo infantil. No solo por el cambio de época y en lo que eso ha influenciado al arte sino porque, por ejemplo, no está permitida la reproducción de esa foto. En cambio sí una de la mismísima Brooke Shields, ya adulta y en bikini.