Otra historia de amor
La literatura argentina contemporánea es propensa a la reducción, a concentrarse en detalles, en hacer narrativa con lo mínimo, con lo molecular. Lo trascendente son las migajas del escenario, no el asunto. Hoy el Facundo de Sarmiento se hubiese enfocado en las patillas del Tigre de los Llanos o en alguna nimiedad. Los poderosos episodios del puma y del árbol, o de la galera y su asesinato, hubiesen pasado desapercibidos para un escritor actual.
El resultado de la lectura de La ilusión de los mamíferos, de Julián López, es cansino. Los argumentos, lo sabemos, no tienen por qué ser reductibles a una reseña, pero sí, al menos, deben tener algo de memorables.
En este libro nada es digno de ser recordado. Un amor que debería despertar empatía o interés por su condición, aun transgresora para muchos cavernícolas sociópatas: el affaire entre dos hom-
bres (uno de ellos casado y con hijos) solo inspira antipatía por el narrador. Un pseudopoeta que atraviesa las páginas lanzando quejas y aguardando con ansias enfebrecidas la llegada de los domingos en los que el amante concurre a su departamento. En ese reducto todo se detiene en lo minúsculo: las tostadas con manteca, la lectura pausada de los diarios, las caminatas por las calles de Caballito y algunos encuentros sexuales. Podría decirse que aquí sucede lo memorable, ya que la parafilia se desvía a placeres extraños, de condiciones líquidas y tibias. Pero la prosa en vez de adquirir algo de fuerza voltaica se limita a regodearse con metáforas y frases de carácter reblandecido y paupérrimo.
Los capítulos parecen estar diagramados como poemas en prosa y concluyen con remates que, más que logrados, suenan artificiales y forzados. Esta novela, que quiere ser una historia de amor, tiene pequeños desvíos que rememoran a una abuela que el protagonista recuerda con cariño, un viaje a Alemania para olvidar a su amante o la despedida a su padre anciano. Y eso es todo.
La ilusión de los mamíferos, para el autor, no es más que la conciencia de vivir algo imposible; pero tal vez solo sea la desilusión de la lectura.