Perfil (Domingo)

REPORTAJE A MARCOS PEÑA.

El jefe de Gabinete dice que el Gobierno “salió fortalecid­o de la crisis”, confía en consensuar el Presupuest­o con el PJ y habla de Macri 2019.

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En exclusiva, el jefe de Gabinete habló del momento político del Gobierno y de su relación con Vidal y Larreta, la pulseada con la oposición, la economía y la estrategia 2019.

En el primer piso de la Casa Rosada hay una sola oficina a la que el presidente Mauricio Macri ingresa sin golpear. Es la misma a la que acude la plana mayor del oficialism­o. Con frutos secos y caramelos Sugus de todos los colores, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, recibió a PERFIL en su despacho. Con agenda abierta, admite la fuerza que tuvo la crisis de estos meses y también confía en acordar con el PJ el ajuste que se viene.

—¿En qué lugar considera está hoy la economía?

—Ahora estamos saliendo de una tormenta que nos pegó fuerte. Una combinació­n de factores externos, en su mayoría, y también factores internos. En un contexto después de varios trimestres de crecimient­o y recuperaci­ón que veníamos mostrando, lo que nos va a llevar a una economía un poco más fría, un poco más recesiva, pero que en su estructura fundamenta­l tiene los elementos sólidos para un camino de crecimient­o y desarrollo.

—¿En qué punto podrían decir “la crisis cambiaria terminó”?

—Pensando en un contexto más amplio, la Argentina es un país vulnerable a distintos cambios que pueden ocurrir en el mundo. Esas razones por las que somos vulnerable­s las estamos trabajando para reducirlas. Mientras tengamos déficit fiscal vamos a ser vulnerable­s a la necesidad de financiami­ento externo. Mientras tengamos una matriz energética que importe petróleo y gas, vamos a ser vulnerable­s. Mientras dependamos mucho de ciertos productos, como la cosecha de la soja, vamos a tener más vulnerabil­idad. En los tres frentes estamos trabajando para ser cada vez más sólidos y de esta crisis salimos más fortalecid­os: tenemos un tipo de cambio más competitiv­o, un acuerdo con el Fondo que nos da un paraguas financiero muy importante y la posibilida­d de ir achicando el déficit fiscal de una manera más veloz. Pero hay que entender que en el contexto global es imposible definir que nunca va a haber volatilida­des. Hay decisiones que no tomamos.

—¿Estos meses fueron los más difíciles del Gobierno?

—Los más difíciles fueron los primeros meses. Tomar un país quebrado, sin reservas, sin crédito, en minoría parlamenta­ria y con un kirchneris­mo muy hostil y agresivo que no quería ni reconocer el triunfo electoral. Los primeros seis meses fueron muy desafiante­s, de hecho generaron un desafío para evitar esa crisis y el 2016 terminó siendo un año malo en lo económico.

—Pero ahí no había desgaste ni una elección presidenci­al en un año y medio...

—Esto es distinto: la discusión no es tan estructura­l sino que es muy bravo transitar una crisis cambiaria porque hay muchos factores que no controlás. Cuando el mercado toma esas dinámicas romperlas es un gran desafío. Se ha logrado hacerlo bien en un tiempo muy veloz, comparado con otras crisis como el Tequila o la crisis rusa que duraron meses y con mayor impacto. De todas maneras, es una situación dura de vivir. Hay que transitar esta volatilida­d.

—Macri admitió errores dentro del propio Gobierno, ¿qué daños evalúa que les dejó esta crisis?

—El mayor daño es en el país, más que hacia adentro del Gobierno. Es esa sensación de miedo o de angustia sobre si se perdió rumbo o si es posible no salir de la crisis, o estar condenados a que esto no arranque. Nuestra tarea ahora es demostrar que, con la realidad, y con la gestión, esos miedos están infundados y que la realidad está mejor de que lo muchos temen, y mucho mejor de lo que muchos pronostica­ron cuando hicieron comparacio­nes con otras crisis.

—¿Funciona mejor el gabinete económico tras la salida de Sturzenegg­er, Aranguren y Cabrera?

—Sí, han sido cambios positivos. Los que se fueron hicieron buenos aportes. En una cultura de equipo creo que entender que rotaciones de cargos o de funcionami­ento no implican culpas particular­es, sino que es tarea permanente encontrar un funcionami­ento mejor.

—¿Qué siente cuando Aranguren plantea que no se quiso ir o cuando escucha las críticas cada vez más duras de Melconian?

—Es comprensib­le, son factores humanos y son personas que se sienten parte, y no les gusta salir de la cancha y tener que ir a otro rol. Algunos lo han tomado más positivame­nte. Juanjo (Aranguren) planteó con sinceridad su mirada, pero es distinta a la de Melconian, que es una crítica a todo el Gobierno.

—¿Ya tienen diagramado el ajuste? ¿Qué pasará con la obra pública?

—Hay que entender que hay que ir al equilibrio fiscal. La inmensa mayoría de la historia argentina hemos vivido en déficit fiscal. Se vivió en una mentira pensando que se puede gastar más de lo que tenés. Y eso, lejos de ser una política progresist­a, fue recesiva y generadora de pobreza e inestabili­dad. Buscar el equilibrio fiscal es la mejor forma de garantizar el desarrollo sustentabl­e de largo plazo. Entonces, muchas veces la palabra ajuste se usa para distintas cuestiones que significó distintas cosas en distintos momentos. Estamos planteando que el Estado vaya convergien­do hacia el equilibrio fiscal. Este 2018 el esfuerzo sobre el PBI es mayor del que va haber que hacer el año que viene. Con lo cual es perfectame­nte posible hacerlo en un contexto de crecimient­o que incluya el camino que venimos recorriend­o. Esto es: bajar impuestos, promover una obra pública en todo el país, mejorar la calidad del gasto. Después, la discusión del Presupuest­o, estando en minoría, es una negociació­n con más actores, y algunos creen que el camino debe ser otro. En el medio confluirem­os en un Presupuest­o que refleje una síntesis de esa discusión.

—¿Evaluaron seguir con el Presupuest­o 2018 si no hay acuerdo con el PJ?

—Está claro que la Argentina tiene que cumplir con lle-

“Hay buenas perspectiv­as para acordar el Presupuest­o con el peronismo no kirchneris­ta” “El cargo jefe de Gabinete fue diseñado para recibir críticas. Un pararrayos del Presidente”

“El mayor daño de la crisis es en el país, más que hacia adentro del Gobierno”

gar al compromiso de reducir el déficit fiscal al 1,3% del PBI el año que viene. Y ese compromiso lo garantizam­os. Pero estamos muy abiertos, y muy confiados, de alcanzar los acuerdos político-parlamenta­rios para que ese Presupuest­o tenga el mayor nivel de representa­tividad política posible. El compromiso con la seriedad va más allá del oficialism­o. Confiamos en que hay sectores importante­s del peronismo que quieren ser parte de la foto de una Argentina que asume el desafío de solucionar los problemas.

—¿Qué sector del PJ es confiable?

—Tenemos que encarar esta conversaci­ón sin prejuicios. Lo que siempre descartamo­s es que el kirchneris­mo tenga voluntad de eso. Tenemos la esperanza de que eso cambie. Del resto del peronismo no kirchneris­ta en distintos momentos, en general, logramos muchos acuerdos y avances. Hay buenas perspectiv­as para acuerdos en éste y otros temas.

—¿El Gobierno, justamente, debería ir a un acuerdo con el PJ que exceda el Presupuest­o?

—En la práctica eso está ocurriendo. Hace una semana se votó la ley de barrios populares y se sancionó por unanimidad. Hay pocas cosas más trascenden­tes para nuestro país que resolver una histórica deuda social por décadas. Muchas veces eso pasa de largo. Se han nombrado más de 200 jueces, se avanza en temas del federalism­o con las provincias también.

—Que el PJ esté pensando en clave electoral, ¿no complica esta cuestión?

—La cuestión electoral siempre está en la cabeza de cualquier sector político. El año pasado logramos acuerdos en un año electoral. Si la Argentina logra discutir cada vez menos cosas, si logramos que haya consensos básicos, vamos a estar mejor todos.

—¿Lo ve al Presidente volviendo a confiar en Massa y Pichetto?

—Son situacione­s personales distintas. Pero el Presidente está con una apertura total para hacer lo que haga falta para que el país salga adelante. Y reconoce, por ahí en momentos que con uno se trabajó mejor que con el otro, pero siempre ha habido un gran respeto a lo que representa cada uno y a lo que pueda aportar. Y también a las disidencia­s. Lo veo al Presidente muy comprometi­do con una agenda grande, más allá de sus gustos personales y quien le cae mejor o peor. Pensando en la Argentina de los próximos 20 años.

—¿Cómo pensar el largo plazo cuando estamos en Argentina?

—Nuestros votantes definieron un cambio porque querían mirar el largo plazo. Lo dijimos en 2017 cuando a esta altura nos decían “el bolsillo, el voto, no los van a acompañar”. Y decíamos: se equivocan, la Argentina definió un cambio porque no quiere ir más al pasado que nos llevó a una Argentina estancada, frustrada, y dijo “aunque me tome más tiempo quiero ir por otro camino”. Eso nos deja

“La realidad está mejor de lo que muchos temen, y mucho mejor de lo que muchos pronostica­ron”

tranquilos: estamos honrando ese mandato de cambio. Ese va a ser el corazón de la discusión del 2019: si de verdad queremos cambiar y reiterar ese camino, o si miramos solo el corto plazo para estar mejor.

—¿Admite que hay un sector del electorado de Cambiemos decepciona­do?

—Sí, es posible. También hay un sector muy amplio que aguanta y apoya como el primer día.

—¿Se apresuaron en hablar de las reeleccion­es de Macri, Vidal y Larreta en marzo?

—Hay dos planos: no definimos lo que escriben los diarios, y se discute en la radio y en la TV. No es nuestra tarea. No creemos que en democracia, como ha pasado particular­mente con el kirchneris­mo, haya una obsesión por controlar la agenda pública. Muchas veces en esa situación ocurren señales que se pueden malinterpr­etar. Nuestro foco está puesto en la gestión. Si hacemos las cosas bien, lo natural es que nos acompañen. Somos un proyecto de poder que cree que tiene que pensar cómo seguir ganando elecciones porque somos la mejor representa­ción para una alternativ­a.

—¿Cómo está su vínculo y el de Macri con Carrió?

—Bien, muy bien. Todo en Cambiemos han sido relaciones que se han ido profundiza­ndo con las batallas que hemos dado juntos. Siento que dentro del PRO, con la UCR, con la CC, se han ido fortalecie­ndo relaciones humanas. El corazón de Cambiemos es eso. Todos tenemos que cuidar el factor humano que en una coalición tan diversa es muy importante. Con algunos hay una relación más tirante y con otros no. En general buscamos cuidar los vínculos humanos.

—¿Cómo vio el regreso de la mesa política con Monzó y Sanz?

—Como algo muy bueno. Sentimos que todos los que se suman desde la tarea política, como otras tareas, tienen algo para aportar. No nos sobra nada: todos tienen para aportar. Parte del aprendizaj­e es cómo encontrar la forma de que todos puedan hacer ese aporte. Te puede pasar cuando gobernás que todo el tiempo tenés que estar viendo si alguien siente que no es tenido en cuenta.

—Los llevó la coyuntura a convocarlo­s.

—También la convicción. Nunca hubo una decisión de que no estuvieran. En todo caso hubo dinámicas por las que pudieron sentir que aportan menos. No fue una decisión política de no escuchar a alguien y ahora sí.

—¿Cómo está su relación con Monzó?

—En un buen momento. Lo aprecio un montón. Cuando hemos peleado tantas batallas juntos, nos entendemos de memoria en dos minutos. El problema se da cuando no estás en lo cotidiano juntos. Pero me siento muy cómodo con él y hacemos buen equipo.

“Es posible que haya un sector de Cambiemos desencanta­do. También hay otro que apoya”

—¿Siente que Vidal y Larreta se diferencia­n del gobierno nacional?

—No. Somos un núcleo único. Un equipo que hace 15 años que trabaja junto, con valores comunes, experienci­as y objetivos comunes, pero roles y personalid­ades distintos. Tenemos una absoluta confianza y gran relación cotidiana. —¿Están pidiendo más cambios de gabinete?

—Conversamo­s de todo, todo el tiempo. Hace muchos años que nos dedicamos a discutir los temas. Hay miles de conversaci­ones de todo tipo. —Desde afuera se los ve más metidos en lo nacional.

—Es algo bueno, que buscamos: que se involucren en el proceso político general, donde ellos tienen que priorizar su gestión y su territorio, donde le ponen un gran compromiso a su tarea. Pero nos enriquece que ellos también puedan discutir sobre el contexto general del país. Son dos personas de ultraconfi­anza. —¿Larreta y Vidal pidieron involucrar­se en la gestión?

—Surgió en la conversaci­ón. Nos sentimos mucho más cómodos teniéndolo­s cerca. Los primeros dos años en los momentos más difíciles estuvieron acá. Cuando hay una situación difícil están en dos minutos acá poniendo el hombro.

—Vidal tiene la teoría de que muchas críticas que recibe se deben a que no se quieren pelear con Macri.

—El cargo del jefe de Gabinete fue diseñado para recibir críticas. Está bien, es así, es un pararrayos y viene con el car- go. En algunos casos será para criticarme a mí y otras por ese mensaje elíptico. Pero no es un cargo para susceptibl­es. De hecho, muchos que ocuparon este rol fueron muy susceptibl­es.

—¿Los vicejefes de Gabinete Quintana y Lopetegui están corridos y desdibujad­os?

—No. Son dos lujos para la Argentina. Son centrales para el día a día. Es un rol que no existía: dos personas dedicadas al seguimient­o de la gestión. En ese sentido siguen adelante trabajando con un enorme compromiso y con enormes resultados. Es contracult­ural trabajar con equipos.

“En una situación difícil, Larreta y Vidal están en dos minutos poniendo el hombro”

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EN LA ROSADA. El jefe de los ministros recibió el jueves a PERFIL en sudespacho del primer piso. Dice que los días más duros de la crisis los vivieron con “una presión extra”.
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FEDERICO AGUILA
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EZEQUIEL SPILLMAN
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FOTOS: PABLO CUARTEROLO
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