Marcos Peña, el todopoderoso que vivió una semana en jaque
Otra vez, volver a reinventarse para sobrevivir. Ese podría ser el lema del jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien pasó la peor semana desde que ostenta el cargo más poderoso de la Casa Rosada después del Presidente. Acaso por ello, la idea de de-sarmar la jefatura de Gabinete cobró fuerza desde el jueves, cuando el dólar saltó a $ 41 y la devaluación se hizo sentir. Mauricio Macri fue el primero que dejó en claro a todos sus interlocutores que no iba a dejar ir a su mano derecha. El plan B, entonces, que se empezó a pergeñar en la cumbre del poder macrista fue soltar a los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, como una forma de oxigenar el Gobierno.
De todas maneras, los dardos cayeron sobre Peña como nunca: desde el empresariado, pasando por canales de noticias hasta el “fuego amigo” de funcionarios y dirigentes de Cambiemos, el jefe de Gabinete tuvo que observar cómo pedían su renuncia.
“El está muy bien en su lugar”, tuvo que salir a decir Horacio Rodríguez Larreta. El rumor de su desembarco en Balcarce 50 tiene un par de semanas ya, pero siempre el jefe de Gobierno porteño se ocupó de desestimar. Estos días mostraron a un Peña, como pocas veces, muy preocupado pero también ofuscado. Los rumores corrieron como reguero de pólvora. El más duro: que lo moverían a Cancillería.
En la mente del Presidente no estuvo nunca alejarlo de su cargo. En la intimidad lo considera una pieza inamovible y, cree, que por él llegó a la Presidencia. Sin embargo, también Macri escuchó durante los últimos días que sin un recambio fuerte y señales consistentes la crisis económica se profundizaría. En los escenarios que analizó el jefe de Estado, Peña seguía en su mismo cargo.
Por su lado, el jefe de Gabinete se mantuvo al tanto de lo que ocurría en los medios. Como pocas veces resopló con títulos catástrofe e, incluso, canales de TV que dieron por segura su salida de la Rosada. En medio de la turbulencia del jueves les pidió a los ministros Nicolás Dujovne, de Hacienda, y Rogelio Frigerio, de Interior, que salgan a hablar para intentar aquietar aguas.
El viernes hubo más tranquilidad: la actividad en la residencia de Olivos, al igual que ayer, lo tuvo como protagonista de todas las reuniones con el Presidente. Entre los detalles de los anuncios que vienen y el recorte de ministerios, Peña ordenó que no haya filtraciones.
En este marco, el esquema centralizado de decisiones que lo tuvo como protagonista en más de dos años y medio de gestión se puso en jaque con la crisis económica. “Este cargo no es para susceptibles”, le había expresado Peña a PERFIL. Hoy esa premisa se puso a prueba.