“Entreno mi voz con los mejores maestros”
La soprano internacional, conocida por su mezcla con el pop, canta en el Colón, la sala con una acústica soñada. Afirma que no le preocupan las críticas de ningún tipo, no vive pendiente de lo que dicen de ella y no se preocupa por la belleza física.
Lcuando promete “una combinación de las obras que el público ya conoce, grandes hits y también muchas de las canciones incluidas en Hymn”–, conversó con PERFIL.
—La fama del Teatro Colón ha hecho que, por ejemplo, el tenor Jonas Kaufmann declarara que tiene “la acústica más ideal del mundo”, que su “acústica es un sueño”. ¿Pensás que por tu repetorio tan ecléctico usarás micrófonos? —Bueno, hoy en día es normal la utilización de micró- fonos en diferentes clases de teatros e incluso en los teatros dedicados a la ópera, ya que ayudan a las sensaciones del público. Este cambio es muy beneficioso para mí y para mi repertorio, ya que necesito mucho de este medio. En mi show es muy necesario el uso de micrófonos para las piezas clásicas y para los temas pop, de modo que la audiencia se sienta envuelta en el show y lo sienta como un regalo. Sí, utilizo micrófonos. —Así como tenés millones
de fans, también has recibido críticas negativas por tu estilo musical. ¿Qué opinás sobre esas consideraciones?
—Siempre fui criticada y ser criticada es un buen síntoma; es saludable que otras personas piensen de diferente forma y planteen un debate. Muchos artistas se preocupan por lo que dicen las críticas. Sobre mí se habla y no creo que pueda hacer algo diferente. Estoy segura de lo que hago, porque entreno mi voz continuamente con los mejores maestros de a soprano inglesa Sarah Brightman se volvió mundialmente famosa por, entre otros proyectos, ser la musa y protagonista del musical El fantasma de la ópe
ra, en la versión de Andrew Lloyd Webber. Y también, por cantar en dúos, como el que armó con Andrea Bocelli. La interpretación de Time to say
goodbye que ambos hacen tiene, en algunas entradas por Youtube, más de 36 millones de vistas. Es que las dimensiones del éxito de esta artista se miden siempre en millones: por ejemplo, se calcula que ha vendido unos 32 millones de discos, lo que redunda en haber recibido más de 180 premios de oro y platino en más de cuarenta países.
Hace tiempo ya que Brightman tiene seguidores también en la Argentina, lo que le permitió llenar el Luna Park en 2009 y 2013. Ahora regresa sí, pero al Teatro Colón. Lo hace en el marco de la gira con la que promociona su más re- ciente álbum, Hymn. En este, que será lanzado a comienzos de noviembre, la cantante fusionará, como es parte de su estilo, el canto lírico con el pop y diversos recursos electrónicos, una mezcla que suele llevar la denominación genérica de crossover, de la que Brightman siempre ha renegado y de la que se ha despegado.
Antes de desembarcar en el más prestigioso coliseo porteño en dos funciones, el 8 y el 10 de diciembre de 2018 –para
todo el mundo, doy lo mejor de ella al público. El hecho de que te amen, o no, está en manos de Dios.
—En tus espectáculos, siempre es relevante la belleza de tu imagen. ¿Cómo te llevás con las transformaciones que genera el paso del tiempo?
—No tengo 18 años, pero tampoco soy muy vieja, estoy en los finales de mis cincuentas y, a decir verdad, nunca me preocupó la edad y esto lo descubrí cuando era muy joven. No hago nada de lo que hacen las personas para verse jóvenes y hermosas, para tener la misma voz. Todo eso insume cada vez más tiempo y trabajo para mantenerlo. Nunca pensé en mí como una artista sin edad. Yo no tengo cámaras sobre mí o que estén pegadas a mi cara todo el tiempo. Lo que muestro es lo que proviene de mi interior, de mi espíritu joven cuando realizo las cosas con pasión. Los cambios que se producen en el exterior no me molestan. No me preocupo mucho por estar siempre bella.