LA VIDA COTIDIANA DE UNA ESTRELLA
Además de su popular encuentro con Andrea Bocelli, Sarah Brightman ha cantado, en óperas, shows, discos y eventos, junto a artistas de la talla de Plácido Domingo, José Carreras, el argentino Domingo Cura; su protagónico de Christine Daaé en El fantasma de la ópera, lo hizo con, entre otros, Antonio Banderas; ha cantado en más de una decena de idiomas; ha pasado por teatros y estadios multitudinarios. Aquí cuenta parte de su vida privada, cuando no está frente al público. —¿Tenés una ópera favorita? — La flauta mágica [de Mozart]: amo esta ópera cada vez que la veo. Nos muestra cómo somos en realidad. Es una pieza musical maravillosa, que me gusta, además, por el mensaje subliminal que el autor envía a la audiencia.
—Cuando escuchás música por gusto, no por compromiso profesional, ¿qué escuchás?
—Mi elección de música es muy diversa. Prefiero escuchar obras sinfónicas. Me gusta, por ejemplo, Arvo Pärt, que es un compositor estonio que escribe obras para piano. Si pudiera, iría a más funciones de música. El año pasado conocí la recientemente inaugurada sala sinfónica de la ciudad de Hamburgo [la Elbphilharmonie], que tiene una acústica increíble.
—¿Cómo es tu vida cotidiana, la vida diaria de una estrella internacional?
—Mi trabajo es mi vida, y mi vida por lo general está dedicada a la preparación de lo que voy a mostrar en el show. Mi trabajo es mi pasión. Me preparo planeando en mi oficina, armando un espectáculo con un empresario local o tomando clases con un maestro de actuación, manteniéndome saludable; debo mantener una vida tranquila, casi monástica, para resguardar la voz. [Fuera de esto], tengo una vida bastante normal: voy al cine, voy a ver espectáculos musicales, me alimento, tengo dos hermosos perros, tengo mi pareja, que es un empresario estadounidense de la industria aeroespacial [Charles Beames], que recorre el mundo dando conferencias, y con quien nos encontramos cuando tenemos necesidad de vernos. Esta es mi vida.