Argentinos comen 83 kg de pan al año
Un estudio revela a los “locos por el pan”.
Ya sea en casa o en un restaurante, la panera nunca falta en la mesa de los argentinos, que están entre los mayores consumidores de pan del mundo. Hace unos años un informe del Banco Mundial establecía que el consumo promedio de los argentinos era de 83 kg de pan por año, uno de los más altos. En ese contexto, desde Fundación DAAT elaboraron un informe para alertar cómo este consumo excesivo, por sus componentes, puede derivar en problemas para la salud, provocando hipertensión, diabetes u obesidad.
En el estudio hacen la comparación de cuánto representa ese consumo anual de pan de los argentinos, en lo que refiere a consumo de harina y sal.
Así, tomando como base que al año se consumen promedio 83 kg al año, el informe da cuenta que al mes equivale a 7 kg y por día, a 240 g. Para graficarlo, utlizaron el mignón. Por día, entonces, en promedio se comen hasta seis mignones, lo que equivale a consumir 3,5 g de sodio por día solo en pan. El recomendado por día de la OMS es de 5 g. Al mes, ese consumo equivale a un salero de 100 g, y al año, a 12 saleros. “Ese consumo de sodio por día, solo en pan, es demasiado porque hay que sumarle todo lo que se consume en el día. Ahí la preocupación”, explica Viviana Baranchuk, directora de Fundación DAAT.
En lo que respecta a las harinas, seis mignones representan 12 cucharas soperas de harina por día; más de un paquete de 1 kilo por semana –cuando lo normal sería no más de un cuarto de paquete-; y cinco paquetes en un mes.
“Todo se acumula en forma de grasa en el cuerpo y puede producir sobrepeso, obesidad, diabetes e hipertensión. El 60% de la población argentina tiene obesidad y el 36%, hipertensión arterial. Si seguimos con este hábito, no vamos a salir de estos números”, advierte Baranchunk. Y dice: “Hay gente que no come sin pan en la mesa, y con eso viene la adicción. Es importante adquirir una ali- mentación saludable. Comer pan en el desayuno y la merienda, pero en el almuerzo y la cena, no. No sacar alimentos, sino reemplazarlos. Cambiar los hábitos”. Tres mignones, por ejemplo, podrían reemplazarse por un yogur con cereales, fruta y frutos secos, según el informe.
Me mentalicé y cambié mis hábitos. El pan en la mesa en casa ya no lo tengo. Siento menos ansiedad, es impresionante. ANGIE FERRAZZINI, CREADORA DE SABE LA TIERRA
Hábitos. Para Matías Coronel (26) el pan es un “vicio”. Viene de familia de panaderos y cuando ayudaba a su papá en el negocio, admite que podía comerse hasta diez panes por día. “Puedo comer la cantidad que sea sin darme cuenta. En los asados mis amigos me esconden la bolsa de panes porque si no, me como la mitad yo solo”, dice. Juan Varea es pastelero y también se considera amante del pan. “Cuando lo cocinás te tienta el olor, y ape- nas sale del horno te querés comer todos los que hiciste. Yo como bastante pan, en encuentros y reuniones. El que más me gusta es la baguette, porque tiene corteza crocante y menos miga. Pensé en dejar las harinas, por un tema de dieta, pero soy muy fanático”.
En el último tiempo, la alimentación saludable se convirtió para muchos en bandera, y hay cada vez más opciones de recetas, lugares y ferias donde consumir sin harinas. Catalina Fernández dejó de comer con gluten cuando su papá, celíaco, le contó los beneficios. “Me siento más liviana y no tengo esa sensación de querer comer hasta no poder más. En mi casa nunca se usó panera, así que no me costó dejar el pan. Sí para cocinar me puse más creativa, porque antes siempre tenía fideos o ravioles que te salvan, y ahora voy descubriendo otros tipos de harinas, como la de quinoa”.
Angie Ferrazzini, creadora de Sabe la Tierra, también reemplazó la harina de trigo. “La única que consumo es la de centeno, sarraceno y la de espelta. Y reduje el consumo a dos tostadas por día”, cuenta. “Me mentalicé y cambié mis hábitos. El pan en la mesa en casa ya no lo tengo. Y mis hijos comen tostadas de centeno, o de pan con semillas. Como beneficio siento menos ansiedad, es impresionante. La harina te da ganas de seguir comiendo”.
Cuando lo cocinás te tienta el olor y apenas sale del horno te querés comer todo el pan que hiciste. Yo como bastante. JUAN VAREA, PASTELERO