Tribulaciones y oportunidades del animal paradójico
Como en ninguna otra época, la nuestra nos invita a pensar la condición humana desde sus extremos, al punto que cabe hablar de una condición paradojal para autorrepresentarnos en la actual configuración del estado de cosas del mundo contemporáneo, describible como un mundo de nichos, más que de naciones o pueblos. ¿Por qué, cabe preguntar, la situación contemporánea empuja al antrophos a tal extremo: el de reducir y homogeneizar el mundo como nicho, justo cuando la tecnociencia convierte a todo individuo en protagonista potencial de un globo vuelto ilimitado? Precisamente por ello, porque la exigencia de límite y protección aumenta su imperiosidad, ante la intemperie de un mundo demasiado abierto. Uno de los síntomas más elocuentes del modo disociado en el que habitamos al encerrarnos en nichos, es la indistinción entre hechos y representaciones, propia de instancias primitivas o incluso presimbólicas. Más aún, para el animal paradójico en el que nos hemos convertido, todo y nada pueden ser igualmente significativos, ruidos y señales se confunden, y donde así ocurre, no hay ambiente ni mundo, sino refugios narcisistas dentro de la pequeña masa en la que nos movemos, defendiéndonos de la intemperie creciente.
Frente a este panorama, se vuelve urgente interrogar cómo deben ser nuestras prácticas políticas, cuáles nuestras instituciones, tales que en su dinámica real resuelvan esta ambivalencia paradojal de lo humano. El peligro inminente en todo tiempo y lu- gar, parece haber sido eliminar la paradoja por la vía de regímenes que consagraron la sumisión de la mayoría al grado mínimo de capacidad causal y normativa, mientras sus élites concentraban el poder sobre las condiciones materiales que favorecieran la realización y el gozo de lo humano para sí mismos, regulando el lazo social a través de su propia distinción entre lo normal y lo patológico, lo legítimo y lo ilegítimo, lo elogiable y lo condenable.
El desafío de nuestro tiempo es encontrar la resolución de la condición paradojal aludida, en la construcción de organizaciones sociales y políticas que valoricen positivamente el pluralismo democrático, permitiendo y alentando una dinámica colectiva que abra hacia la creatividad indefinida sin dejar de estabilizar y de admitir identificaciones y fraternidades protectoras.
En el contexto de esta complejidad en la que nuestra biología y el desarrollo técnico-científico-comunicacional tensan los extremos de nuestra condición paradojal, generamos un espacio de diálogo interdisciplinar, en el marco del programa “Universidad de Buenos Aires para el siglo XXI”. El panel inicial no pudo ser más halagüeño, haciendo eje en las neurociencias y la comunicación, desde las perspectivas científicas y filosóficas puestas en diálogo. El martes próximo, continuaremos con la problemática de la posverdad. *Filósofo, subsecretario de Asuntos Académicos, UBA.