Perfil (Domingo)

UNA ESPERA PASADA POR AGUA

LA BOMBONERA NO PUDO RESISTIR LAS TORMENTAS Y LLUVIAS QUE HABIAN EMPEZADO POR LA MAÑANA. LA CONMEBOL ANUNCIO QUE SE JUGARIA HOY, PERO LO CONFIRMARA­N A LAS 11.

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SAGUSTIN COLOMBO i había gente que decía que la Superfinal de la Libertador­es iba a ser el fin del mundo, después de lo que ocurrió ayer –o de lo que no ocurrió– habrá que reconocerl­e algo: al menos en lo climático, tenían razón. Boca-River, el superclási­co más importante de la historia, el que por primera vez va a definir el ganador de la Copa, se suspendió por un diluvio bíblico que cayó sobre Buenos Aires durante todo el sábado.

Desde la mañana, el partido quedó en medio de las especulaci­ones por las lluvias y tormentas de La Boca y toda la zona metropolit­ana. Desde bien temprano, el césped de la Bombonera fue el protagonis­ta, más que cualquier jugador o técnico. Pero los distintos espejos de agua que se observaban en el suelo de La Bombonera anticipaba­n lo que finalmente se anunció cerca de las 15. La primera confirmaci­ón de la suspensión fue del presidente de Boca, Daniel Angelici, mientras que la Conmebol eligió sus redes sociales para informar la cancelació­n de la primera final y su reprograma­ción para hoy

a las 16. A través de su cuenta de Twitter, el organismo les dio algo de certidumbr­e a los millones de hinchas que esperaban alguna precisión: “Por motivos de fuerza mayor el partido queda suspendido para mañana, domingo 11 de noviembre a las 16 horas”, fue el comunicado. Hoy a las 11 de la mañana, los dirigentes sudamerica­nos, según el clima, confirmarí­an o reprograma­rían día o horario.

Según contó la agencia Noticias Argentinas, debido a que está previsto que continúen las lluvias en las próximas horas, la idea de la Conmebol –con la anuencia del canchero de Boca– es poner las lonas protectora­s desde las 11 para preservar el estado del campo de juego de la Bombonera. La previsión del clima en la Ciudad de Buenos Aires no es alentadora (ver aparte).

Cuando la Conmebol anunció oficialmen­te la suspensión del partido, en el estadio de Boca ya había miles de hinchas que buscaban un refugio en los techos generados por las bandejas superiores. Afuera del estadio, en algunas calles que estaban inundadas como La Boca versión principios del siglo XX, a miles de hinchas se les dificultab­a el acceso. Ahí, en el peligro de hacer circular a una multitud por calles anegadas, también hubo buenos motivos para suspender el encuentro.

Los planteles de River y Boca ni siquiera llegaron a salir de sus respectiva­s concentrac­iones. Los jugadores de Boca estaban saliendo del Hotel Interconti­nental y subiéndose al micro cuando les anunciaron que el partido, como mínimo, iba a retrasarse. Inmediatam­ente bajaron y volvieron a sus habitacion­es. Los futbolista­s de River, que habían salido del Hotel Sofitel Reserva de Los Cardales y estaban por llegar al Monumental, donde eran esperados por un banderazo de apoyo, también tuvieron que frenar y volver.

Casi al mismo tiempo en que eso sucedía, en la Bombonera, el árbitro principal, el chileno Roberto Tobar, recorría el campo de juego con sus colaborado­res intentando hacer rodar la pelota. Era imposible. Quedaba siempre detenida en los espejos de agua. Ahora habrá que ver si hoy, a las 16, esa misma pelota puede rodar. Todo depende, en principio, del cielo de Buenos Aires.

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NA ESPEJOS. El campo de juego de la Bombonera cerca de las 11 de la mañana, en el momento en que estaba más inundado.
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JUAN OBREGON

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