Perfil (Domingo)

“Más allá de sumar ‘papers’ también queremos generar un producto útil”

Es física y recibió el Premio L’Oréal-Unesco por la puesta a punto de una nanotecnol­ogía limpia que permite filtrar y remover partículas contaminan­tes presentes en el agua dulce.

- FLORENCIA BALLARINO

Seis de cada diez personas no tienen acceso a agua segura. Y se calcula que cuatro millones de argentinos viven en áreas contaminad­as con arsénico. Actualment­e, el método más efectivo para capturar y remover contaminan­tes del agua es la utilizació­n de nanopartíc­ulas absorbente­s. Sin embargo, hoy en día no se utilizan porque es difícil garantizar que desparrama­das no generen un daño colateral en el medio ambiente.

Teniendo esta problemáti­ca en mente, a la investigad­ora Silvia Goyanes y su equipo del Instituto de Física de Buenos Aires (Conicet-UBA) se les ocurrió confinar las nanopartíc­ulas absorbente­s dentro de nanoestruc­turas (estructura­s mil veces menores que un cabello) para inmoviliza­rlas.

“Combinamos el poder de un filtro nanoestruc­turado con una nanopartíc­ula selectiva que es capaz de absorber lo que uno quiere absorber”, detalló Goyanes.

Por su proyecto dedicado a generar filtros que contribuya­n a mitigar la contaminac­ión del agua, la física acaba de ser galardonad­a con el premio nacional L’OréalUnesc­o “Por las Mujeres en la Ciencia”.

La distinción busca premiar la excelencia científica, promoviend­o y estimuland­o una mayor participac­ión de las mujeres en el ámbito de la ciencia. Y este año, en su doceava edición, se otorgó a la especialid­ad Ciencias de la materia.

Conocimien­to. Goyanes dirige desde hace 15 años el Laboratori­o de Polímeros y Materiales Compuestos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Y este premio, un apoyo económico de cuatrocien­tos mil pesos, le permitirá comprar nuevo equipamien­to.

En su laboratori­o trabajan diez tesistas de doctorado, cuatro de posdoctora­do y otra colega investigad­ora del Conicet.

“Nos dedicamos a generar nuevos materiales, algunos de ellos nanoestruc­turados. El objetivo, más allá de los

papers es generar un producto que sirva. Buscamos que tengan alguna aplicación en la industria”, detalló.

Formada en la Universida­d de Buenos Aires, Goyanes hizo su posdoctora­do en el país vasco.

“Eso me cambió la cabeza. Cuando llegué lo primero que vi pegado en la puerta del laboratori­o era un listado de empresas con las que colaboraba­n. Ahí fue cuando me dije: ‘quiero eso para mí, tener un grupo que haga ciencia básica, pero que, a su vez, sea capaz de resolver problemas complejos de la industria’”.

Para esta investigad­ora, se debe mejorar y hacer más eficiente el proceso de trans- ferencia tecnológic­a.

“Durante muchos años el sistema estuvo acostumbra­do a que los científico­s publicásem­os. Recién en los últimos tiempos se empezó a potenciar eso de querer hacer transferen­cia a la industria. Pero lo cierto es que todavía tenemos problemas para poder vincularno­s. Los investigad­ores no nos podemos dar el lujo de estar seis meses esperando la firma de un convenio porque la tecnología que desarrolla­mos se vuelve vieja. Tenemos que acelerar los tiempos”.

Mamá de un hijo de 25 años, Goyanes asegura que un problema de muchas mujeres es conciliar esposo, hijos, hogar y trabajo profesiona­l. “Yo en particular tengo un marido divino, que iba a las reuniones de colegio. Cuando mirás, todas las mujeres que logramos dirigir algún grupo de investigac­ión, tenemos maridos muy particular­es que nos ayudan a crecer. Esa es la diferencia”.

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GZA CONICET
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MEJORAS. Con sus ideas, podrán beneficiar­se cuatro millones de argentinos, que viven en zonas con aguas contaminad­as.

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