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El autor de la biografía de Neil Armstrong, que esta semana llega al cine, habló con PERFIL sobre la vida del astronauta y las teorías conspirativas que aún persisten.
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El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convirtió en una de las personas más famosas del planeta. Sin embargo, el primer ser humano en pisar la Luna intentó mantener un bajo perfil y ya de regreso en la Tierra apenas cumplió con los requerimientos de rigor que su papel estelar como comandante de la misión Apolo XI le había legado. De pocas palabras, el astronauta de la NASA logró que durante décadas su vida privada fuera un misterio. Hasta 2005, cuando se publicó El primer hombre, su biografía autorizada. Allí, el historiador estadounidense James R. Hansen reveló varios aspectos desconocidos sobre el hombre que, tras dejar su huella en la superficie lunar, inmortalizó la frase “un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad”.
A días del estreno en la Argentina de la película El primer hom
bre en la Luna, basado en gran medida en el libro que acaba de editarse en español por Debate, PERFIL entrevistó al profesor de la Universidad Auburn especializado en historia de la ciencia y la tecnología, que consiguió lo que parecía imposible: que Armstrong le abriera la puerta a su intimidad. Hansen, que tiene 55 horas de charlas grabadas a lo largo de un año y medio de encuentros con el astronauta, se mostró orgulloso del film en el que el actor Ryan Gosling interpreta a Armstrong. “Creo que es una película brillante, aunque solo cubre ocho años de la vida de Neil –desde el final de sus años como piloto de pruebas hasta la llegada a la Luna– y mi libro abarca toda su vida”. —¿Respeta al libro en lo que tiene que ver con esos años?
—En gran parte, sí. Mi libro fue el primero en hacer foco en la muerte de su hija Karen (N. de la R.: murió a los 2 años debido a un tumor cerebral); en el impacto que tuvo para él esa muerte y en su decisión de convertirse en astronauta, algo que poca gente sabía. Y la película construye su trama dramática a partir de eso. Es más oscura que films como Apolo 13… creo que la historia sobre la llegada a la Luna ha sido muy edulcorada y en este caso no se endulza nada. Se ofrece la verdadera experiencia visceral de lo que ocurrió. —¿Cómo describiría a Armstrong?
—Era una persona muy centrada, severa y reflexiva. Se concentraba en lo que debía hacer y era capaz de bloquear todo lo demás que sucediera a su alrededor. Esto de algún modo lo convertía en una persona complicada para convivir, pero a la vez fue una característica esencial para alguien que debía cumplir una misión en el espacio. Era perfecto para ser astronauta.
—¿Qué pasó con Armstrong una vez que volvió de la Luna, más allá de la fama? —Se dio cuenta de que no iba
Neil se convirtió en un ícono global, pero eso no era algo que le interesara
a poder volver a volar como astronauta porque se había convertido en un símbolo. La NASA le ofreció una oficina en Washington para los programas aeronáuticos, pero una vez allí no dejaba de recibir llamados, le pedían que visitara embajadas para sacarse fotos, recibía unas 10 mil cartas por semana… sintió que no podía trabajar y eso le molestaba. Entonces aceptó un cargo docente en la Universidad de Cincinatti y volvió a Ohio para enseñar ingeniería aeroespacial. O sea, Neil se convirtió en un ícono global, pero no era algo que le interesara.
—¿Le describió cuáles fueron sus sensaciones al caminar por la Luna?
—Por sobre todas las cosas, Neil era ingeniero y había sido entrenado para poder recolectar muestras del suelo lunar. Cuando pisó la Luna estaba especialmente preocupado por poder describir lo que veía para que los geólogos pudieran entender y aprender de él. Lo veía como una misión científica. Pensaba en lo que tenía que hacer más que en ver qué le pasaba a él. Creo que controló sus emociones porque era parte de la misión.
Con todo, Hansen resalta que en cierto momento Armstrong no cumplió con la rutina establecida: sobre el final de la caminata lunar se acercó a un pequeño cráter, algo que no estaba en los planes. El film aprovecha ese incidente que puso nerviosos a los controladores de la NASA para sugerir que Armstrong fue a dejar la pulserita de su hija fallecida. “Especulé con eso en el libro porque sabemos que el traslado hacia el cráter existió, pero nadie sabe qué hizo una vez allí. Estaba fuera de cáma- ra. En una de mis últimas entrevistas con él le pregunté si había llevado algo de su hija Karen y su respuesta no fue muy directa. Me dijo: “No llevé nada personalmente mío”. No respondió mi pregunta y sé que debería haberlo presionado un poco más, pero no era una persona fácil y no insistí.. —¿Le preguntó qué hizo en el cráter?
—Sí, pero lo explicó en términos de la misión: que el cráter estaba muy cerca y pensó que podía conseguir rocas o muestras diferentes a las del resto del suelo lunar y que quiso tomar imágenes del interior. No fue convincente.
—¿Qué opina sobre las teorías conspirativas que aseguran que el hombre nunca llegó a la Luna?
—Conversé mucho sobre eso con Neil. Básicamente hay dos cosas que se pueden responder: una, que en aquel momento los EE.UU. estaban en una carrera espacial con la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. Si los soviéticos hubieran tenido alguna razón para sospechar que algo era falso, ellos hubieran sido los primeros en denunciarlo, y sin embargo aceptaron que los estadounidenses fueron los primeros en pisar la Luna. En segundo lugar, hubo unas 400 mil personas involucradas en el programa Apolo (de universidades, el gobierno, de la industria) y eso es mucha gente para lograr mantener un secreto. Es ridículo pensar que tanta gente aceptó participar en una mentira de ese tipo. Pero creo que aunque se aclare cada una de las dudas, siempre existirán quienes prefieran creer en las conspiraciones.