Perfil (Domingo)

Fin de zona urbanizada

Tanto oficialist­as como opositores ya se lanzaron a la campaña. La incógnita del desdoblami­ento.

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Las vacaciones se terminaron. La campaña comenzó. La dirigencia política en pleno está con su mente en modo electoral. A eso respondió la reaparició­n pública de Elisa Carrió en el programa A dos voces y la reunión que tuvo con Marcos PRETEMPORA­DA Peña en su casa de Exaltación de la Cruz. Por si alguno aún dudaba, quedó claro en los dichos de la diputada en vías de jubilación de los cargos públicos, que no solo no romperá Cambiemos sino que será una pieza clave. No es que la una a Mauricio Macri el amor sino el es

panto que, en este caso, tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Es la misma ecuación por la cual el peronismo busca desesperad­amente el camino de la unidad: el espanto a Macri. El renacido protagonis­mo de Marcos Peña es producto de los menesteres del año electoral. Eso lo apasiona y a eso le dedica todas sus fuerzas. Es –y no la gestión– lo suyo. La reunión de la mesa chica –el lunes pasado en la sede del PRO en San Telmo– encabezada por Peña y a la que asistieron el je- fe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, el senador y presidente del Consejo Nacional del PRO, Humberto Schiavoni, el secretario general de la Presidenci­a de la Nación, Fernando de Andreis, el secretario general del PRO y vicepresid­ente primero de la Legislatur­a porteña, Francisco Quintana y el secretario de Interior, Sebastián García De Luca. Lo primero que hizo Peña fue exhibir cifras de encuestas sobre el Presidente, en las que se aprecia que tiene una franja similar en imagen e intención de voto. Según esos números, Macri estaría siete puntos por encima de CFK. Se habló del desdoblami­ento en la provincia de Buenos Aires. Ni Peña y De Andreis se mostraron muy convencido­s de una idea que no les cierra. Pero no es solo a ellos a quienes les ocurre esto: a Macri tampoco le cierra. Y eso es lo central porque María Eugenia Vidal no va a hacer nada que el Presidente no quiera. De hecho, Vidal es la que tendrá que ver si logra convencerl­o.

Otro de los asuntos principale­s de la reunión fue la situación en la provincia de Córdoba donde el panorama es bien complejo para el Gobierno. Mario Negri y Héçtor Baldassi acordaron integrar una fórmula de consenso para la gobernació­n. Es un acuerdo que cuenta con el apoyo de Luis Juez que ha anunciado que competirá por la intendenci­a de la ciudad de Córdoba. Por lo tanto el que quedó afuera es el actual intendente, Ramón Mestre, que parece no tener ninguna intención de bajarse de sus intencione­s de dar pelea por la candidatur­a a gobernador. Ahí los radicales van a tener que jugar porque es una interna entre dos de sus actores. “Hoy, la situación está muy empantanad­a”, reconoce un funcionari­o importante del Gobierno. Y ése es un verdadero problema para Macri, quien basó su triunfo en la segunda vuelta de 2015 en la gran elección que hizo en esa provincia.

Unidad. En este gran ajedrez también se encuentra sumido el peronismo. La posibilida­d de alcanzar el triunfo tiene una condición sine quanon: la unidad. Y esa unidad hoy se ve lejana. Pero lejana no es lo mismo que imposible. De eso habló Alberto Fernández en la semana. “Cristina y Massa tienen una misma visión sobre lo que hay que hacer en la Argentina”, dijo el ex jefe de Gabinete. La única dirigente que salió a rebatirlo duramente fue la diputada Graciela Camaño. Y esto no es casual: tiene que ver con un cambio de actitud del ex intendente de Tigre que desde hace ya varios meses dejó de lanzar sus dardos contra la ex presidenta para apuntarlos directamen­te contra Macri.

Para el Frente Renovador lo primordial es crecer lo máximo posible hasta llegar al momento de definicion­es. Lo que se busca es lograr una postura unívoca en la oposición para después definir las candidatur­as. Y, a esa hora, lo que contará es cómo llegan los precandida­tos. Dependerá entonces si a CFK los números la muestran debilitada o fortalecid­a.

En ese tablero, el desdoblami­ento de la elección en Buenos Aires es un dato clave. Lo que allí pase puede modificar todo el tablero nacional. CFK ha anunciado que no intervendr­á en la confección de las listas ni en el armado de las alianzas que compitan a nivel provincial. Eso puede favorecer la unidad del peronismo y ponerlo a tiro de una victoria. En esa eventualid­ad, la figura del líder del Frente Renovador cobraría mayor relevancia. Con lo que exhiben las encuestas al día de hoy, a Massa no le alcanza para ganar, pero, sin Massa, al peronismo tampoco le es posible ganar. Money. La economía será clave a la hora de votar. Se asiste a un momento de pax cambiaria. El dólar se estuvo depreciand­o, y se apreciaron las monedas emergentes, que subieron en su totalidd. Por ejemplo Brasil subió un 4%, sostenido por las políticas de Jair Bolsonaro y su ministro de Economía. Esta estabilida­d cambiaria está fuertement­e influencia­da por el flujo de capitales a Brasil, atraídos por las nuevas políticas comunicada­s por su flamante presidente.

Los países emergentes tuvieron una mejora en estos diez días de enero, porque también se tomó nota de que la Reserva Federal de Estados Unidos se tomaría una pausa en su política de aumento de la tasa de interés.

Sobre el futuro, hay dos lecturas bastante disociadas por parte de los inversores, por cuanto los más comprometi­dos en títulos argentinos en posición compradora, están tratando de inducir a otros para que mantengan esta posición o que incluso la acreciente­n. Son los que están pensando que la reelección de Macri estaría afirmando el proceso de cambio de la Argentina. Confianza. La variable política acá es muy significat­iva. En la medida que Macri se afiance en las encuestas, o decrezca Cr istina, o la Argentina logre consolidar la posición de divisas para el 2020 –dato que es la gran incógnita del mercado– la confianza aumentará.

Si el peronismo (en sus distintas variables) no toma nota de esto, si su discurso es el de sumir a la Argentina en el aislamient­o, fracasará.

En medio de esta jungla, se escuchó –después de un largo tiempo– la voz de Roberto Lavagna. “Roberto escucha a todos, pero no promete nada”, se apresuró a aclarar una voz de su cercanía. “Hace falta una propuesta de unidad nacional” dijo –escueto como siempre– Lavagna. Es de lo que –paradojalm­ente– Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner están cada vez más lejos.

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