La derecha sin vergüenza
al punto de forzar su aprobación con la paralización del Estado que gobierna.
El ejercicio del poder no ha modificado al mandatario estadounidense, pero sí la mirada de los otros acerca de sus conductas. En América Latina cuenta con admiradores y discípulos. Bolsonaro aparece como su clon más exagerado por el predicamento evangélico y disputa con Mauricio Macri las mieles de una amistad que ambos creen decisiva para su “éxito”.
Todo es posible en el universo político de la antipolítica. Pocos recuerdan que “Jair Messias” accedió a la presidencia al ser “eliminado” el candidato favorito en las encuestas, que Lula lleva arbitrariamente nueve meses preso y que el juez que lo condenó sin pruebas pero con “convicción” es el nuevo ministro de Justicia. Moro, el supuesto “héroe incorruptible”, resultó ser el villano leguleyo, legitimador de la arbitrariedad y el autoritarismo.
Días atrás, The New York Times advertía sobre la intención republicana de suprimir votos de las minorías con triquiñuelas tales como aumento de requisitos, restricción del voto temprano, eliminación de ciudadanos naturalizados de las listas de votantes, entre otras propuestas. No asombra. La elección de medio término consagró al Congreso estadounidense como el más diverso de su historia: 43 latinos, 125 mujeres –incluidas dos musulmanas y otras dos nativoamericanas– y 150 representantes de la comunidad LGBTQ asumieron como representantes.
La versión argentina a la hora de ser “juez y parte” se define en la especulación de “calendarios electorales a la carta”. En una elección complicada para el oficialismo, se intenta confundir a la ciudadanía con desdobla- mientos electorales “convenientes”, manipular voluntades, ningunear el poder de la convicción por sobre el marketing y, todo el tiempo, patear la pelota fuera de la cancha.
El politólogo brasileño Martín Eigon Martino define a Bolsonaro como “la derecha sin vergüenza”. En los próximo días se encontrará con Macri. Ojalá ambos recuerden al alemán Georg C. Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. *Experta en Medios, Contenidos y Comunicación. Politóloga.