Del coro al estrellato
La obra A Chorus Line, estrenada esta semana en el teatro Maipo, muestra en detalle las rigurosas pruebas a las que se somete un grupo de bailarines ante el coreógrafo encargado de seleccionar a los integrantes de la fila de un coro que ha de secundar a la estrella en un espectáculo musical. Esos bailarines (llamados gipsies), que participan en castings con la esperanza de ser elegidos, tienen también la ilusión de algún día convertirse en figuras, como ha sucedido en algunos casos.
Josephine Baker, en 1921, era integrante del coro de mulatas en la revista Shuffle Along, de Noble Sissle y Eubie Blake, cuando luego de su estreno en Filadelfia se instaló en el teatro Cort de New York. Su trampolín al estrellato fue en 1925, cuando viajó a París con una troupe de artistas negros y allí se montó un espectáculo titulado Revue Nègre en el teatro Champs Elysees con un colorido vestuario y que introdujo el baile del charleston y ofreció atractivos números de tap-dance. Los afiches de ese show en los que Josephine posó semidesnuda fueron ilustrados por Paul Colin y distribuidos por toda la ciudad. Aprovechando que los franceses no tenían prejuicios raciales y apreciaban su talento y su exotismo, Josephine Baker se convirtió luego en la vedette del Folies-Bergère y el Casino, y sus giras le proporcionaron fama internacional.
Ma rlene Dietrich también fue parte de un coro de bailarinas vestidas de indígenas en la obra Broadway, de Philip Dunning y George Abbot, estrenada en Berlín en 1926.
El productor Samuel Goldwyn formó un coro de bailarinas a las que bautizó Goldwyn Girls y que incorporaba en películas que él producía, como Whoopee!, Escándalos romanos, y Un hombre fenómeno. Algunas integrantes de ese coro, como Paulette Goddard, Betty Grable, Lucille Ball, Ann Sothern y Virginia Mayo, con el tiempo se convirtieron en estrellas.
El caso paradigmático de una corista que pasó al estrellato es el de Shirley MacLaine. Ella era parte del coro en el musical Juego de piyamas, estrenado en Nueva York en 1954. La actriz principal (Carol Haney), a cuatro días del estreno, se dislocó un tobillo y fue sustituida por Shirley, justo en una función a la que asistió Hal Wallis. El productor quedó tan impresionado con ella que la contrató por siete años para la Paramount, donde filmó su primera película ( ¿Quién mató a Harry?), dirigida por Alfred Hitchcock, y eso fue el inicio de su brillante carrera.