—Pero hoy mucha gente comienza por las redes sociales para llegar a otros espacios como la televisión, la radio, el cine, lo que fuera...
—Puede que sea algo generacional. Cuando yo empecé a actuar, la televisión me parecía un medio lejano al que, básicamente, accedías por acomodo o algo por el estilo. Sin embargo, por una serie de avatares, llegamos a la televisión y continuamos en ella porque al público le gustó lo que ofrecimos, primero con De la cabeza o Chachachá, luego con Todo por dos pesos y más tarde con Peter Capusotto, así que en ese periplo la red social como medio de expresión no cuadra demasiado. Es cierto que ahora podés agarrar una camarita y hacer algo sin la necesidad de ir a un medio como la televisión, que ya está bastante deshilachada. En cualquier caso, lo que a mí me parece realmente importante es tener algo para decir. Comparando los años en los que yo empecé, con la apertura democrática, siento que había mucho para decir y se decían cosas interesantes y también porquerías, pero en todo eso había un grito que estaba presente, fruto de la necesidad de hacer algo, de las ganas de despertarse de la siesta. Ahora la vida tiene mucho más que ver con permanecer más tiempo en tu casa, porque las nuevas tecnologías lo facilitan y también hacen posible que haya mucha comunicación, quizá demasiada... es como si estuviéramos en una gran oficina llena de datos, independientemente de lo que hagas... También hay mucha circulación de cosas que supuestamente marcan novedades estéticas y que, en muchos casos, son cosas que en realidad no presentan ningún tiempo de innovación concreta, ni revisten un gran interés, ni tienen demasiada explicación o razón de ser. Hay cosas de internet, sobre todo, que pretenden tener un lenguaje que para mí es inexistente. De todas formas, de ninguna manera puedo asegurar haber visto ni siquiera una parte mínima de lo que circula por internet. Por supuesto que debo estar perdiéndome cosas interesantes, pero es imposible abarcarlo todo.