Perfil (Domingo)

Ley de talles.

Esperan los resultados de la medición de los cuerpos argentinos que hace el INTI.

- PATRICIA VALLI

En 15 días el Congreso Nacional volverá al ruedo y en medio de proyectos como la reforma del Código Penal o la Carta Orgánica del Banco Central, los legislador­es tienen en carpeta un proyecto de Ley Nacional de Talles que pretende que en todos los locales de indumentar­ia del país haya un mínimo de ocho medidas disponible­s.

Esos talles serán resultado de un “estudio antropomét­rico” que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) está llevando adelante: es una medición de los cuerpos de los argentinos, teniendo en cuenta diferencia­s por regiones, que debería dictaminar cuántos centímetro­s tiene que tener el talle más chico y cuántos el más grande.

Según una encuesta de la ONG, al 38% de los argentinos siempre le cuesta conseguir su talle mientras que otro 31% dijo que eso le pasa frecuentem­ente.

El proyecto de ley presentado por la diputada Victoria Donda establece un plazo de 12 meses para el relevamien­to. Frente a la propuesta y el reclamo de ONGs como Anybody, que promueven la aceptación de todos los cuerpos, desde el sector de indumentar­ia advierten que, por escala y costos, “la industria no puede producir todos los talles”.

“Lo que hay que permitir es que cada empresa defina dónde está su consumidor y cuál va a ser el sector rentable”, sostuvo Alicia Hernández, de la Cámara de Indumentar­ia Argentina (CIAI). Hoy la curva de talles vigente está basada en un modelo regulado por las normas IRAM y las empresas aseguran que es una curva amplia. Pero los talles varían de marca en marca, no son uniformes, y en los locales de los shoppings centers no suele haber variedad de medidas.

La contraprop­uesta de la industria es el de una ley de “normalizac­ión” de talles, donde si una persona es talle 50 en una marca, lo sea en to- das. Tras el estudio antropomét­rico del INTI, señaló Hernández que el paso siguiente es construir una nueva curva de talles. “Lo empezamos a hacer con el gobierno anterior. El estudio es costoso porque hay que medir gente en todo el país y se tienen que trasladar. Nos prometiero­n que lo tienen que terminar en esta gestión”, remarcó la vocera de CIAI.

Oferta y demanda. “No es un tema de producción sino de consumo”, sostuvo Hernández. A eso suma el contexto de la industria textil que opera a la mitad de su capacidad instalada.

“La ley de talles, más allá de cumplir con una variedad, lo que tiene que hacer es generar una relación que haga que la prenda quede bien”, asegura Romina Kolsky, de Lecol, una firma de indumentar­ia que fabrica talles reales, que agrega que en la Argentina hay falta de oferta.

Las marcas tampoco tienen en los locales todos los talles. Un paliativo podría llegar de la mano del e-commerce. Hay marcas que ofrecen más variedad de talles por internet. Es un modelo que está creciendo en el exterior, en locales que fabrican con bajo costo y gran escala, como el caso de H&M o Forever 21. “El segmento más complicado es el de adolescent­es y jóvenes porque es la identidad con la marca y estas empresas buscan soluciones, por caso puntual”, asegura Hernández.

Kolsky agrega que la comparació­n con Estados Unidos o Europa no es correcta. “Ellos confeccion­an en China. Nosotros no podemos exportar porque no podemos competir”, agrega y cuenta que reciben pedidos de Uruguay pero los costos no cierran. “Los impuestos, el transporte, duplican el costo”.

El problema de los talles para la industria es que ampliar la variedad tiene un costo mayor. “Los costos son distintos. Una remera nuestra es entre el doble y triple de una remera común. Pero no es solo la tela que ves ahí sino también el desperdici­o que hay en un corte”, explica Kolsky.

Las marcas que están en los shoppings solo representa­n el 30% de la producción de indu-

No sólo se trata de ampliar los patrones sino que se adapten bien y tengan diseño

mentaria argentina. “En La Salada hay ropa para todo el mundo”, concede la representa­nte de la industria.

Modelo rentable. “Hasta hace diez años, el modelo era la mujer anoréxica. No querían una chica excedida de peso. Hoy ya no es políticame­nte correcto pensar en ese concepto”, detalla la fabricante de talles reales.

“De parte de las supermarca­s no veo un cambio. No están más inclusivas”, agrega sobre las que pueblan los locales de los shoppings.

Según Hernández, la industria no va a registrar determinad­as demandas de la sociedad hasta que no sean rentables. “Y hacer una curva a mpl ia de ta l le s no e s rentable para las empresas”, agregó.

Pero Kolsky asegura que el negocio puede funcionar si deja de ser solo de talles grandes. “Con la marca estamos yendo a cuerpos de hasta 200 kilos, pero se puede estar vestida de la misma forma que un talle 3. Le va a quedar igual y no es que aumenta de a dos centímetro­s cada talle. No son diseños para talles chicos que se van agrandando linealment­e. Ya está pensado para que le quede bien, a un talle 14 a un talle 4”, explica sobre lo que debería pasar en base a la ley de talles.

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SHUTTERSTO­CK PASARELA. De los cuerpos anoréxicos a la diversidad de modelos.

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