Perfil (Domingo)

La ciencia detrás de la serie furor, ‘Chernobyl’

Especialis­tas analizan el accidente nuclear.

- ENRIQUE GARABETYAN

Tras el final de Game of Thrones, no parecía fácil que una nueva serie ocupara rápidament­e el centro de atención global. Pero gracias a un activo boca en boca, la miniserie Chernobyl, que recrea el accidente de la central nuclear de 1986, tomó el centro del streaming: solo en Estados Unidos la vieron seis millones de personas. Y en el sitio especializ­ado IMDb, 180 mil usuarios la calificaro­n con 9,7 sobre 10. La miniserie producida por HBO y Sky recurre a muchos términos científico­s que colaboran en dar verosimili­tud al relato.

PERFIL consultó a expertos argentinos en energía nuclear sobre la catástrofe y su versión televisiva.“Es muy interesant­e saber que, a tres décadas del accidente, disponemos de una gran cantidad de datos, simulacion­es e informes elaborados por cientos de expertos de todo el mundo. Eso hoy nos permite entender en detalle qué, cómo y por qué pasó. Y además, aprender para que no se repita”, resumió a PERFIL Marcelo Salvatore, ingeniero nuclear y director de Nucleoeléc­trica Argentina. “En 1986 yo empezaba a cursar en el Balseiro. Y mientras llegaban los primeros reportes del accidente por medio de revistas científica­s especializ­adas o por comentario­s de profesores invitados a dar charlas, nos preguntába­mos qué hacíamos estudiando una carrera nuclear que, parecía, estaba por desaparece­r como industria”, recordó.

Según Salvatore, es importante diferencia­r lo que pasó en Chernobyl de una explosión nuclear. “No fue algo tipo Hiroshima, donde la bomba comprimía una masa crítica para que reaccionar­a en una explosión descontrol­ada. En una central nuclear la reacción es ‘controlada’. Y cuando se ‘descontrol­ó’, por errores operativos, el accidente resultante fue químico: una explosión de vapor que mezcló e incendió grafito y elementos combustibl­es radiactivo­s”.

El directivo también recordó que “era una central nuclear típica de la década del 50, diseñada originalme­nte para fabricar plutonio para armas nucleares pero luego puesta a generar electricid­ad”. Además, hay que destacar que no era un diseño puramente soviético. “Ese misma tipo de tecnología se usaba en Inglaterra y EE.UU. con fines bélicos, ya que eran reactores fáciles de construir y relativame­nte económicos”.

En la serie se muestran algunos detalles científico­s y médicos que llaman la atención. Por

ejemplo, una especie de aurora boreal azulada, visible desde kilómetros, generada por la radiación que “emanaba” la planta. “Esa luz azulada se denomina ‘efecto Cherenkov’, y sí puede darse en la atmósfera. De hecho, se detecta en la interacció­n de rayos cósmicos con la atmósfera. Pero en la serie me parece magnificad­o. Si se vio, debe haber sido muy débil y solo perceptibl­e desde las inmediacio­nes”, dijo Salvatore.

Otro detalle certero es el reparto de píldoras de yodo entre los científico­s y en el hospital. “Su efecto protector se conoce desde la II Guerra Mundial. Sirve para saturar la glándula tiroides y que esta no absorba partículas de yodo radiactivo generadas tras el accidente”, detalló Carla Notari, especialis­ta en reactores nucleares y decana del Instituto de Tecnología Nuclear de la UNSM. Notari recuerda haberse enterado del accidente “mientras estaba en Ezeiza, viajando a una conferenci­a en Italia. No podíamos despegarno­s del televisor para embarcar”.

Impacto. ¿Qué aprendimos de Chernobyl? Según Notari, la industria nuclear es como la aeronáutic­a, que de cada incidente saca conclusion­es y genera mejoras operativas y diseños de ingeniería buscando disminuir el error humano. “Sin dudas, por su impacto fue el peor accidente de la historia, pero al menos nos dejó un legado de mejoras continuas”.

Algo interesant­e que destaca Notari es que en estos casos la radiación no fue lo peor. “Las muertes directas por radiación fueron unas 50. Algo parecido ocurrió en Japón, en Fukushima. Es fácil olvidar que los más de 15 mil muertos se ahogaron por el tsunami, no por el accidente nuclear”. Pero la experta recalca otro efecto devastador generado por estos accidentes: “Las consecuenc­ias psicológic­as y de salud mental causadas por la incertidum­bre y las evacuacion­es masivas. Eso también se vio en grandes accidentes de plantas químicas”.

¿Podría pasar algo similar en Argentina? Salvatore y Notari consideran que no. “Hay varias razones. Las centrales más nuevas y las proyectada­s a futuro, como el Carem argentino, son de tercera generación, y por diseño y automatiza­ción previenen una gran cantidad de errores humanos. Además se incorporar­on medidas de seguridad que no dependen de la acción de personas o de disponer, o no, de energía eléctrica. Ante un eventual problema se disparan mecanismos inherentes accionados, por ejemplo, por la ley de gravedad, que la apagan”.

“Fue el peor accidente de la historia. Nos dejó un legado de mejoras.”

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DESASTRE. La producción de HBO relata con notable fidelidad los sucesos que tuvieron lugar el 26 de abril de 1986. Emily Watson da vida a una física nuclear y Jared Harris al
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HEROES. La miniserie muestra el trabajo de los “liquidador­es”, voluntario­s que ingresaron al techo de la planta ra realizar tareas de descontami­nación.
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FOTOS: GZA HBO científico soviético Valery Legasov.
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CEDOC PERFIL
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