Perfil (Domingo)

El fantasma de la radiación persiste y crece el turismo

- FLORENCIA BALLARINO

Después de 33 años de una de las peores catástrofe­s nucleares de la humanidad, el fantasma invisible de la radiación continúa vivo en Chernobyl. Un equipo de investigad­ores de la Universida­d de Bristol (Reino Unido) realizó una exploració­n con drones sobre el Bosque Rojo, a 500 metros del complejo nuclear que sufrió el fallo crítico. Los científico­s crearon el mapa más detallado hasta la fecha de la radiación que persiste en el bosque, considerad­o una de las zonas más contaminad­as del mundo.

La zona resistió, en apariencia, la nube de escombros, aunque aún hoy guarda algunas de las superficie­s más radiactiva­s que se pueden encontrar en la Tierra. “Aunque el nivel de radiación se ha ido rebajando a lo largo del tiempo, existen ciertos radioisóto­pos con una vida media muy larga, por lo que la radiación afectará a la zona durante mucho tiempo”, concluyero­n.

En 2016, el reactor de Chernobyl fue sepultado bajo una nueva cubierta de acero y concreto que intenta contener la radiación, mientras es monitoread­a, y la limpieza continuará hasta 2065.

Durante décadas después del accidente, la zona de exclusión de Chernobyl –un área de aproximada­mente 4.300 kilómetros cuadrados alrededor del complejo nuclear– era tan tóxica que el paso estaba restringid­o para las personas. Pero a medida que la radiactivi­dad se fue disipando, partes de la zona se fueron abriendo a los turistas. De hecho, tras el éxito de la miniserie de HBO “aumentó en un 30% el número de turistas que visitan el área”, sostiene Sergiy Ivanchuk, director de la agencia de viajes SoloEast, en declaracio­nes a Reuters.

Incluso, investigac­iones de la Universida­d de Georgia muestran que la vida animal y vegetal ha comenzado a prosperar de manera salvaje en la zona.

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