De dimensiones humanas y optimista
Está por finalizar la segunda edición de la Feria del Libro de la ciudad santafesina, con una variada agenda de propuestas que se desarrolla en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Una réplica –sismológicamente hablando– de la Feria Internacional del
El jueves 29 de mayo, con la presencia de las máximas autoridades de la provincia de Santa Fe y de la Municipalidad de Rosario –el gobernador Miguel Lifschitz y la intendenta Mónica Fein–, y de la presidenta de Fundación El Libro, María Teresa Carbano, se inauguró una nueva edición de la Feria Internacional del Libro en esa ciudad a orillas del Paraná. En 2018, por iniciativa de Fein, la fiesta de los lectores volvió luego de una década de ausencia y convocó a 180 mil personas.
“Los rosarinos valoran mucho su feria”, contó a este diario la encargada de un stand de sellos infantiles durante el primer fin de semana. Mientras tanto, la sede del evento, el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, empezaba a poblarse de chicos, jóvenes y adultos. La feria, que a diferencia de la de Buenos Aires tiene entrada libre y gratuita, se extenderá hasta mañana, seguramente un lunes de promociones y ofertas antes de la despedida.
“Una feria, como cualquier acontecimiento cultural, debe construir su identidad y convertirse en un hecho de referencia a nivel nacional e internacional –indicó Oche Califa, director institucional y cultural de Fundación El Libro–; la de Rosario es una feria muy bien organizada, con un buen programa y amplia diversidad de libros para un público numeroso”. Con más de
150 actividades, para la programación de la Feria se convocó a autores extranjeros como el colombiano Jorge Franco y el español Francisco Layna Ranz, y a varios argentinos, como Guillermo Martínez, Sebastián Riestra, Luciana Peker, Anna K. Franco, Eduardo D’Anna, Nora Avaro, Julián López, Tute y Rep, entre muchos otros. Tributo al mejor cuentista. En 2018, la escritora homenajeada por la feria rosarina fue Angélica Gorodischer, deidad literaria de la ciudad. Este año, Elvio Gandolfo, para muchos el mejor cuentista de la literatura argentina actual, fue agasajado en una de sus tierras. El autor de Boomerang, Mi mundo privado y Los lugares (por citar tres títulos que se pueden leer como claves de una literatura que regresa a ciertos espacios de manera íntima y recurrente) se refirió a su iniciación como lector y escritor, en la adolescencia, bajo el influjo hormonal de Ulises, de James Joyce.
“No doy talleres ni recomiendo a los escritores que den talleres”, dijo Gandolfo, mitad en serio, mitad en solfa. “Un escritor es la persona más común del mundo, que observa y escribe. Para un escritor, la forma más disparatada de errar es creérsela”, agregó. El Buda de Rosario, sonriente y cáustico, cautivó a la audiencia y anticipó que ya había entregado a Blatt & Ríos un nuevo conjunto de relatos que definió como “cuentos chiflados”.
Una escala amigable. Entre editoriales, librerías y grupos de sellos, participan de la FIL rosarina 42 expositores, lo que representa un 10% de la edición porteña que se realiza en La Rural. El Fontanarrosa, ubicado sobre la plaza Pinasco, en San Martín al 1080, destina más de 500 metros cuadrados a los stands, tres salas para actos y presentaciones y un espacio para actividades infantiles. Esta escala amigable hace que el evento resulte más accesible para los visitantes.
Sorprende la gran presencia de editoriales rosarinas en la feria. Rosario es uno de los polos editoriales nacionales que escapan de la concentración porteña, y también uno de los más originales en cuanto a propuestas. En 2018, la Secretaría de Cultura y Educación, a cargo de Guillermo Ríos, invitó a participar a varios sellos independientes, sin costo alguno, por cinco días. Este año se habilitó un stand propio para 13 editoriales locales: Casagrande, Serapis, Ultimo Recurso, Ciudad Gótica, El Salmón, Le Pecore Nere, Aguará, QueSapa, Yair Ilustrado, Listocalisto, Truenos & Misterios, Libros Silvestres y Editorial Biblioteca (de la legendaria Biblioteca Vigil, que fue devastada por el terrorismo de Estado y reabrió sus puertas en 2013).
Además, en la planta baja del centro cultural varios stands institucionales, como el de la editorial de la Universidad Nacional de Rosario, el del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe y el de la Editorial Municipal de Rosario (EMR), ofrecen sus materiales. EMR cuenta con cuidadas antologías de poetas de la región, como Emilia Bertolé y Aldo Oliva; y sostiene una colección de novela corta, donde publicaron sus primeros libros Francisco Bitar, Analía Giordanino y Mario Castells, entre otros autores, y otras de fotolibros e historietas. Luego del éxito de Historieta LGBTI, EMR lanzó este año Poder trans. Historieta latinoamericana, en coedición con la Dirección de Diversidad Sexual. Rosario integra la Red Latinoamericana de Ciudades Arcoíris (que, con el ascenso de líderes autoritarios, no abundan en la región).
Respecto de las ventas, el inicio de la feria fue algo tibio. En los últimos días de mayo hubo gran cantidad de asistentes, en comparación con 2018 se compraron menos libros. Los expositores, sin embargo, se mantuvieron optimistas y, desde el sábado 1º a la tarde, las tarjetas de crédito asomaron tímidamente y los lectores, en especial los chicos, volvieron a sus casas con libros. La producción de libros para la infancia en Rosario se ha convertido en un caso de estudio. Editoriales con pocos recursos y dificultades para la distribución dan a conocer ediciones hermosas, con ideas originales de diseño, temáticas y nuevas perspectivas lectoras.
“No doy talleres ni recomiendo a los escritores que den talleres.” (Elvio Gandolfo)
Participan de la FIL rosarina 42 expositores, un 10% de la edición porteña