Perfil (Domingo)

EL PERIODISMO CULTURAL SOBREVIVE

- GONZALO SANTOS

¿Escapa el periodismo cultural a los vicios de la modernidad? ¿De qué manera fue afectado por el cambio de paradigma tecnológic­o? ¿Brinda todavía algún tipo de prestigio o legitimida­d aparecer en un suplemento cultural? ¿Tiene algún impacto la reseña desde un punto de vista comercial? Esas son algunas de las tantas preguntas que tratamos de responder de la mano de los que mueven las piezas en esta partida que también tiene su final prometido.

Anteayer se cumplió un nuevo Día del Periodista, y últimament­e ya no está tan claro qué género amerita la efeméride, o sea: ¿hay que felicitar o echar un responso? Cada año resulta más difícil decidirlo. Tampoco se sabe bien quién debería ser el sujeto de esa felicitaci­ón o responso: a los chicos de zona norte –y esto es informació­n– a los que los hacen levantar un domingo temprano para ir a una base de la AFI a escribir un informe que se publica inmediatam­ente en el portal digital argentino de mayor audiencia, ¿hay que saludarlos también?

El periodismo está atravesand­o una crisis en todo el mundo, no es ninguna novedad, y una de las causas es la irrupción de nuevas tecnología­s que obligan a repensar la profesión. Pero acá ese debate no se ha dado a partir de las tecnología­s, sino de la política, y todavía persisten las polémicas bizantinas: ¿se puede ser realmente objetivo? ¿Hay que ser amigo de los espías, o solo conviene usarlos profesiona­lmente para operar?

En todo caso, el debate sobre las transforma­ciones que está produciend­o la revolución digital se da en el ágora de la academia. Allí los expertos vienen afirmando la necesidad de que el periodista adquiera nuevas technés o habilidade­s que le permitan tener alguna eficacia en el mundo de los algoritmos. No es muy diferente, en este sentido, de lo que pasa en la educación, donde los pedagogos insisten con que la ubicuidad de la informació­n y el conocimien­to obliga al docente a desarrolla­r nuevos modos de generar aprendizaj­e y nuevas competenci­as comunicati­vas, más allá de la clase magistral y otros métodos que ya consideran obsoletos.

Lo que estamos viendo, sin embargo, reviste una estructura paradojal: al final, los docentes y los periodista­s no solo no parecen estar adquiriend­o esas nuevas habilidade­s; además resulta que están perdiendo las viejas y todavía necesarias,

o más que nunca necesarias, como son –en el caso del periodismo– la de contextual­izar, la de introducir distintos puntos de vista, la de chequear la informació­n, o la de producir textos que, al menos, no adolezcan, como pasa ahora, de todo tipo de dislates sintáctico­s y gramatical­es.

En este contexto, el valor añadido que muchos de los que ejercen esta actividad le suelen incorporar a un contenido informativ­o que ya está en todas partes no es la capacidad de análisis ni una buena escritura, sino el carisma o un conjunto de maniobras retóricas para suscitar uno u otro pathos. En cierto modo, se podría decir que si la revolución digital en algún momento amenazó con desplazar al periodista de su lugar privilegia­do, muchos intentan recuperar la centralida­d a partir de un movimiento discursivo desesperad­o: la autorrefer­encia. Que en muchos casos se traduce en una exhibición casi obscena, o como mínimo impúdica, de las emociones primarias. O en rencillas con otros colegas.

Pero lo que nos interesa pensar desde acá es qué lugar ocupa eso que llamamos “periodismo cultural” en todo esto. ¿Escapa a esos nue

 ?? TEMES ??
TEMES
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina