Perfil (Domingo)

Rigidez peronista

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Es difícil encontrarl­es el lado derecho a los billetes de los animales. En general se tiene la sensación de que siempre están al revés y que deben ser girados para ubicarlos en la dirección correcta. Si uno los pone igual que los anteriores, es decir con el espacio blanco a la izquierda, donde dice “Banco Central”, esa leyenda queda invertida.

El cambio de los próceres a los animales no fue solo de quién aparece, sino de referencia, de ubicación, de los espacios en esa hoja. La modificaci­ón en los billetes no debería ser tratada solo como el paso de los muertos a los vivos, como explicó Marcos Peña, sino como una alteración intenciona­da de referencia­s históricas y por lo tanto como una de muchas acciones de Cambiemos dirigidas a alterar conexiones sociales de larga trayectori­a.

Muchas de esas acciones, mucho más exitosas que el manejo de la inflación, están generando enormes dificultad­es en el desarrollo comunicaci­onal de las campañas electorale­s de sus enemigos. No solo cambiaron billetes, cambiaron reglas de juego.

Esos billetes conviven en las billeteras con los antiguos y no hay manera de ordenarlos sin que unos queden al revés de los otros. Igual que los billetes, que se entremezcl­an entre sí, la política se encuentra ofreciendo una nueva combinació­n de actores que solo es posible producto de la dilución de las referencia­s anteriores.

Pichetto convive con Macri, Lousteau con Larreta, igual que Massa con Alberto Fernández. Si bien la elección se encamina hacia una polarizaci­ón de valores, que solo tiene un pasado similar en 1989, el modo en que los actores se incorporan en esos cúmulos de elección de voto no se muestra tan orgánico como hace tantas décadas. No es el partido político el que construye la opor- tunidad, sino que la oportunida­d la otorga la intención de voto y desde allí clarifica para el político profesiona­l hacia dónde debe dirigirse para tener trabajo en el futuro.

Esta modificaci­ón de orden, es decir desde la intención de voto hacia el partido, y no desde el partido como manera de construcci­ón de preferenci­a de voto, ha permitido beneficiar sensibleme­nte a quien mejor lo comprende, justamente Cambiemos.

El anuncio de Pichetto como candidato junto a Macri no puede ser explicado por una lógica partidaria, mientras que el de Alberto Fernández sí, y el origen de la base de ambas decisiones está mostrando los beneficios y limitacion­es que cada uno contiene. Mientras que Alberto Fernández está cada día más preso de las tensiones partidaria­s, Macri se puede permitir pensar un futuro abierto y construir una ilusión próxima sin necesidad de tantas aclaracion­es.

En la base de este enorme litigio electoral hay una tensión muy considerab­le entre clase media y clase baja. En esos extremos, en donde una clase social es claramente diferente de la otra, las preferenci­as por el peronismo o por Macri no ofrecen mayores dudas.

El problema serio para una elección con tanta polarizaci­ón es la referencia obvia por la franja compleja de los indecisos, que por lo general se encuentran en los límites de ambos segmentos sociodemog­ráficos, y para llegar a ellos, que parecen no estar ni aquí ni allá del mundo político conocido, la referencia partidaria no parece ser la mejor fórmula.

Alberto Fernández entiende perfectame­nte que debe ir a buscarlos, que su rol en este momento del peronismo es mostrarse como una opción blanda a la rigidez kirchneris­ta, pero que sin embargo recae una y otra vez en las demandas y obligacion­es que el partido le impone.

El intenta ser el billete nuevo, pero lo vuelven a acomodar en la billetera en el sentido que se parezca a los anteriores, y sabemos que cuando eso sucede los textos quedan al revés. Fotos con sindicalis­tas, actos bien peronistas y cientos de miles de dedos en V lo fuerzan a licuar todas las intencione­s originales que su persona podría vehiculiza­r, hacia una deglución del partido a su personalid­ad. Mientras Pichetto se mueve como pez, en un agua más calma y agradable, Alberto batalla contra las olas de un mar infernal.

Cuál es el lado derecho o inverso de la comunicaci­ón parece un esfuerzo inútil por develar, pero solo queda claro que hay un orden previo de las referencia­s que ha comenzado a morir.

Como si 2017 no fuera suficiente, el peronismo empieza a encontrar en su lejanía una complejida­d electoral que de nuevo no logra resolver y, como alguien desesperad­o, solo reacciona con lo primero que tiene a mano: un acto, unos dedos haciendo la señal y unos sindicalis­tas. Justamente todo lo que odia esa franja todavía no decidida.

Condiciona­do, Alberto recurre en la campaña a los gestos típicos del peronismo que aleja a la franja de indecisos

*Sociólogo.

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LUIS COSTA*

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