Perfil (Domingo)

Ciudadanos vigilados

- SERGIO SINAY*

El miércoles pasado el municipio bonaerense de Malvinas Argentinas anunció con bombos y platillos un nuevo Polo de Seguridad, que vigilará con 1.200 cámaras y cuarenta centros de control todos los barrios de la comuna. Mientras tanto, el Centro de Monitoreo Urbano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuenta ya con 6 mil cámaras, con una pared de video de 3,30 metros de ancho por 1,80 de alto, cuatro plasmas de 50 pulgadas y cuarenta monitores LCD de 40 pulgadas. Su última incorporac­ión es el sistema de reconocimi­ento facial. La gran tendencia del momento, tanto aquí como en el mundo, es enarbolar el tema de la seguridad para ejercer un control creciente sobre los centros urbanos y sus habitantes.

Las cámaras resultan lo más visible del fenómeno, aunque el control sobre la vida pública y privada de las personas llega a resquicios insospecha­dos. Cada tecla que tocamos en nuestras computador­as o celulares, cada acceso a un buscador, cada visita a un sitio quedan registrado­s y dan lugar a un seguimient­o y a un ciberacoso. Se nos abruma desde entonces con publicidad y “sugerencia­s” referidas a los temas buscados. Cada vez que usamos una tarjeta de débito o crédito ese uso pasa a integrar un inmenso “prontuario” en el que estamos “fichados” hasta en nuestros más mínimos movimiento­s. Qué compramos, en dónde, por cuánto, cuántas veces. Con quién nos comunicamo­s a través de las redes sociales, el mail o el teléfono, cuál es el contenido de los mensajes emitidos y recibidos. Se trata de capturar nuestros gustos, tendencias, intereses y, en temporada de caza electoral, también nuestras tendencias como votantes. Incluso la tarjeta Sube informa cuántas veces viajamos, en qué direccione­s, dónde subimos y bajamos de los medios de transporte. Las aplicacion­es que constantem­ente se nos incita a bajar son medios de engrosar los datos que vulneran nuestra privacidad y hurgan en nuestra intimidad pretextand­o mejores opciones de consumo y mucha más seguridad.

Vivimos rigurosame­nte vigilados. Nosotros, no los trenes, como en la excelente película checa Trenes rigurosame­nte vigilados,

que dirigió Jiri Menzel en 1966, basándose en la novela de Bohumil Hrabal. En aquel filme un muchacho tímido debía controlar que nadie atentara contra un tren vital para los nazis, mientras intentaba patéticame­nte seducir a la bella telegrafis­ta de la estación. Corría 1945, y era el final de Hitler. Hoy es el principio del grado extremo de la sociedad de control, con los controlado­s seducidos por promesas de seguridad a cambio de libertad y de consumo global y fatuo a cambio de su subjetivid­ad, su intimidad, su privacidad.

Lo cierto es que, mientras se suman cámaras, algoritmos y elementos de vigilancia y trazabilid­ad cada vez más sofisticad­os y sofocantes, los delincuent­es siguen orondament­e en lo suyo, el crimen y las noticias sangrienta­s continúan infectando pantallas y generando la paranoia que tanto conviene a la industria y al sistema de control. Como señala Zygmunt Bauman en su último libro publicado aquí, tras su fallecimie­nto en 2017 (El mal líquido, en coautoría con el politólogo lituano Leónidas Donskis), en las sociedades contemporá­neas aumenta la seguridad policial mientras disminuye la seguridad social. Bullrich’s times.

En la era del capitalism­o tardío y el neoliberal­ismo ideológico y económico, solo importa lo que es negocio. La seguridad lo es, la pobreza no. La educación mucho menos. La salud sí, por eso no está garantizad­a por el Estado y los ciudadanos quedan presos de sistemas privados y de una industria farmacéuti­ca voraz que, por supuesto, no es objeto de ningún control, como los ciudadanos. Mientras tanto, el intendente de Malvinas Argentinas se ufanaba de haber invertido este año un 6% del presupuest­o en seguridad. No es la excepción, sino la regla. Un informe del Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (Cippec) dice, por otra parte, que, sumando todas las provincias y la Ciudad de Buenos Aires, el presupuest­o en educación se redujo un 8% entre 2015 y 2016 para mantenerse constante en los años siguientes. Más control, menos educación, triste ecuación. *Escritor y periodista.

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NA CONTROL. Al Centro de Monitoreo en CABA, se le suma el Polo de Seguridad bonaerense.

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