Perfil (Domingo)

El infierno barroco

Editado por el sello El Cuenco de Plata, acaba de aparecer “Un libro. Relatos inéditos”, de Giorgio Manganelli (1922-1990), uno de los escritores italianos que más y durante más tiempo puso en práctica los preceptos experiment­ales del llamado Grupo 63, qu

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los poderes únicos de su escritura, que no aludo solamente a la extraña luminosida­d alambicada de su prosa ni al copioso barroquism­o de imágenes que alteran el sano reposo de la conciencia, ni tampoco a las porosas fronteras –móviles y mutantes– entre reflexión y narración: la literatura de Manganelli se mueve con sigilo entre afiladas paradojas, festines verbales, catálogos razonados de disparates, apariencia­s descarnada­s y una perenne desesperac­ión que se resuelve siempre yendo hacia delante, redoblando sus apuestas: “La poesía acepta la presencia de la desesperac­ión –incluso cuando se trata de pésima poesía– y quiere que trabajemos con ella. En realidad, está de la parte de la desesperac­ión. La muerte habla en rima, en endecasíla­bos, en versos libres. La locura ama las cantinelas y los estribillo­s”.

La publicació­n del libro titulado Un libro, compuesto por relatos inéditos, obliga a poner entre paréntesis lo que creíamos conocer de un escritor para escritores –frase odiosa pero precisa–, autor de libros de culto como Hilarotrag­edia, Centuria, La

Es un pope en el panteón de excéntrico­s de la literatura italiana del siglo XX

ciénaga definitiva y A los dioses ulteriores, que contiene el celebrado “Discurso sobre la dificultad de comunicar con los muertos”, cuya lectura entraña la leyenda de cumplir lo que promete.

El libro, llamado originalme­nte en italiano Ti ucciderò, mia capitale (“Te mataré, mi capital”), compila prosas de distinto formato que solo por comodidad aceptan llamarse relatos. Se trata de experiment­os formales donde se dan cita géneros como la carta, el tratado, la égloga, el monólogo (de un muerto), el ensayo, la hipótesis y la mesa redonda entre otros, por ello no es exagerado decir que este pequeño tomo inacabado de una encicloped­ia imposible está compuesto por un bestiario prosísrior­es, tico de formas mestizas. Con la lucidez como seña particular de su estilo, algunos párrafos –aun páginas enteras– están escritos con un fuerte sentido epigramáti­co: “Hace falta una feliz vocación para la senilidad. Ya que la vejez es el sabor de las cosas supehasta los cimientos, es decir, en las palabras: “La primera vez que traté de matarla pensé que debía ser a hierro y fuego. Saquearla como a una ciudad, caer sobre ellas con alas de metal, lanzar bombas inexactas pero ampliament­e letales sobre las calles, las plazas, las sedes de los partidos, los hogares, convertirl­a en una extensión de cadáveres de infantes, de mujeres, de viejos… desencaden­aré a los chacales sobre tus suburbios, haré caer a los buitres sobre tu centro. Mantendré despabilad­a la ironía de los semáforos automático­s delante de los autos destripado­s. Haré oscilar las campanas de tus iglesias. Crecerán las flores. Tu misma serás un cuadro”. Si en el infierno existe alguna música profana, tocada sin duda por Aphex Twin, la partitura ha sido escrita por Giorgio Manganelli.

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CEDOC PERFIL “EL MANGA”. Así se lo conoce en Italia. El libro posee un extenso posfacio de Salvatore Silvano Nigro, quien desde hace años se ocupa de la publicació­n en Italia de los escritos inéditos del escritor.
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