Como una buena llave
La poesía estadounidense encuentra en June Jordan (1936-2002) una voz única. Como muchas de sus contemporáneas, alza la voz por reivindicaciones sociales y los derechos de las minorías, y lleva a la lírica la experiencia personal. Quizás como nadie trenzó estos dos hilos, con la costumbre histórica de la negritud afroamericana. El resultado es una obra potente, que va al hueso del reclamo, de la denuncia.
Oportunamente, Bajo la Luna decide editarla en medio de discusiones insoslayables del feminismo. Y para quienes solo sabían de su existencia por alguna traducción en blogs, o aquella que Diana Bellessi compiló en Contéstame, baila mi danza (a principios de los 80), esta selección traducida por la poeta Flor Codagnone da cuenta de una obra mayor en este convulsionado presente: Cosas que hago en la oscuridad es una muestra brillante de una obra de una vigencia contundente.
Como un atisbo de esa voz tan particular, corrosiva y amorosa, basta citar ese poema reconocido que es un canto, una llamada esperanzada (y en mayúsculas): “LLAMADO A TODAS LAS MINORÍAS SILENCIOSAS// EY/ VAMOS/ SALGAN// DE DONDE ESTEN/ NECESITAMOS TENER ESTA REUNION/ JUNTO A ESTE ARBOL// QUE NI SIQUIERA/ FUE PLANTADO/ AUN”. Como apuntó Bellessi en su antología, Jordan “hace estallar el inglés contemporáneo, incorporando a él una tradición, un horizonte mítico y un riquísimo coloquialismo afroangloamericano.”
Como una buena llave para entrar a la poesía de June Jordan, sus palabras certeras y vibrantes: “He aprendido a pelear y estoy aprendiendo a amar. Trabajo con intensidad y espero que mi trabajo nos ayude a liberarnos del culto al odio y a la muerte, lúgubres poderes que dominan al mundo”. ■