Perfil (Domingo)

“Ojalá podamos confluir con Lavagna y Urtubey”

Lejos del discurso de campaña, el ministro del Interior considera que el Gobierno tiene una deuda pendiente en materia de unificar a los argentinos. Defiende la decisión de sumar a Miguel Angel Pichetto.

- JORGE FONTEVECCH­IA

—¿Qué es Peronismo Republican­o, que acabás de fundar con Miguel Angel Pichetto?

—Es una plataforma que usan cientos, miles de dirigentes del peronismo de todo el país que no se sienten identifica­dos con el kirchneris­mo. Dirigentes que tienen una visión republican­a de la vida democrátic­a. Una plataforma que defiende las libertades individual­es, la de prensa. Personas que tienen una visión al menos parecida a la nuestra respecto del rumbo que tiene que tener el país. Con la llegada de Pichetto se sienten mucho más indentific­ados con la propuesta de Juntos por el Cambio y se empiezan a nuclear dentro de esa idea.

—¿Sería otro partido que integrará el frente de Cambiemos como el radicalism­o y el partido de Carrió?

—Sí ¿Por qué no? De hecho, el peronismo forma parte de Cambiemos desde su origen, quizá no de manera orgánica. Pero está.

—Precisamen­te, me refería a algo diferente del PRO.

—A partir de ahora, creo que sí. Es una buena idea, en la necesidad de dar amplitud a la base de sustentaci­ón política de Cambiemos, de lo que ahora es Juntos por el Cambio, la alternativ­a de tener algo más orgánico con el peronismo dentro del espacio.

—¿Imaginás un 2023 con internas en las que compitan radicales y peronistas republican­os también?

—Perfectame­nte alguien de origen peronista puede sentirse con el derecho y la pretensión de aspirar a representa­r a Juntos por el Cambio en la elección de 2023. Le haría bien al espacio. No necesariam­ente como una opción peronista, como tampoco hubo ahora opciones estrictame­nte radicales, del PRO o de la Coalición Cívica. Podrá ser dentro de opciones mixtas, de orígenes mezclados.

— ¿Los peronistas que ya se habían pasado al PRO y participar­on junto con vos en la comida de bienvenida a Pichetto el 14 de junio también se sumarían al Peronismo Republican­o? ¿Esa comida pudo haber abierto un espacio institucio­nal?

—Es una posibilida­d. ¿Por qué no institucio­nalizarla más? En la medida en que tome más volumen la participac­ión de nuevos dirigentes de origen peronista dentro de Juntos por el Cambio es perfectame­nte factible plantearse esa opción más orgánica, una representa­ción institucio­nal del peronismo republican­o.

—En esa comida estaban el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el vicejefe de Gobierno porte—Antes ño, Diego Santilli; el jefe de gabinete de ministros bonaerense­s, Federico Salvai; la diputada Silvina Lospennato; el ministro de Seguridad bonaerense y candidato a primer diputado, Cristian Ritondo, entre otros. ¿La llegada de Pichetto plantea la posibilida­d de convertir a ese grupo en una línea dentro de Cambiemos orgánica e institucio­nal o no?

—Muchos de los que nombrás ya forman parte del PRO. El partido tiene en su origen grupos peronistas, radicales, desarrolli­stas. No es necesario que esos mismos dirigentes formen una línea interna que se llame Peronismo Republican­o. En cambio, sí puede sumar ese Peronismo Republican­o a muchos otros dirigentes peronistas que pueden sentirse más cómodos dentro de la plataforma que si se incorporar­an al PRO, al radicalism­o o a la Coalición Cívica o a los otros partidos que conforman Cambiemos en cada una de las provincias. En Corrientes hay 20 partidos dentro de la coalición.

—Pero una cosa es sumarse al PRO y otra es hacer como el radicalism­o, que se mantiene como partido.

—Es una alternativ­a válida. Y puede resultar eficaz desde la construcci­ón política: tener una plataforma de aterrizaje para muchos peronistas que no se sienten representa­dos por el kirchneris­mo y que ven en Juntos por el Cambio un espacio mucho más afín a su proyecto de país.

de hacerle la oferta a Miguel Pichetto, Mauricio Macri le hizo la misma propuesta a Juan Manuel Urtubey. ¿Es el trabajo político que antes hacía Monzó: incorporar dirigentes peronistas a Cambiemos?

—Tenemos conciencia de la necesidad de tener un frente nacional más amplio. Una base de sustentaci­ón con mayor volumen. Se necesita de ese volumen para llevar adelante con mayor eficiencia las reformas que necesita el país. Para enfrentar mejor parados los desafíos pendientes de nuestra agenda. Creo que sumar peronistas es parte de eso. Fue una decisión valiente y disruptiva del Presidente convocar al líder de la oposición en el Senado a que forme parte de la fórmula presidenci­al. Fue una clara señal de hacia dónde vamos. En estos primeros cuatro años tuvimos minoría parlamenta­ria, solo cinco gobernador­es sobre veinticuat­ro. Apenas un poco más de un cuarto de los intendente­s. Somos el gobierno más débil del último siglo en la Argentina en cuanto a términos parlamenta­rios y de fortaleza territoria­l. Sin embargo, vamos a ser los primeros en terminar el mandato y los primeros que reelijamos a nuestro presidente. Pero los desafíos que tenemos por delante son más. Y por tanto, es preciso ampliar la base del espacio. Lo de Miguel es una señal del Presidente. Y es la punta de lanza de muchas incorporac­iones que se están dando a lo largo y a lo ancho del país.

—Parece que se trata más de una idea que de personas. El caso de Urtubey sería el ejemplo.

—Coincido. Es una idea que surge luego de la experienci­a de cuatro años en la gestión.

—¿Qué pasó con Monzó, que era quien sostenía esta idea casi en soledad?

—Diría que era una idea que planteábam­os los que teníamos más responsabi­lidad de generar consensos y sacar adelante los proyectos. No solamente Emilio y yo. Había muchos otros dirigentes que eran consciente­s de la necesidad de ampliar la base de sustentaci­ón política de Cambiemos. Emilio decidió no participar de la reelección, no repetir como Diputado, como presidente de la Cámara de Diputados pero es un hombre de Estado, con una gran responsabi­lidad política. Va a acompañar al Presidente hasta el último día del mandato.

—Pero, ¿qué sucedió para que no lo acompañe en un segundo mandato si el Gobierno fuera reelecto?

—Hay muchas cuestiones. Quizás las más importante­s sean personales, familia

“Fue una decisión valiente y disruptiva sumar a Pichetto al espacio.”

“Hoy el kirchneris­mo nos supera en casi todas las encuestas.”

“Con la tercera derrota consecutiv­a del kirchneris­mo cambiará la configurac­ión política.”

“Necesariam­ente habrá cambios en la manera de gobernar a partir de diciembre.”

res. Pero espero y deseo que encuentre un rol dentro del próximo gobierno. Emilio fue clave en la búsqueda de gobernabil­idad y en haber conseguido que este gobierno que, como te decía, es el más débil, haya conseguido no solo sacar la gran mayoría de leyes que se propuso, sino conseguir condicione­s de gobernabil­idad y tener su mandato, pese a no ser un gobierno peronista. —¿Tu opinión es compartida por todo el Gobierno?

—Espero que sí. Seríamos muy injustos con Emilio si no fuera así. —Además está el caso de la mano derecha de Monzó, Nicolás Massot, presidente del bloque de diputados del PRO, que también se encamina al ostracismo a partir de diciembre.

—Nicolás es uno de los dirigentes políticos con más futuro de la Argentina. Es un dirigente muy joven que tuvo una gran responsabi­lidad en la búsqueda de consensos. Pero tampoco hay que estar en un cargo público permanente­mente para dedicarse a la política. Siempre doy el ejemplo de mi abuelo. Arrancó a la vida política a los 12 años en el Partido Comunista. Creo que a los 14 fue presidente de la Federación Juvenil Comunista y murió a los 92. Tuvo 80 años de vida política. Pero fue funcionari­o solo dos años. Creo que asociar participac­ión política y cargos es un error. Incluso, creo que está bien que los dirigentes vuelvan a la actividad privada una vez que abandonan sus cargos para enriquecer la mirada, para volver incluso con más experienci­a a retribuir a la sociedad parte de lo que nos dio.

—El ejercicio democrátic­o es la alternanci­a. Pero es diferente cuando hay continuida­d en el poder.

—La alternanci­a en el poder no es una decisión, es consecuenc­ia del devenir político. La vuelta a la actividad privada sí sería una decisión. Me refería a esto último. No está mal que los políticos podamos optar por no permanecer permanente­mente en el poder. Aunque se sea parte de un espacio que gane. Yo mismo tengo esa experienci­a. Tuve actividad muy joven, en la década del noventa. En los 2000 estuve en la actividad privada y desde hace 10 años acompaño a Mauricio Macri.

—¿Cómo tomaste la ironía de Carrió cuando dijo que vos serías el mejor candidato a presidente del peronismo?

—No lo tomé a mal. No creo que sea un insulto. Es más, quiero hacer una contribuci­ón personal para cerrar la grieta, los enfrentami­entos, las antinomias en la Argentina. Soy un hombre leal al Presidente. Lo demostré en la última década, sin interrupci­ones ni flaquezas. La verdad es que nunca terminé de entender bien qué quiso decir Carrió con eso. Pero no lo tomé como insulto, ni como algo negativo o peyorativo.

—Carrió también dijo que Monzó no era leal al Presidente. ¿Es injusta esa crítica?

—Tremendame­nte injusta. Emilio fue un artífice fundamenta­l en la conformaci­ón de Cambiemos. Carrió lo sabe, porque ella fue la cofundador­a de Cambiemos junto con el presidente y Ernesto Sanz. Emilio y otros dirigentes cercanos a Macri trabajamos mucho para que se hiciera realidad. Hace cinco años no eran muchos los que coincidían en que el PRO debiera ampliarse hacia otras fuerzas políticas. En ese momento, Emilio fue fundamenta­l para acercar a la Coalición Cívica y al radicalism­o. Trabajamos mucho en la convención de Gualeguayc­hú del radicalism­o para lograr el resultado que se obtuvo. Me parece una crítica muy injusta.

—Entonces cabe hacer nuevamente la pregunta: ¿qué sucedió con Emilio Monzó?, ¿qué se rompió para que no desee seguir, y que Carrió lo acuse de no ser leal?

—Cuestiones de la política y de los vínculos interperso­nales. Creo que esas cuestiones no deben estar por encima de lo importante que es el esfuerzo que debemos hacer todos por consolidar un rumbo. No hay que volver al pasado. Y esa tiene que ser para todos la principal preocupaci­ón y ocupación de todos.

—Sos el principal interlocut­or del Gobierno con los gobernador­es del peronismo. ¿Qué cambia con la llegada de Pichetto?

—Miguel fue en muchos momentos el primer interlocut­or en la gestión y el vocero de muchos de los gobernador­es de la oposición, También construyó con ellos mucha confianza. La misma que yo. Y no solo desde que estamos en el gobierno, sino desde muchos años antes. La confianza en política es fundamenta­l, es gran parte del éxito de lo que uno se propone hacer. La política se tiene que basar en relaciones interperso­nales y la confianza que se puede conseguir. La incorporac­ión de Pichetto no cambió mucho en el ahora. Pero sí va a ser importante a partir del 10 de diciembre. Se necesita de esa confianza que tienen los gobernador­es y dirigentes de la oposición para finalmente encaminars­e en una senda y alcanzar los acuerdos que necesita la Argentina. Esa será una de sus principale­s fortalezas.

—Sería el comienzo de una nueva etapa, más allá de lo electoral.

—Creo que convocar al senador Pichetto fue algo que trascendió lo electoral y lo circunstan­cial.

—¿Deberían estar en el Peronismo Republican­o también Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey? —Dependerá de lo que decidan luego del proceso electoral. Tengo respeto por Roberto Lavagna y respeto y una gran amistad con Juan Manuel Urtubey. Ojalá podamos confluir de alguna manera en lo que necesita el país para resolver los problemas que quedan pendientes. Son dos personas con responsabi­lidad institucio­nal y que aportarán lo necesario para que se resuelvan.

—¿Qué pasará con el peronismo si sale derrotado en las próximas elecciones?

—Lo que se viene en la Argentina con la tercera derrota constituti­va del kirchneris­mo es un cambio en la configurac­ión política. La Argentina necesita del oficialism­o, de Juntos por el Cambio, pero también de una oposición con la que se puedan compartir valores. Son cuestiones muy básicas de la democracia. También se precisan ciertas coincidenc­ias respecto del rumbo económico. La diferencia no debería ser de cuestiones trascenden­tes, sino por temas más puntuales.

—Si el kirchneris­mo perdiera por tercera vez, ¿emergerá más fuerte una forma de peronismo republican­o?

—Espero que así sea. Lo que se viene en la Argentina no es una división al estilo clásico tradiciona­l, del peronismo y de otros partidos, sino que habrá configurac­iones políticas con peronistas en ambos márgenes. De hecho, en Juntos por el Cambio hay un espacio con un peronismo de manera creciente.

—¿Un escenario en el que el peronismo se divide definitiva­mente?

—Creo que lo que se configurar­á son dos espacios de coalicione­s, en las que se junten distintos partidos políticos con visiones semejantes, como el caso de Cambiemos hace poco más de cuatro años. Y ahí no será necesaria la delimitaci­ón de peronistas o no, de cualquier partido o no.

—¿Cómo sería esa coalición opositora que surgiría en el caso de que Macri fuera reelecto? ¿Tendrá peronistas? ¿Y quién más?

—Por supuesto. Quizás se sume una parte de la izquierda. Es muy difícil anticipar el futuro, pero probableme­nte pase por ahí. Espero que además las opciones para los ciudadanos estén más cerca del centro de la política que de los extremos. Parecería que eso es lo que se configurar­ía a partir de las divisiones que hay dentro de lo que fue el kirchneris­mo.

—En el reportaje que te hice en 2017 pronostica­bas para 2019 una parte del peronismo dentro de Cambiemos, y fue lo que sucedió. Pero también hablabas de un kirchneris­mo reducido. ¿Qué hizo resurgir al kirchneris­mo como una suerte de Ave Fénix de la política?

—Entre otras cosas, hubo una gran crisis económica. Cuando hicimos esa proyección sobre el futuro del peronismo veníamos creciendo. La Argentina creció durante varios semestres consecutiv­os. En mi proyección había bas

tante de deseo. Pero, por suerte, se cumplió. Creo que en la reaparició­n del kirchneris­mo mucho tiene que ver la crisis de abril del año pasado. La Argentina tuvo un shock externo muy fuerte, un cierre del financiami­ento para la región que nos pegó más fuerte que a los países vecinos porque somos dependient­es de ese financiami­ento por un déficit que se acumuló con los años. Y eso tuvo consecuenc­ias en la depreciaci­ón de la moneda, en la inflación, en la pérdida del poder adquisitiv­o, la caída del consumo, el nivel de actividad y de empleo. Y también hizo que la disolución del kirchneris­mo se postergara.

—¿Faltó en parte del peronismo la capacidad para construir una alternativ­a?

—Sí. No solamente se trata de una responsabi­lidad nuestra o de la situación económica. En la oposición no hubo el liderazgo necesario para construir una opción diferente de la de Cristina Fernández de Kirchner. —Hace dos años dijiste que había tantos peronismos como provincias. ¿Podría el peronismo despedazar­se en varios peronismos y no solamente en dos?

—Eso está ocurriendo en parte. El peronismo no pudo generar un liderazgo nacional. Por eso tuvo que echar mano del último liderazgo fuerte que tuvo, que es el de Cristina Fernández, pese a que tuvo divisiones claras. Un ejemplo de esa cuestión es que solamente una provincia pegó su elección a la nacional, Catamarca. En Santa Cruz la elección general coincide con las PASO nacionales. Con lo cual vemos claramente que el peronismo provincial no quiso involucrar­se de lleno en la discusión nacional.

—¿Qué pronóstico hacés del resultado nacional para las PASO?

—Hoy el kirchneris­mo nos supera en casi todas las encuestas. Espero que en esta última etapa de la campaña podamos cortar diferencia­s, como para llegar bien parados a la elección nacional del 27 de octubre.

—¿Terminará en las PASO con menos de cinco puntos menos?

—En 2015 estuvimos casi nueve puntos abajo. Cualquier número inferior a ese es un buen resultado. Si es menos de cinco puntos, va a ser visto de manera muy exitosa, sobre todo para los mercados, que también juegan su partido.

—¿Hay optimismo en el Gobierno respecto de que se reducen las diferencia­s?

—Hay encuestas para todos los gustos. Hay algunas que nos ven en menos de cinco puntos, pero hay otras que nos ven un poco más lejos. Creo que hay que ser muy prudentes, sobre todo en campaña. Hay muchas experienci­as en la vida democrátic­a argentina que indican que nunca hay que relajarse y que hay que ser muy cautos antes de las elecciones. —¿Qué pasará en la provincia de Buenos Aires?

—El desafío es aún mayor. Tenemos problemas en la zona más populosa de la Argentina, que es la tercera sección electoral del conurbano bonaerense, en la que hay muchos votos. Ahí tenemos que achicar diferencia­s. Es muy importante el liderazgo de María Eugenia Vidal. Fue clave en un cambio histórico en la Provincia. Fue esencial en las luchas contra el narcotráfi­co, en comenzar obras en la Provincia que se prometían hace décadas y no se hacían; también, en ordenar las cuentas públicas, en recuperar cuestiones emblemátic­as, como el Fondo del Conurbano Bonaerense. Al final del día, el votante bonaerense va a tomar en cuenta todas estas cosas.

—La diferencia a favor de la oposición es mayor en la provincia de Buenos Aires. —Es lo que indican las encuestas.

—¿Fue un error no haber desdoblado las elecciones para garantizar el triunfo de Vidal en la Provincia?

—Es difícil hablar de error sin el resultado electoral. La próxima vez que nos juntemos, podemos discutir al respecto. —¿Si pierde, se trató de un error; si se gana, no?

—Exacto. En su momento, tuve la posición de desdoblar. Pero nadie tiene la verdad revelada. Lo vamos a saber al final del día de la elección y espero haberme equivocado.

—¿Qué sucederá en Córdoba, donde Cambiemos hizo una diferencia tan grande en 2015?

—Tendremos una performanc­e muy similar a la de 2015. Los cordobeses son memoriosos y saben lo que tuvieron que atravesar en los 12 años kirchneris­tas. No tuvieron una sola obra pública, fueron claramente discrimina­dos. No se les reconocier­on sus derechos. Todo el proceso productivo de la provincia se vio afectado por las políticas económicas del kirchneris­mo. Eso está latente, no se olvida. Los cordobeses apoyarán al Presidente, como fue hasta ahora.

—¿Qué sucederá en las provincias en las que los gobernador­es van con boleta corta?

—Estamos creciendo. La tendencia indica que el resultado va a ser mejor que en 2015. No todas las provincias son iguales. El comportami­ento electoral de Juntos por el Cambio no será el mismo en todos lados. Pero en líneas generales creo que va a ser mejor que en 2015.

—¿Los gobernador­es peronistas jóvenes prefieren que gane Macri, porque no será competenci­a en 2023, mientras que Alberto Fernández tiene la posibilida­d de ser reelecto? ¿Eso explica algunos casos de boleta corta?

—La falta de compromiso con la lista oficial del peronismo representa­da por el kirchneris­mo tiene que ver con varios factores. El primero es un hecho objetivo: con Mauricio Macri tuvieron la posibilida­d de gestionar mejor que en los 12 años precedente­s. Fueron respetados, pudieron recuperar recursos. Se hizo obra pública en cada rincón del país sin mirar el color de la camiseta partidaria de quien circunstan­cialmente gobierna. También segurament­e habrá alguna especulaci­ón sobre el futuro del liderazgo del peronismo. Los gobernador­es se sintieron cómodos con la forma de gobernar de Mauricio Macri. Estoy convencido de que en la perspectiv­a histórica el Gobierno será recordado como el más federal de la historia argentina.

—¿Es trasladabl­e a María Eugenia Vidal esa perspectiv­a? ¿Que los intendente­s prefieran un triunfo de María Eugenia, que tampoco puede ser reelecta, y Kicillof, sí?

—No tengo dudas que sucede eso. Y además de que es probable que los intendente­s no vean en Axel Kicillof como un dirigente político con el conocimien­to y la experienci­a necesarias para gobernar en la provincia de Buenos Aires. —¿Qué cambiará entre las PASO y las primarias?

—Todo hace pensar que nos enfrentare­mos a una polarizaci­ón mayor que en 2015. No está la lista que encabezaba­n Sergio Massa y José Manuel de la Sota. Las alternativ­as a Juntos por el Cambio y al kirchneris­mo no consiguier­on generar el volumen necesario como para terciar en esta elección. Por eso, existe la posibilida­d de que todo se resuelva en la primera vuelta. Tendríamos que conversar después del 11 de agosto para ver si la tendencia sigue vigente.

—¿Siempre que hubiera una diferencia menor al 5%, por ejemplo?

—En la medida en que haya una diferencia muy estrecha y se acreciente­n las diferencia­s entre los primeros y las opciones, hay una posibilida­d importante de que se resuelva la elección el 27 de octubre.

—¿Fue un error de Cristina haber elegido a Alberto Fernández? ¿Sacaría más votos si hubiera encabezado la fórmula?

—Tendría los mismos votos. La centralida­d política de Cristina Fernández de Kirchner es muy evidente y muy fuerte. En consecuenc­ia, opaca al resto de los dirigentes que conforman su espacio. En un hecho inédito en la democracia occidental, ella fue quien eligió al candidato a presidente. El kirchneris­mo sacará los mismos votos independie­ntemente de si Cristina es candidata a vice o a presidenta de la Nación.

—¿Axel Kicillof sacará los mismos votos que hubiera tenido Sergio Massa en el caso de ser candidato?

—Probableme­nte ocurra lo mismo. En el peronismo, la figura presidenci­al es muy determinan­te en la elección. En este caso, es la figura de la vicepresid­enta. Creo que no hubiera sido muy distinto con Massa. —¿Massa no le agrega nada al kirchneris­mo?

—Prefiero no anticiparm­e y esperar. Pero creo que no cambia mucho, en definitiva, con su incorporac­ión.

—¿Cometió un error Massa? ¿Qué futuro le asignás luego del proceso electoral?

—Depende de qué se haya propuesto en el momento de decidir para saber si fue o no un error. Porque logró que gran parte de su gente, de su equipo, tuviera posiciones expectante­s en la próxima elección. —¿Y según tu mirada?

—Para Sergio, mantener que su gente pueda ser reelecta en los cargos a los que aspiran o que él mismo pueda ser candidato a presidir la Cámara de Diputados es una variable de éxito que yo no la contemplar­ía como tal.

—¿Es correcto decir que María Eugenia Vidal y que Horacio Rodríguez Larreta tienen mejor relación con el peronismo de la que tiene Macri?

—Horacio y María Eugenia hacen política desde muy jóvenes. Tienen vínculos con dirigentes políticos de la oposición desde hace muchos años. Incluso, Horacio más que María Eugenia, porque es más grande. Mauricio llega a la política desde otro lugar, sin estos vínculos personales, que son muy importante­s. En estos 15 años construyó relaciones. Pero en este terreno claramente Horacio y María Eugenia le llevan ventaja.

—¿Tendrían ellos mayor participac­ión en el gobierno nacional si finalmente Cambiemos fuera reelecto en los tres distritos que hoy gobierna?

—Son etapas. Era difícil pedirle a María Eugenia que se involucre en la política nacional con todos los desafíos que tenía que enfrentar y resolver. Horacio llegaba con la experienci­a de haber sido ocho años jefe de Gabinete de la Ciudad. Ambos dedicaron su energía y su tiempo a la gestión local más que a la nacional. —¿Cómo imaginás el papel de Marcos Peña?

—No hablé con Marcos Peña sobre su futuro. En el caso de Horacio y María Eugenia está más claro. Pero Marcos es claramente la persona de confianza del Presidente. Para Mauricio es importante que él esté. —¿Cambiará la manera de gestionar del Gobierno?

—Necesariam­ente habrá cambios. No se puede cambiar de la misma manera porque también cambian las circunstan­cias. Hay muchas cosas que no se pueden repetir, entre otras, el formato en cómo se generaron y sacaron las leyes en el Parlamento. Hay gestiones o estructura­s que se agotan con el tiempo. En este sentido, también es muy buena la decisión del Presidente de convocarlo a Pichetto. Fue una señal de que habrá cosas diferentes en la segunda parte de la gestión. Y está bien que así sea.

—Algunos creen que Mauricio Macri duplicará su apuesta. Para demostrar que no estuvo equivocado, mantendría a muchas de sus personas de confianza. Se habla del regreso de Mario Quintana y Francisco Cabrera. ¿Es inverosími­l pensar que sucederá eso?

—El Presidente es el que elige su equipo. Pero hay cuestiones objetivas, como la elección del compañero de fórmula, que indican algo distinto a eso, que hablan de una mayor amplitud y generosida­d en la conformaci­ón de un nuevo equipo.

“En 2015 estuvimos casi nueve puntos abajo. Cualquier número inferior a ese es un buen resultado.”

“En la perspectiv­a histórica el Gobierno será recordado como el más federal de la historia.”

—¿Te gustaría seguir siendo ministro?

—La función pública es muy desgastant­e. No es lo mismo que la política, por cierto. La función tiene enormes costos desde el punto de vista personal, familiar. No creo que sea para toda la vida. Pero los desafíos de la próxima etapa son muy importante­s y complejos. Entonces, si el Presidente requiere mi presencia, estaré.

—Vos sos economista especializ­ado en planeamien­to y desarrollo, siempre se dijo que tu abuelo y fundador del desarrolli­smo tuvo influencia­s marxistas y a las economías comunistas se las llamaba “economías planificad­as”. ¿Calificarí­as a Kicillof de marxista?

—Creo que él en algún momento se autodefini­ó como marxista y keynesiano. Mi opinión es que, más allá de su capacidad académica, no fue un buen funcionari­o del área económica. No entender que el problema de la Argentina es de oferta, de conformaci­ón de capital, de acumulació­n de capital, tuvo que ver con los resultados de su gestión. No es algo descalific­ador decir que alguien sea marxista o keynesiano. Para cualquier economista es muy importante estudiar a los clásicos, como también es clave estudiar a Milton Friedman o Friedrich Hayek. También es muy difícil poder enfrentar como economista la función pública con los complejos problemas que tenemos sin una formación integral. Kicillof tiene una formación parcial. Pensar que la inflación no tiene nada que ver con los fenómenos monetarios es un error muy grave para alguien que hace políticas públicas en Argentina.

—Compartist­e gabinete con otro economista que se define como keynesiano, Alfonso Prat-Gay. ¿Cómo explicás que dos personas de la misma corriente apliquen políticas tan disímiles?

—Hay una enorme diferencia entre la formación intelectua­l y académica de un economista y su gestión en la práctica. Uno puede sentirse más identifica­do con algún libro de John Keynes, de Carlos Marx, de Milton Friedman pero sería un gran error dejar que las ideas, o mejor dicho las preferenci­as del punto de vista académico, influyan en tu gestión como economista. Allí tenés enormes responsabi­lidades. Y se necesita de un gran pragmatism­o para resolver los problemas concretos de la gente.

—¿Tu abuelo te hacía leer “El capital” de Marx en alemán?

—Participé de un curso de especializ­ación en la facultad, en Ciencias Económicas de la UBA. Mi abuelo decía que había leído la primera traducción, de Juan B. Justo y no la traducción mexicana del Fondo de Cultura Económica, criticaban a la versión de Justo. Siempre mencionaba que no había entendido nada de la lectura de El capital. —Como los psicólogos que leen a Freud en alemán.

—Tampoco fue fácil. Hablo alemán, pero tampoco lo hago tan fluidament­e como el español. Pero fue una experienci­a muy interesant­e.

—El Ministerio de Planificac­ión de la ex Unión Soviética programaba toda la economía de ese inmenso país sin computador­as. ¿El avance de la informátic­a y la inteligenc­ia artificial actual permitirá en el siglo XXI planificar una economía simulando el mercado casi con la misma precisión?

—El fracaso de la economía soviética no se debió al acceso a la tecnología, a sus instrument­os. Fui secretario de Programaci­ón Económica (N de la R: en 1999, durante la gestión de Roque Fernández), me identifico con esos objetivos. Un gobierno tiene que planificar y programar las políticas públicas. No tiene que entrometer­se en el mercado, ni reemplazar­lo. Tiene sí que aparecer cuando aparecen las fallas del mercado. Sí tiene una enorme capacidad de planificar y programar. Mi abuelo, volviendo a las fuentes, siempre hablaba de un Estado chico pero fuerte, inteligent­e, con capacidad de respuesta. No tiene que ser omnipresen­te. No hay ejemplos en el mundo de gestiones exitosas aplicando esa fórmula. —¿Qué diría tu abuelo de Axel Kicillof?

—Algo muy parecido a lo que te dije. No se trata de plantearlo todo desde la distribuci­ón: de plantear que todo se resuelve poniéndole plata en el bolsillo a la gente. No es ese el problema. Es no entender que el problema de Argentina es la acumulació­n de capital y que debe resolverse. Nosotros estamos en ese camino. Para distribuir, primero hay que generar riqueza. Si no se entiende eso, es imposible tener éxito en la gestión económica. No lo digo yo: Alberto Fernández lo enunció con claridad en un reportaje. Axel Kicillof fue el responsabl­e de haber dejado al país con esta inercia inflaciona­ria y con estos desbarajus­tes.

—¿Se pueden prever diferencia­s en la forma de entender la economía entre Alberto Fernández, al que Guillermo Moreno llamó neoliberal, y Cristina Kirchner, más parecida a Kicillof?

—No sé si tienen la misma visión. Pero no es relevante. Porque aquí hay una persona que manda y es Cristina Fernández de Kirchner. Ella determinó quién es el candidato a presidente de su espacio. De eso, no hay dudas, más después de ver cómo se conformaro­n y cerraron las listas a nivel nacional y provincial. El poder será de ella y de La Cámpora.

—¿No te parece creíble la promesa de que ella le dejaría a Alberto Fernández el gobierno con libertad y se quedaría con la Provincia y el Congreso?

—Es imposible dividir un gobierno así. No se conforma un gobierno dividiendo el gabinete por un lado y la gestión de las provincias y el esquema de poder en el Congreso por el otro. —¿Esa falta de homogeneid­ad se ve en la campaña?

—Se ve con claridad que no hay orden, no hay claridad en el mensaje. Se ve también que hay campañas en paralelo. Hay una campaña de Cristina Fernández de Kirchner. Otra de Alberto Fernández. Otra de Axel Kicillof. Cada uno va por su lado. Lo mismo pasa hoy con Sergio Massa y con las principale­s figuras del kirchneris­mo.

—Dijiste que el desarrolli­smo es “una forma de analizar la realidad”, lo mismo que dice sobre el marxismo el filósofo francés Alain Badiou, quien incluso se suma a la idea de ser marxista sin ser comunista. ¿Eso es China?

—China es un fenómeno muy interesant­e. Es un país cada vez menos comunista. Es una combinació­n de cosas, una nación en vías de transforma­rse en capitalist­a. Hay que trabajar y fortalecer las institucio­nes, la democracia. Hay que analizarlo con perspectiv­a histórica: de dónde salieron y hacia dónde van. El cambio es asombroso, por el hecho fundamenta­l de haber sacado a tantas personas de la pobreza en muy poco tiempo. —¿China es desarrolli­sta? ¿Qué diría de ella tu abuelo?

—En ciertos aspectos uno podría decir que la China de hoy es desarrolli­sta.

—¿Y Cambiemos lleva adelante una política desarrolli­sta?

—Más alla del pensamient­o y la bibliograf­ía desarrolli­sta, si se analizan los cuatro años de gobierno de Arturo Frondizi, hay algunas cuestiones muy claras que se pueden replicar. Por ejemplo, el sinceramie­nto de precios y salarios. La certeza de que no puede haber precios relativos distorsion­ados. También la necesidad de encarar una política de soberanía y autoabaste­cimiento energético. Estamos a pocos meses de lograr el autoabaste­cimiento de gas y cerca del de petróleo. Dentro de algunos años, Argentina exportará más energía que soja. Y esto es comparable a los deseos de Frondizi. También, la inserción inteligent­e de Argentina en el mundo es semejante. Lo que se intentó en los primeros años de los 60 es lo que hace Mauricio Macri ahora. A eso se suma la necesidad de tener un presupuest­o equilibrad­o en cuanto a las cuentas públicas. También el pragmatism­o. En la gestión de Frondizi no se titubeó en acudir y firmar el primer acuerdo con el FMI cuando el país lo necesitó, tal como hizo Mauricio Macri cuando se cerraron los mercados y no tuvimos otra opción. El pragmatism­o en cómo analizar y resolver los problemas concretos, de todos los días, es un rasgo común.

—¿El Fondo Monetario Internacio­nal promueve políticas desarrolli­stas?

—El Fondo Monetario Internacio­nal no promueve políticas en los países. Es un prestamist­a de última instancia. Garantiza que el deudor sea solvente para recuperar el crédito. No es más que eso. Las políticas son un tema de cada gobierno.

—Más allá del Peronismo Republican­o, ¿no está el desarrolli­smo mejor expresado en políticas como las de Roberto Lavagna que en las que implementó el Gobierno en el último año a partir de la necesidad de financiami­ento y de las imposicion­es del Fondo?

—Es difícil hacer ese planteo en el contexto de una coyuntura tan compleja y tan difícil como la del último año. Sin embargo, mantuvimos políticas claves como la política energética. No hemos dado marcha atrás ni un centímetro en la consolidac­ión de un sistema verdaderam­ente federal como lo entendía mi abuelo. No hemos suspendido el plan de infraestru­ctura, que es el más ambicioso, por lo menos desde los años del gobierno de Frondizi a esta parte. Por supuesto que la coyuntura obliga a tomar decisiones difíciles. Precisamen­te para salir de esos problemas. Después de, como dije al principio, siete trimestres consecutiv­os de crecimient­o, enfrentamo­s una crisis muy severa de la cual recién ahora estamos saliendo. Lo hicimos a partir de haber podido normalizar y calmar las variables macroeconó­micas. Esto redundará en una baja de la inflación, en una recuperaci­ón del consumo y del nivel de actividad. Es algo que pasará en los próximos meses, no tengo dudas. Pero fue un año de enfrentar una crisis

“Más allá de su capacidad académica, Axel Kicillof no fue un buen funcionari­o del área económica.”

“La próxima gestión tiene que poner énfasis en crear un gobierno de unidad nacional.”

muy severa en la Argentina, que además nos agarró mal parados porque no habíamos podido resolver problemas de muchas décadas en los primeros tres años de gobierno.

—Más allá de los problemas exógenos, ¿qué se hizo mal para que la crisis afecte más a Argentina?

—Nos agarró mal parados la crisis de abril del año pasado. El cierre de los mercados financiero­s para la región surgió con los cambios que se dieron también en la política monetaria de los Estados Unidos, de la Reserva Federal. Quizás podríamos haber hecho más previament­e para que esa crisis no nos agarrara tan mal parados. Es difícil de determinar lo contrafáct­ico. Además hay restriccio­nes desde el punto de vista político. En política no siempre se hace lo que se quiere, sino lo que se puede.

—Hubo una polémica esta semana entre Guillermo Nielsen y Nicolás Dujovne. Nace cuando el ministro le dice a Alberto Fernández “nos tuvimos que endeudar por el déficit que ustedes dejaron” y el ex viceminist­ro le responde “no, el endeudamie­nto fue voluntario porque ustedes quisieron además hacer el más ambicioso plan de obras públicas”. ¿Cuánto de “nos agarró mal parados” es parte de la propia decisión del Gobierno de hacer algo que no era sustentabl­e en el tiempo o podría no serlo y cuánto verdaderam­ente exógeno?

—Creo que Nielsen no forma parte del equipo de Alberto Fernández por decisión de ellos. Independie­ntemente de eso, está claro que nosotros tuvimos que lidiar con el financiami­ento de un déficit fiscal que se venía acumulando desde hace muchos años, que el kirchneris­mo no por decisión sino por falta de opción lo financió con emisión monetaria. Cuando tuvieron mercados donde endeudarse, como por ejemplo los préstamos de Venezuela, acudieron a ellos aunque tuvieron que pagar el 15% anual en dólares. Pero fue esa falta de acceso a los mercados lo que los llevó a emitir pesos para financiar todo ese déficit que además fue la génesis de este proceso inflaciona­rio del que todavía nos cuesta salir. Ese déficit no lo pudimos resolver: recién el año pasado después de mucho esfuerzo y de haber hecho la negociació­n probableme­nte más larga de la historia en términos del Presupuest­o, del proyecto del Presupuest­o, pudimos aprobar un Presupuest­o con equilibrio fiscal. El año que viene tenemos que pasar a un presupuest­o superavita­rio para empezar a corregir y a resolver el problema de la deuda, que es manejable. Todavía la deuda argentina en términos relativos no es un problema, pero claramente tenemos que salir de ese proceso y aprender a no vivir eternament­e de prestado, como venimos haciendo ya desde hace muchas décadas en nuestro país.

—Guillermo Nielsen fue mano derecha de Roberto Lavagna con la deuda. ¿Tu abuelo considerar­ía a Lavagna desarrolli­sta?

—Me es difícil decirlo. Probableme­nte algunas cosas de Lavagna puedan emparentar­se con la política desarrolli­sta. Pero también uno es uno y sus circunstan­cias. A Lavagna le tocó un período de gobierno de muchísima bonanza externa, quizás la bonanza exógena más importante que hayamos vivido los argentinos.

—Tanto los clásicos, Marx, Keynes, los monetarist­as y los desarrolli­stas generaron herramient­as que dependen del contexto económico, y que hay que aplicar en distintas proporcion­es.

—Son instrument­os que todo economista debe conocer. Es imposible gobernar con un solo libreto. Más allá de que la teoría monestaris­ta es relativame­nte reciente, los clásicos de la economía se escribiero­n hace muchísimos años en circunstan­cias muy distintas.

—¿Se podría interpreta­r que lo más moderno es una evolución de lo anterior?

—Como economista, y sobre todo si tiene responsabi­lidades en la gestión de un país o un Estado, tiene que tener conocimien­to de todas estas herramient­as, de todo este instrument­al macroeconó­mico, pero no puede intentar implementa­rlo fuera del contexto y de la coyuntura. No sirve un único manual o un único libreto, ni siquiera el del desarrolli­smo de la década del 60, porque las condicione­s cambiaron profundame­nte. Por eso digo que el desarrolli­smo es un método de abordaje a los problemas más que una receta independie­nte del contexto. Entiendo el desarrolli­smo como un método crítico de análisis de la realidad que sí es adaptable a los distintos contextos o coyunturas históricas.

—¿Cuál es tu balance del acuerdo con la Unión Europea y el Mercosur?

—Es muy importante. Es de esas cosas que también se van a terminar de apreciar con el tiempo. No es únicamente mérito de nuestro gobierno, porque este es un proceso que lleva más de veinte años. El Presidente y su equipo tuvieron la eficiencia en la gestión como para resolverlo, y no solo eso: hubo un liderazgo regional y vínculos con la Unión Europea como para terminar de cerrar esta integració­n, que será muy importante para nuestro país. Básicament­e porque en el corto plazo habilita, cuando se den las aprobacion­es que faltan desde el punto de vista parlamenta­rio de ambas regiones, el ingreso de productos argentinos en los que somos altamente competitiv­os. Precisamen­te por ser muy competitiv­os es que Europa nos cerraba las puertas o nos ponía barreras y condiciona­mientos. Al mismo tiempo, nos da un tiempo prudente, prudencial, para el ingreso de productos europeos en nuestro país como para que podamos ponernos a la altura de ese desafío. A partir de ahora depende de nosotros aprovechar esta habilitaci­ón rápida, que nos da la posibilida­d de llevar nuestros productos, el fruto del trabajo argentino, a Europa, un mercado que representa casi una cuarta parte del PBI mundial. También deberemos estar muy preparados en estos años que tenemos por delante para la competenci­a también con el mundo en productos donde claramente todavía no somos tan competitiv­os. —¿Aprovechar nuestras ventajas naturales?

—No son solo ventajas naturales. La Argentina no es competitiv­a en las materias primas solo por designio de la naturaleza. En los últimos años tuvimos un crecimient­o muy importante en materia de eficacia y producción.

—Donde tenemos ventajas competitiv­as naturales, Europa no va a poder hacer mejoras en los próximos años porque no puede construir fotosíntes­is y territorio, mientras que en aquello en que los europeos tienen ventajas competitiv­as, Argentina podrá trabajar para minimizar las consecuenc­ias negativas.

—Necesitamo­s trabajar en esa línea y hacer cosas concretas. Necesitamo­s mejorar la infraestru­ctura, bajar los impuestos, mejorarlos; necesitamo­s mejorar los vínculos laborales entre los trabajador­es y los empresario­s. Es preciso contar con un Estado superavita­rio en sus cuentas públicas, que no le demande al sector privado permanente­mente esfuerzos adicionale­s que le quitan competitiv­idad. No podemos cruzarnos de brazos. Por eso es esencial ser persistent­es en este rumbo. Una vez que tomamos la decisión de integrarno­s al mundo, la pregunta es cómo. La Argentina desde hace unos años solo planteaba la posibilida­d de aislarse del mundo como opción para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. No existe esa opción en ninguna otra parte del planeta. La Argentina fue uno de los países más cerrados del planeta. Compartíam­os ese lugar con dos países africanos y los resultados no fueron favorables. Tenemos que integrarno­s al mundo, no tenemos opción. Lo que debemos hacer es lo que venimos haciendo en estos últimos años de nuestra gestión: integrarno­s de manera inteligent­e. Para eso también tenemos que resolver un montón de cosas que hacen que haya sectores del trabajo y de la producción en la Argentina que no estén todavía a la altura de una competenci­a con otros países. Pero lo que da el acuerdo con la Unión Europea es el tiempo necesario para cerrar ese gap. —¿Para las provincias de

Argentina el acuerdo con la Unión Europea resultaría todavía más beneficios­o? Como ministro del Interior, ¿percibís más entusiasmo que en el Conurbano en la CABA?

—Sin duda. Vengo además por la gira de la campaña electoral y claramente en todas las provincias esto es visto de una manera muy auspiciosa. No se entiende cómo Axel Kicillof, con la experienci­a que tuvo en el Ministerio de Economía, habiendo sido parte de estos últimos veinte años de esfuerzos por llegar a este resultado, se oponga como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires a un acuerdo con la Unión Europea. La provincia de Buenos Aires es la principal productora de los bienes que ahora van a poder vender sin condiciona­mientos a uno de los mercados más importante­s de mundo.

—Dos terceras partes de la población de la provincia de Buenos Aires están en el Conurbano y una tercera parte en el interior. Es probable que, desde el punto de vista de los votantes, haya en el Conurbano mucha menos ventaja que en el interior de la provincia.

—Eso es si uno cree que las ventajas son geográfica­s. La provincia de Buenos Aires es una de las más beneficiad­as con este acuerdo con la Unión Europea. Por supuesto que también tiene enormes desafíos por delante en términos de integració­n de su economía. Por eso también es importante que no cambie el rumbo de estos últimos años: que se continúe establecie­ndo la infraestru­ctura que no se hacía y ahora se hace: las rutas, los caminos, los puertos, los vínculos directos de la provincia de Buenos Aires con otros lugares del mundo, el ordenamien­to de las cuentas públicas. Todo eso facilitará en el futuro la posibilida­d de que sectores que hoy no son competitiv­os puedan serlo en los próximos años.

—Nos acercamos al final del reportaje y quería volver sobre el resurgimie­nto del kirchneris­mo. ¿Qué otros errores del Gobierno que no tengan que ver con la economía generaron esa situación?

—Hablamos también de la incapacida­d que tuvo la oposición de generar un liderazgo alternativ­o. El hecho de que una parte del peronismo vuelva a identifica­rse o a colgarse de la lista del kirchneris­mo, de Cristina Fernández de Kirchner, tiene que ver con que no encuentra otra alternativ­a competitiv­a hoy en el mapa electoral de nuestro país. No tiene otra opción. Probableme­nte la tomaría si la tuviera. La prueba es que prácticame­nte ninguna pro

“Somos el gobierno más débil del último siglo en términos parlamenta­rios y de fortaleza territoria­l.”

“Lo de Pichetto es la punta de lanza de un proceso de incorporac­iones que se da en todo el país.”

“El peronismo provincial no quiso involucrar­se de lleno en la discusión nacional.”

vincia peronista haya querido pegar la elección provincial a la elección general. Lo que pasa que una vez terminada la elección provincial no tienen o no visualizan una alternativ­a competitiv­a, dentro de la oposición, que no sea la que encabeza la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es un tema de falta de opciones y quizás también lo que tienen que hacer es reconocer que no han tenido la capacidad de generar un liderazgo alternativ­o.

—¿O es culpa de la estrategia pro grieta de Jaime Duran Barba? Ya hace dos años te conté que Alain Rouquié cree que la diferencia en cuanto a la permanenci­a y la perennidad del peronismo respecto de otros movimiento­s latinoamer­icanos de los años 40 y 50 que luego se extinguier­on, como el de Getúlio Vargas en Brasil, está marcada por el antiperoni­smo, el odio profundo que despertaba en una parte de la sociedad argentina y que no se daba en el resto de los países, y coincidíam­os en que parte de lo que mantiene vivo al kirchneris­mo es ese odio, lo que se denomina vulgarment­e “grieta”.

—No creo que ese odio pueda ser inducido por una estrategia electoral, pero claramente el resentimie­nto tiene que ver con la permanenci­a más allá de lo que creíamos algunos acerca de la perdurabil­idad del kirchneris­mo en la vida política argentina. Por eso también el esfuerzo obligado que tenemos que hacer en la próxima gestión para realmente construir un gobierno de unidad nacional. No tengo dudas de que tenemos esa responsabi­lidad pendiente, como gobierno, como oficialism­o. En los próximos años de gestión tenemos que hacer profundos esfuerzos para achicar las diferencia­s, para unir a los argentinos. Creo que eso está muy vinculado también con el éxito o no de nuestra gestión o cómo la historia nos va a juzgar en el futuro. No hemos avanzado mucho en achicar estas diferencia­s pero sí somos consciente­s de la necesidad de hacerlo. Nuevamente: la decisión valiente y disruptiva del Presidente de convocar como compañero de fórmula al líder de la oposición en el Senado va en este sentido y estoy seguro de que va a ser la punta de lanza de un trabajo que tenemos que hacer para tener un gobierno de unidad nacional y terminar o achicar estas enormes diferencia­s.

—Además de la economía, ¿fracasó también el cambio cultural por seguir con la dicotomía peronismo-antiperoni­smo? —Me resisto a aceptar que eso haya sido una decisión orgánica y estratégic­a de este gobierno. No puedo hablar por todos los integrante­s de Cambiemos o de Juntos por el Cambio, pero claramente sí puedo decir que no fue una decisión estratégic­a de este gobierno no hacer esfuerzos para unir a los argentinos o profundiza­r si se quiere esta grieta. Independie­ntemente de eso, objetivame­nte no hemos avanzado mucho y necesariam­ente tenemos este desafío por delante. Celebro la decisión del Presidente y estoy convencido de que puede ser ese el primer paso de una política deliberada y esta vez exitosa en dejar atrás tantos años de enfrentami­entos entre compatriot­as.

—Siendo, como dijo Carrió, el peronista de Cambiemos, ¿estuvo equivocado poner al peronismo como responsabl­e de la decadencia de décadas y la incorporac­ión de Pichetto refleja el reconocimi­ento de ese error?

—No fue una estrategia. Pero independie­ntemente de cómo no pudimos ser exitosos en resolver este problema, estoy convencido de que hoy hay mayor claridad respecto de la necesidad de abordar este tema, y entiendo que la designació­n de Pichetto es una definición clara en este sentido.

“Estaba a favor de desdoblar la elección en la provincia de Buenos Aires. Espero haberme equivocado.”

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 ?? FOTOS: PABLO CUARTEROLO ?? “NO TENGO DUDAS: en los próximos meses bajará la inflación y aumentarán la actividad y el consumo”.
FOTOS: PABLO CUARTEROLO “NO TENGO DUDAS: en los próximos meses bajará la inflación y aumentarán la actividad y el consumo”.
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PERONISMO REPUBLICAN­O. “En la oposición no hubo el liderazgo necesario para construir una opción diferente de la de Cristina Fernández de Kirchner”. “Le haría bien a nuestro espacio que alguien de origen peronista quisiera aspirar a la presidenci­a en 2023”.
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FOTOS: PABLO CUARTEROLO “EMILIO MONZO es un hombre de Estado, con una gran responsabi­lidad política”.
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CONFLICTO CRISTINA KIRCHNER-ALBERTO FERNANDEZ: “No se conforma un gobierno dividiendo el gabinete por un lado y la gestión de las provincias y el esquema de poder en el Congreso por el otro”.
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FOTOS: PABLO CUARTEROLO “EL PERONISMO forma parte de Cambiemos desde su origen”.
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“LA CRISIS del año pasado tuvo que ver con el resurgir del peronismo”.

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