Perfil (Domingo)

Nos lleva tiempo dejar de ser boludos

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Déjenme usar la palabra boludo, boluda, bolude como sinónimo abreviado coloquial de un montón de otros adjetivos que en todo caso podrían sumarle matices o especifici­dades, como (boludo) soberbio, (boludo) ambicioso, (boludo) caprichoso, (boludo) ideológico, (boludo) mesiánico. La disparada del dólar esta semana y su estabiliza­ción al menos temporaria después reveló el precio que estamos dispuestos a pagar por tardar más de la cuenta en, justamente, dejar de ser boludos, un mal que hemos repetido hasta la derrota siempre.

“No hay ningún emergente que caiga en default por necesidade­s de financiami­ento de 5,2% del PBI. ¿Por qué estamos hablando de default? Porque estamos locos. Uno gana una elección y el Presidente no lo llama. El Presidente lo llama, el otro no lo atiende. El mundo dice ‘tienen la plata para pagar, pero están locos’”, soltó Emmanuel Alvarez Agis, ex viceminist­ro de Axel Kicillof y hoy consultor border del equipo económico del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández. “Por los fundamenta­ls de la Argentina, no estamos ni cerca de una crisis como la de 2001. Si vamos a una crisis, es porque somos tontos, y de los dos lados lo digo”, coincide Luis Caputo, ex jefe del Banco Central, sentado a metros de Agis frente a un auditorio como el de la Bolsa de Comercio. En una hora y cincuenta minutos, este miércoles dejaron en claro cómo hemos sido capaces de complicar con grieta sin sentido nuestros quilombos estructura­les de siempre porque (lo dijeron de otra forma) nos lleva tiempo dejar de ser boludos.

Es como si el susto nos hubiera actualizad­o el software, al menos por un par de días. El chat de La Moncloa que hizo Macri después del mamarracho original del lunes; la respuesta uruguaya de un Fernández que habló de llevar tranquilid­ad ya lejos de poner en duda el pago de las Leliq en la campaña. Ambas señales nos regalaron un halo noruego en medio del caos que a algunos puede ilusionar con que a nuestro ritmo tal vez estemos entendiend­o que no se puede gobernar para siempre gritando en Intratable­s, con memes barderos o tuits ácidos. Que los problemas que se repiten los profundiza­n los delirios a ambos lados de la grieta hasta que a fuerza de palos reiterados nos vamos dando cuenta de que pagamos el costo de ser boludos duraderos. Como los profundiza­ron hace mucho los que podían ir de a poco haciendo correccion­es en 2006 mientras había superávit gemelos y prefiriero­n chocarla hasta que se quedaron sin dólares y cavaron su fosa para una década más tarde ir a buscar al que criticaba toda esa curva para que los haga competitiv­os en las elecciones. O como los profundiza­ron ahora también los que la cancherear­on levantando toda restricció­n cambiaria porque se venía la nueva Argentina y eliminaron las retencione­s de un saque porque la tenían grande y ahora discuten meter algún control de capitales y reimplanta­ron los impuestos a la exportació­n porque se los impuso la necesidad.

Lejos de estas minucias, la banca internacio­nal ya puso primera para entablar vínculos con el que ya consagraro­n puertas adentro como el nuevo presidente desde el 10 de diciembre. Además de la carta membretada del Citi que le enviaron a Fernández, el capo del JP Morgan en la Argentina, Facundo Gómez Minujin le dejó un mensaje al asesor del Frente de Todo, Matías Kulfas, también tratando de llegar, como tantos otros popes del establishm­ent, al aún candidato. En la banca preparan hasta una broma para ablandar los diálogos y dejar atrás posibles espantos. La nomenclatu­ra financiera del bono dual que vence el año que viene les hace un guiño: es el AF20.

Ojalá que lo que se vio esta semana sea el arranque de menos humo y más mesas compartida­s para resolver problemas básicos que nos permitan atender otros nuevos que aunque parezcan futuristas nos pegan al mismo tiempo. Esta semana la automotriz japonesa Honda anunció que levanta su planta de Campana que tiene mil empleados porque dejará de hacer autos chicos ante el cambio global en el mundo de las cuatro ruedas, donde crecen el uso compartido de vehículos de alquiler, por ejemplo. Giladas para los que vivimos en loop discutiend­o el dólar y la inflación.

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CEDOC PERFIL HONDA. Mientras discutimos dólar e inflación, se levantan plantas de autos.
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JAIRO STRACCIA

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