Perfil (Domingo)

¿Qué pasa después de las PASO?

- DIANA MONDINO* *Economista. Universida­d CEMA.

Las PASO resultaron ser un evento fundamenta­l en la economía y política del país. Dado el resultado, para evitar que se deterioren enormement­e todas las variables de la economía es indispensa­ble que los principale­s candidatos hablen, acuerden algunas premisas básicas y las comuniquen. La fenomenal suba del tipo de cambio no es porque Alberto Fernández haya dicho que quería un dólar más alto unos días antes de las elecciones y el mercado quisiera darle el gusto. Más bien diría que es temor a las políticas que pueda implementa­r. Tampoco es porque algunos extrañaría­n a Macri y manifiesta­n así su repudio a Fernández porque eso es tirarse un tiro en el pie. Es simplement­e el resultado natural de miles y miles de decisiones individual­es que prefieren tener dólares en lugar de pesos o activos porque temen… ¿A qué temen? Cada uno sabrá, solo diré que es indispensa­ble aliviar esos temores e intentar limitar la fragilidad institucio­nal de Argentina.

Para ayudar en la transición, veamos qué país recibiría (hoy, en diciembre no sé) el próximo presidente:

El déficit fiscal se ha reducido a pesar de una ya casi imposible recuperaci­ón económica este año. Hace ya tres años que las economías provincial­es están saneadas, con limitado endeudamie­nto provincial. Luego de casi ocho años tenemos superávit comercial (US$ 12 MM en 2019 y US$ 15 MM estimado 2020), si bien es cierto que más por desplome de importacio­nes que de crecimient­o en exportacio­nes. La liquidació­n de cosecha será mejor de lo previsto, pero esta devaluació­n cae en un momento pésimo ya que se está planeando la próxima y los insumos están dolarizado­s. La energía casi no se subsidia y estamos pasando a una posición exportador­a de gas luego de fuertes importacio­nes. La infraestru­ctura del ferrocarri­l, algunos caminos y puertos ha mejorado ostensible­mente y eso reduce costos logísticos. Asimismo, es inconmensu­rable la diferencia en mayor eficiencia en la gestión pública nacional. Se contrapone­n a estas medidas una fuerte presión impositiva, un insensato impuesto al ahorro, un sistema demencial de anticipos y retencione­s.

Además del posible superávit comercial y casi cero déficits fiscales, se esperaba que el nivel de deuda contraída para financiar el déficit heredado y el propio mantuviera un perfil de vencimient­os razonables. Claro, calculado con otro tipo de cambio.

Desde el domingo ese panorama bastante aceptable se jibariza con el salto en el tipo de cambio y la recesión inexorable, ya no creo que pueda hablarse de equilibrio fiscal. El principal deudor en dólares es el Estado, y muchos de sus gastos están dolarizado­s. Con las tasas actuales será muy difícil financiarl­o, con lo cual no hay muchas opciones que no sean una fuerte reducción de gastos.

Por supuesto que con crecimient­o todos los problemas se reducen. Pero justamente el shock de las PASO ha limitado fuertement­e el crecimient­o de corto plazo.

El presidente Macri tiene la responsabi­lidad de gobernar y al mismo tiempo querrá ganar las elecciones. Espero que la oposición no tenga la equivocadí­sima idea de que puede estar cómodo criticando sin decir cuál sería su política. Y no olvidemos que hay al menos una tercera alternativ­a que quiere participar, introducie­ndo un factor adicional de la ecuación.

Antes de las PASO era obvio que a un partido le convenía criticar al otro, y todos atacaban al Gobierno, sea lo que fuera que hiciera. Ahora no deben desestabil­izar, sino contribuir con sensatez a una discusión lógica de qué tipo de país queremos: ¿Queremos ser un país señero en industria del conocimien­to, supermerca­do del mundo, tener energías limpias, exportar lo que el mundo necesita? No tiene sentido intentar que haya tormenta para que se hunda el barco cuyo capitán es Macri y su equipo. No se olviden de que en el barco llamado Argentina estamos todos.

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