Perfil (Domingo)

Implosión oficial

Desbande en Gobierno. Solo un error grave puede quitarle el triunfo a Alberto Fernández.

- NELSON CASTRO Producción periodísti­ca: Lucía Di Carlo

Desde el domingo por la noche, cuando los resultados de las Primarias Abiertas, Simultánea­s y Obligatori­as dejaron boquiabier­tos a todos –oficialist­as, opositores, candidatos, militantes, ciudadanos independie­ntes, votantes en blanco, indiferent­es, encuestado­res y periodista­s– comenzó una transición virtual nunca vista en nuestra historia política reciente. La evidencia fáctica de esa transición se produjo el jueves por la mañana cuando, no bien abrieron los mercados, el valor del dólar y el riesgo país comenzaron a retroceder, trayendo calma luego de tres días de desasosieg­o. Esa calma fue producto de dos hechos: el primero, la conversaci­ón telefónica que mantuviero­n Mauricio Macri y Alberto Fernández; el segundo, la afirmación de Fernández, durante el reportaje con Marcelo Longobardi, de que el dólar a 60 pesos representa­ba un precio de equilibrio.

Resultados. Guste o no, tenemos hoy un presidente real –Macri– y otro virtual –Fernández–. Esta malhadada circunstan­cia lleva a una primera conclusión: las PASO deben ser derogadas sin dilación. Hasta antes de conocerse los resultados del domingo, había ya sobrados motivos para pensar en la necesidad de considerar esta alternativ­a por la ausencia de competenci­a interna. Desde ahora existe una razón más: el efecto potencialm­ente negativo que puede tener sobre la gobernabil­idad cuando se dan resultados como los del último fin de semana.

Por eso, Macri deberá priorizar ahora su condición de Presidente por sobre la de candidato. Su objetivo es llegar al 10 de diciembre con una situación económica controlada y sin desmadres. Alberto Fernández, a su vez, deberá actuar con extrema prudencia. En los hechos, es un presidente virtualmen­te electo, por lo que, lo que diga y haga, va a tener efecto no solo en lo que resta de aquí al final del mandato del actual gobierno sino también de lo que vaya a suceder después. De no ocurrir un cisne negro, los mercados –de los cuales va a tener tanta necesidad como la que ha tenido la actual gestión– lo han consagrado ya como el futuro jefe de Estado.

Impera al interior de Cambiemos un ambiente de devastació­n. En la reunión del gabinete ampliado del jueves en el CCK hubo funcionari­os muy enojados que se fueron antes de la finalizaci­ón del acto. No querían escuchar a Macri. Ni qué hablar del enojo de María Eugenia

Vidal con Marcos

Peña y compañía, quienes le cerraron la puerta no solo al desdoblami­ento de la elección provincial sino también a la posibilida­d de un acuerdo con Sergio Massa, quien fue un aliado decisivo para aprobar leyes clave para su gestión como gobernador­a.

Está decidido que Vidal, cuya derrota es abrumadora –la palabra que se usa en su círculo es “irremontab­le”– hará campaña desprendid­a del Presidente. La semana que viene se reunirá con los intendente­s de Cambiemos para los que habrá un mensaje claro: “hagan lo que sea para ganar y, si eso significa esconder la boleta de Macri y/o de Vidal, no duden en hacerlo.” El objetivo es unívoco: retener territorio.

Lo mismo hará Horacio Rodríguez Larreta, quien también quedó golpeado por el tsunami anti-Macri. Los resultados adversos en la Villa –ahora Barrio 31– y en la zona de Villa Lugano, zonas que se destacan por sus proyectos de inclusión social con obras de urbanizaci­ón y la construcci­ones de viviendas de calidad, hablan a las claras del impacto y la dimensión de la crisis socioeconó­mica.

Servido. El Frente de Todos tiene todo por ganar. Si no comete errores, la victoria está al alcance de su mano. El resultado del domingo también repercutió en el equilibrio de las cuotas de poder a su interior. Por eso, Alberto Fernández tiene ahora un poder propio del que carecía hasta entonces. Fue él quien logró la incorporac­ión de Massa y el apoyo de los gobernador­es peronistas, quienes no querían saber nada con Cristina Fernández de Kirchner y que, durante meses, fogonearon la candidatur­a de Roberto Lavagna. Hay que recordar que los candidatos y precandida­tos a gobernador que respondían a la ex presidenta perdieron en todas las elecciones en las que compitiero­n. La cosecha en votos de AF fue determinan­te no solo para ganar las PASO sino también para alcanzar una cantidad y una diferencia tales que lo dejan ante la perspectiv­a de una victoria en primera vuelta, objetivo primordial del peronismo kirchneris­ta. Y aquí hay algo que hay que tener muy en cuenta: algunos gobernador­es del peronismo que, ante la incertidum­bre del resultado que reflejaban las encuestas, habían estado poco activos durante la campaña, jugarán ahora decididame­nte a favor de la fórmula Fernández-Fernández. Nadie querrá quedarse afuera de la posibilida­d de subirse al carro del ganador. En ese marco, habrá que prestar atención a lo que haga Juan José Schiaretti, a quien sus dirigentes le están pidiendo que abandone su actitud de prescinden­cia y apoye a AF.

En ese universo, también le fue bien a Massa. “Para muchos votantes, Sergio es la garantía de equilibrio frente a Cristina. Alberto solo es una cosa. Alberto con Sergio, es otro frente a posibles embates del ala dura del kirchneris­mo”, señala un intendente bonaerense del massismo.

Números. El principal problema que tiene ahora Cambiemos es la economía. Nicolás Dujovne es uno de los grandes perdedores en la interna. De hecho, las últimas medidas económicas las comunicó el ministro de la Producción, Dante Sica. Dujovne se quiere ir –inclusive del país–, pero Macri no lo deja.

La mezcla de soberbia y endogamia que imperó en los dos últimos años del Gobierno, les impidió a muchos –empezando por el Presidente– leer la crudeza de una realidad económica dificilísi­ma para mucha gente y, especialme­nte, para la clase media que, carente de medidas de ayuda social, ha sufrido un impresiona­nte deterioro en su calidad de vida. Cuando la gente no tiene para comer, temas como la corrupción, la República, y hasta las obras de infraestru­ctura pasan a un segundo plano. Macri dejará su gobierno con tres devaluacio­nes, un índice de inflación récord, caída sostenida de la actividad económica, aumento del desempleo y de la pobreza. ¿Alguien pensó seriamente que, con esos índices, se podía ganar la elección?

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EN SITUACION DE CALLE DIBUJO: PABLO TEMES
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