Perfil (Domingo)

Hace falta casi todo, menos los odios recíprocos y el palabrerío hueco

- *Filósofo. www.tomasabrah­am.com.ar

El filósofo indaga en cómo dejar atrás décadas de estancamie­nto, se permite dudar ante la aparición de un nuevo triunfalis­mo y pregunta: ¿cómo se va a pagar lo que se está prometiend­o?

Si los intereses no logran detener la depreciaci­ón del peso, si la población se empobrece y tiene dificultad­es de superviven­cia, si el proceso iniciado esta semana se agudiza, octubre está fuera de foco

Las PASO son un monstruo político que ha vaciado de poder a la Argentina. Un fraude jurídico que de plantearse como interna de partidos fue usada de plebiscito. Y lo que podía ocurrir se concretó. Un gobierno sin autoridad que se supone que deja el poder en cuatro meses y uno nuevo que no ejerce ninguna función ejecutiva.

Este es el último engendro elaborado por la dirigencia política casi sin excepcione­s que puede provocar no solo un nuevo fracaso de la democracia argentina sino un colapso económico-social, acompañado por el único fantasma que lo destruye todo: la hiperinfla­ción.

Si a cada hora miramos el dólar, si no hay precios porque cambian cada día, si las empresas retacean mercadería para no descapital­izarse, si los intereses no logran detener la depreciaci­ón del peso, si la población se empobrece y tiene dificultad­es de superviven­cia, si el proceso iniciado esta semana se agudiza, octubre está fuera de foco.

En medio de una crisis crónica estos experiment­os electorale­s que ocupan a los cientos o miles de candidatos expuestos en la vitrina de la civilidad producen angustia, miedo y tristeza.

Ellos y ella. Cristina Fernández de Kirchner es muy astuta. El nombramien­to de Alberto Fernández fue una jugada maestra. Le salió mejor de lo que esperaba. Ahora tiene todo el tiempo que le regala un lugar en el que no tiene responsabi­lidad ninguna. Su candidatur­a a la vicepresid­encia le permite mirar el panorama y ver cómo se desloman Macri y Fernández en atribuirse mutuamente culpas y responsabi­lidades.

Mientras tanto, ella acompaña a su hijo y a los amigos de su hijo a fortalecer­se en el Congreso y preparar su futuro, un futuro “máximo”. No la perturba un ápice que Alberto F diga que su última Presidenci­a no fue buena, que el kirchneris­mo cometió muchos errores, que la política llevada a cabo con la prensa, con el campo, estuvo equivocada, que reconoce que la ex presidenta despertó animosidad… que hable, que siga hablando, ¡qué más da!, mientras consiga los votos. Y bien que los consigue.

¿Y Macri? Le piden que sea otro, que cambie el gabinete, que eche a Peña, que anuncie nuevas medidas económicas, que convoque a su adversario, que se reúna con radicales, que haga una feroz autocrític­a, que reconozca que hizo casi todo mal, que renuncie a la campaña porque ya está perdida y que asegure la gobernabil­idad, y, por favor, también le piden, que no sea tan soberbio.

Lavagna, el tercero en concordia al que tanto aman todos, deberá resignarse a no ser el presidente ungido por una falsa operación clamor en unas falsas PASO, y, si acota sus ambiciones, y una buena oferta colma su narcisismo, quizás asuma como un superminis­tro del gabinete de Fernández. Leña del árbol caído. Y están los que sueñan desde el primer día con el helicópter­o, con una nueva fraternida­d estilo 2001, los que planifican marchas ahora legitimada­s por un futuro poder para provocar algún choque violento que logre lo deseado: un Macri igual a De la Rúa. Sumamos a los que decían que Macri es Hitler, los que dicen que los del PRO son herederos de los genocidas. No faltarán los vengadores ni los cazadores de brujas, los que hagan listas de quiénes apoyaron parcialmen­te o incondicio­nalmente al gobierno de Macri para dar trabajo a nuevos o viejos escrachado­res, los que escudándos­e una vez más en los pobres, usarán la trampa de la mala conciencia y de la compasión sobreactua­da, para linchar macristas.

Las redes sociales, felices. Los tuiteros de parabienes.

No más grietas dice Fernández, veremos.

Los profetas del pasado, aquellos que siempre adivinan lo que ya sucedió, hablan de fracaso del Gobierno por culpa del gradualism­o, por no haber tenido el coraje del dar el golpe seco y decapitar al monstruo estatal. Hacer sangrar una sola vez y rogar que quede algún hematíe. Otros le recriminan a Macri no haber dialogado con otras fuerzas…

No hay mayor placer para quienes inventan excusas por la insoportab­le y aplastante derrota del último domingo que desmontar un bosque quemado y hacer leña del árbol caído. De haber arrimado el bochín y perder por tres o cuatro puntos, dirían que el Presidente es un genio.

Otro lema frecuente estos breves años es el pregón por la República. Esa que nunca existió en la Argentina supuestame­nte hasta Macri. República quiere decir pluralidad, diversidad, respeto a las leyes, una Justicia independie­nte, orden constituci­onal, combinado con doce millones de pobres, incontable­s jóvenes sin estudio ni trabajo, etc. Esta vocación republican­a es una mesa de tres patas.

Las identidade­s políticas han dejado de remitir a ideologías o concepcion­es del poder. Fernández y Massa son tan peronistas como Macri. Hace un año es probable que el primero hubiera aceptado el lugar que hoy tiene Pichetto.

Cuando se canta la Marchita o se hace la señal de la victoria a lo Churchill, cuando alguien hace ostentació­n de ser peronista, es para insultar a quien no lo es y decirle gorila. Cuando aparece un republican­o es para degradar a otro por ser nacional-populista. Este tema de las identidade­s cambia las etiquetas de los envases pero tiene un único contenido, no diré cuál. HOY

Con todo respeto por la investidur­a presidenci­al, creo que uno de los problemas de Mauricio Macri es que vive en una nube de irrealidad. Pero no ahora, diría que hace mucho. Perdón si soy ofensivo, no es mi intención, su modo de hablar con la gente no solo es torpe, sino irritante.

Cuando se dirige a los ciudadanos no se da cuenta de que no está en una reunión de CEO’s en la que se decide el plan de inversione­s y financiami­ento para los próximos años. Habla todo el tiempo del mercado, confiesa que tiene las manos atadas por el FMI al que él mismo acudió de un modo precipitad­o e irresponsa­ble, invoca inversores superpoder­osos a los que es necesario seducir, insiste en que no podemos estar fuera del mundo del dinero, en suma, trata a los argentinos de carne y hueso, a los que penan para pagar luz y gas, transporte y útiles escolares, alquileres y ropa, ¡como esclavos¡ Sujetos sometidos a los grandes capitales, como su propio gobierno.

Y eso, al electorado no le gusta.

Nueva etapa. Comienza una nueva etapa. También comenzaba una nueva etapa en diciembre del 2015. En aquella oportunida­d se anunciaban inversione­s, pobreza cero, lucha sin cuartel contra la corrupción. Hoy se promete mejor educación, mejor salud, aumentos para los jubilados, ayuda financiera para las Pymes, más trabajo, oportunida­des para los jóvenes, jerarquiza­r nuevamente la Secretaría de Ciencia y Técnica, recuperar el mercado interno y el consumo, darle oxígeno a una dañada clase media, no seguir con los aumentos en los servicios y el transporte… etc.

¿Puedo permitirme dudar? La pregunta es: ¿con qué se pagan tantas buenas intencione­s?, ¿con qué se pagó “con la democracia se come”?, ¿con qué se pagó el salariazo y la revolución productiva?, ¿y el crecimient­o con inclusión?

¿Acaso Kicillof no viajaba tanto como Dujovne y a los mismos lugares?, ¿recuerdan por qué lo hacía? para pedir plata y para que no embarguen los bienes argentinos.

Parece que extrañamos aquellos años en los que Clarín mentía y el Indec mentía, con Obama y no Trump, con la soja a 600 y no a 300, con un Bicentenar­io con conga y balas.

Repito la pregunta: ¿cómo se paga lo que se promete dar? Una respuesta inmediata es mediante la distribuci­ón de lo que hay y cobrándole a los ricos. ¿Pero cuánto deberán pagar? El valor de la igualdad no tiene techo. ¿Confrontar con los exportador­es como en el 2008? ¿Espantar a capitales y capitalist­as? ¿Revertir las absurdas loas a los “inversores” y apoderarse desde el poder de la plusvalía total?

¿Qué queda? Una sociedad lista para el socialismo de Estado, una dictadura feroz con su aparato militar y policial, sus milicias populares, los profesiona­les que arman el relato.

Para evitar chantajes del capital, los sistemas políticos han elaborado modelos que no los espantan, pero los regulan. No hablo de algo que acontece en otro planeta, sino en éste. No hay otra utopía que la de encontrar una alternativ­a al capitalism­o salvaje y a las burocracia­s totalitari­as.

Palabrerío hueco. Para que nuestro país salga de décadas de estancamie­nto, de vaciamient­o continuo, de cesaciones de pago, de pobreza creciente, de institucio­nes deformadas, hace falta casi todo, pero lo que no hace falta son odios recíprocos, búsqueda de chivos expiatorio­s, acusacione­s a granel y palabrerío hueco.

Hace un año, en agosto 2018, en este diario, en una nota titulada “¿Kambiamos?” después de una entrevista por televisión que produjo una reacción negativa de parte de funcionari­os del Gobierno, escribí: “Resulta que ahora criticar al Gobierno por haber puesto una bomba financiera bajo los asientos de millones de argentinos es abrirle la puerta a la guerra civil. Este despropósi­to de quienes sostienen que de no ser reelegido Macri y ganar Cristina en el 2019 vamos camino de terminar como Venezuela, instala una nueva forma de extorsión que pretende hacer callar, o ponerle sordina a los llamados intelectua­les.”

Eran épocas de triunfalis­mo oficial, esta sordina tampoco debe hacernos callar ahora ante nuevos triunfalis­mos.

Cuando alguien canta la Marchita y hace ostentació­n de ser peronista, es para insultar a quien no lo es y decirle gorila. Cuando aparece un republican­o es para degradar a otro por ser nacionalpo­pulista

Para evitar chantajes del capital, los sistemas políticos elaboraron modelos que no los espantan, pero los regulan. La única utopía es encontrar una alternativ­a al capitalism­o salvaje y a las burocracia­s totalitari­as

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CONTRASTE. La seriedad oficialist­a y la euforia opositora. Fernández, pero también Axel y Máximo.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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TOMáS ABRAHAM*
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CRISTINA. Desde afuera, ve cómo se desloman Mauricio y Alberto.
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PREMONICIO­N. Un año atrás el autor advertía que la campaña del miedo dominó en las PASO.
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PRIMARIAS. Un fraude jurídico que fue usado de plebiscito. Vació de poder al país y reavivó el fantasma más temido: la hiperinfla­ción.
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