Madame B
Eran mujeres británicas y aristócratas que tenían entre sus ocupaciones la fotografía. También organizaban fiestas, jugaban al criquet y a las cartas y tenían hijos. En esos sectores de la sociedad victoriana, la fotografía se dio bastante y las mujeres, según se advierte en los fotomontajes o collages victorianos, fueron sus practicantes y experimentadoras. Los álbumes que hacían en el tiempo libre son una anticipación de los collages de la vanguardia que llegarían a principios del siglo XX. Si pensamos en Picasso y su obra Naturaleza muerta con silla de rejilla como uno de los ejemplos de la superposición de texturas e imágenes con la que el cubismo rompió nociones básicas de belleza, no está tan lejos de las fotos recortadas sobre fondos de acuarela y pedazos de tela que hacían estas señoras para despuntar el vicio de la creatividad. Frances Elizabeth Cowper, las hermanas Pleydell-Bouverie y las primas Victoria Alexandrina Anderson Pelka y Eva MacDonald: es fácil imaginárselas creando esos mundos ficcionales a partir de ambientes finos y delicados y conversando sobre esto y aquello de la agitada vida de mujeres de clase alta. Casi todas eran inglesas. Menos una: Madame B era francesa. Ese fue el nombre artístico que eligió Marie-Blanche-Hennelle Fournier (1831-1906). Sus collages eran una especie de cuaderno de viajes que incorporaban fotografías de los lugares que había visitado, así como elementos que mostraban sus conocimientos de historia natural, zoología y botánica.