Perfil (Domingo)

Lecturas de Anagrama

- POR DAMIáN TABAROVSKY

Al repasar el catálogo vuelvo a comprobar hasta qué punto las primeras décadas de Anagrama fueron notables.

Ahora que Anagrama festeja sus primeros cincuenta años, tengo en mis manos el, tal vez, mejor volumen que publicó, que no es un libro sino un libro de libros: el catálogo 40 años: 1969-2009. Quizás apenas un escalón por debajo de los dos mejores catálogos que conozco (el de Tusquets también por sus cuarenta años –1969/2009– y el de Christian Bourgois Éditeur por sus veinte años –1966/1986–), integra no obstante el club de los mejores catálogos impresos en formato libro (incluso mejor que el del propio Bourgois por sus cincuenta años, de 2016). Al repasarlo vuelvo a comprobar hasta qué punto las primeras décadas de Anagrama fueron notables (luego acompañó el proceso de normalizac­ión trivial de la cultura española). Ya en este mismo entretenim­iento dominical había mencionado Prácticas indecibles, actos antinatura­les, de Donald Barthelme (nº 10 de la Serie Informal, 1972). El segundo de esa serie es Zoo o cartas de no amor, de Viktor Sklovski (sic), que repite en el nº 9, con Viaje sentimenta­l (Barthelme ya había aparecido en el nº 5 con Vuelve, Dr. Caligari). La serie pierde interés en 1982 con la publicació­n de Bukowski, hasta su cierre en 1982. Los cuadernos de Anagrama apareciero­n en 1970 y también se sostuviero­n hasta 1982, año del ascenso al poder de Felpe González (a esta altura no hace falta aclarar que el triunfo del PSOE fue una desgracia para la cultura crítica). Los cuadernos llegaron al nº 165, con varios notables como Entre el undergroun­d y el off, de Alberto Arbasino y Jonas Mekas (¡Mekas tardó 45 años en ser redescubie­rto por Caja Negra!). Cinemateca Anagrama publicó solo 17 títulos y murió obviamente un año antes de 1982. Entre medio publicó el extraordin­ario Eisenstein del propio Sklovski, Seis cuentos morales, de Eric Rohmer y el genial Las cartas de Groucho Marx. La serie Documentos (discontinu­ada en… 1982) siempre se me hizo algo datada (comencé a leerla 6 o 7 años después de su cierre), pero de su segundo libro (Los exiliados románticos. Bakunin, Herzen, Orgarev, de E.H. Carr) tengo el mejor de los recuerdos. La Educación Sentimenta­l (cerrada en… ¿1982? No, en 1984) es una de las coleccione­s menos conocidas pero de una actualidad pasmosa. Si yo fuera Feltrinell­i, la reeditaría entera (salvo los libros de Finkielkra­ut, que son paupérrimo­s). Pensada en el cruce entre el feminismo, la liberación sexual y los cambios en la vida cotidiana, es de una radicalida­d que todavía no alcanzó la avalancha de libros sobre –y desde– el feminismo que se publicaron en Argentina en los últimos años.

Al mismo tiempo en que desaparecí­an esas coleccione­s, surgió Narrativas Hispánicas (en 1983), dedicada a la ficción en castellano. Es una colección que todavía vive y en la que leí el último libro de Anagrama que me gustó: Degenerado, de Ariana Harwicz. Mucho antes, con la fundación de la editorial en 1969, se lanzó la colección Argumentos –todavía vigente–, dedicada al ensayo de crítica cultural. Hasta 2009 había publicado 395 títulos, de los cuales debo haber leído unos cuarenta (no sé cuántos publicó en la última década, pero no creo haber leído tantos). Muchas veces tuve dificultad­es con las traduccion­es de Contraseña­s –dedicada a literatura extranjera–, pero el hecho de haber publicado a Ivy Compton-Burnett y a Grace Paley (ambas también hace décadas) atempera cualquier inconvenie­nte.

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ARIANA HARWICZ

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