Impecable tira familiar inclusiva y con matices
Sobre una idea de Daniel Burman, que también se encarga de la producción, y Erika Halvorsen (Amanda O, Hija de Dios), la nueva apuesta de Telefe –que lleva emitidos diez capítulos hasta ahora– implica un gran desafío para la televisión abierta al abordar temas polémicos para los sectores más conservadores, e incluso la Iglesia católica, como la subrogación de vientre –no aprobada por ley en nuestro país, pero como dice uno de los personajes, tampoco prohibida–, el universo trans, el feminismo, la inclusión, el lugar de la mujer en el mundo empresarial y el concepto de familia abierta.
Emitida en su horario prime time, la serie tiene el formato de una sitcom, con escenas breves y diálogos ingeniosos, que aportan claridad a la compleja variedad de temas que se tratan.
Sus personajes principales son cuatro mujeres, cuyo vértice principal es Jazmín, una ejecutiva de alto perfil que quiere ser madre; Bárbara, una chica del sur que fue Reina del Carbón, llegó a la gran ciudad y se vio obligada a dedicarse a la prostitución vip; Emma, una chica trans que fue la donante de esperma, y una cuarta protagonista, Selva, que trabaja para Uber, crió a sus hermanos cuando su madre los abandonó y vive con su pareja, un ex monaguillo.
El modelo de “familia líquida” ha sido abordado con originalidad por sus guionistas, cuyas miradas apuestan siempre a los rasgos afectivos, emocionales y humanitarios que unen a los personajes, más allá de los matices culturales de los que proviene cada una de estas mujeres, inmersas en el desafío cotidiano de turnarse para criar a la bebé, que modificó y alteró la vida de cada una de ellas.
Pequeña Victoria intenta demostrar cómo una sociedad crece a partir del diálogo cotidiano y el apostar a la convivencia, sin perder las individualidades. De este modo, la evolución y la aceptación de las y los otros se terminan convirtiendo en un constante aprendizaje para las distintas generaciones y para aquellos que como Emma o Marlene, las trans y sus amigas, o el personaje de Bárbara, tratan de construir sus vidas a partir del dolor que les provocó una infancia difícil.
El lugar que ocupan los hombres en la trama también resulta admirable en su intención de mostrar el tránsito que realiza cada personaje para despojarse de los conceptos paternalistas de poder y sometimiento hacia la mujer. Un interés aparte es el que reúne la “pareja abierta” de Daniel Hendler –actor fetiche de Daniel Burman– y Valeria Lois, dos excéntricos artistas plásticos.
Pequeña Victoria es una telenovela que exhibe creatividad en su cuidado diseño de producción: desde la gráfica de presentación hasta el carácter que define a cada personaje, la fotografía y la ambientación musical la convierten en un producto ideal para exportar a países, como el nuestro, que aún se encuentran lejos de la aprobación de leyes como el alquiler de vientre para una mujer que se ve imposibilitada de gestar, o el aborto.
La dirección actoral es otro punto alto de este programa. Sus personajes, muy alejados de las estridencias y los gritos típicos de las criaturas de telenovelas, se predisponen a una amplitud de matices y a desnudar claroscuros, sin olvidar rasgos de humor o emocionalidad intensa, que permiten una identificación inmediata con el telespectador.