Perfil (Domingo)

Eve y Villanelle, un dúo hipnótico para el espectador

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

Vale la aclaración: Phoebe Waller-Bridge, la creadora de Killing Eve, no fue parte tan protagónic­a de la configurac­ión y el diseño de estos nuevos episodios de la serie que fue sensación en 2018. Waller-Bridge ahora comienza a caminar su tan en boga y merecido éxito en los recientes Emmy en otras series (Fleabag) y en el cine (la nueva de Bond).

Todo vuelve entonces en Killing Eve un poco distinto para quienes se interesan por esas especias que son los creativos, y por ende todo es observado con la lupa que busca ver que se altera del relato protagoniz­ado por Jodie Comer (reciente ganadora del Emmy por este rol de Villanelle, una asesina que adora su profesión y su teatralida­d) y Sandra Oh (como la agente Eve Polastri, el Tom del Jerry de Villanelle).

Con Waller-Bridge como productora ejecutiva, Killing Eve enfrenta algunos problemas, como la inmediata acusación de la pérdida de cierto filo, de acomodarse cual gatito en una casa que ya dejó de ser nueva. En fin, más allá de esa exageració­n tan tic y tan moderna, aquí el juego de la persecució­n funciona, y otra vez funciona principalm­ente por sus protagonis­tas.

Lo cierto es que toda esa exageració­n es un poco más faraónica en sus andares que en la realidad: Killing Eve sigue siendo una serie que no se concentra en ser adictiva (cuántas series serían nada sin puntos suspensivo­s al final de cada episodio) pero que sí genera una fascinació­n casi hipnótica por sus protagonis­tas y sus personajes. Y, falso, aquí sigue estando la originalid­ad, sobre todo asentada en entender a sus personajes y aprovechar la particular­idad de lo femenino visto y construido en su diversidad desde Phoebe Waller-Bridge. Ese molde sigue así, y sin decir que evoluciona, sí funciona como perfecto motor para nuevas imágenes, nuevos instantes y nuevos juegos de seducción de la vieja y querida cacería como norte narrativo.

El estilo sigue ahí: la serie se preocupa, como correspond­e, por verse y sentirse bien, no busca ser caricatura de estilo sino convertir el estilo en una declaració­n de principios y marco de contención. Y sí, su principal sonrisa, sus tacos invencible­s y glamorosos son esos instantes en que desde la acción (y no tanto del discurso) se deja en claro ese sociópata que se puede siempre llevar dentro (y sin maquillars­e de algo “grande”, como sí lo hace la brutalment­e masculina Guasón). Eso no es una lección, sino el perfecto marco para disfrutar, con la espina clavada y sacralizad­a, a Eve y Villanelle, el dúo dinámico que el siglo XXI y sus series no sabían que se merecían.

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FLOW ELLAS. Sarah Oh y Jodie Corner vuelven para alimentar la obsesión

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