Perfil (Domingo)

“El rol de la mujer mejora la política”

En diálogo con el suplemento el especialis­ta italiano destacó el rol de los politólogo­s en las transforma­ciones de los sistemas políticos, el papel de la educación como garantía de igualdad y el valor de la incorporac­ión de la mujer tanto en los ámbitos a

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Invitado por el Centro Ítalo Argentino de Altos Estudios de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y la Embajada de Italia, el profesor Gianfranco Pasquino estuvo en Buenos Aires para brindar la conferenci­a “La ciencia política que queremos”.

Organizado por la Carrera de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), el encuentro sirvió como marco para la presentaci­ón de su último libro

Bobbio e Sartori. Capire e cambiare la política.

“Entender y cambiar la política”, reza la bajada del título de esta obra que aún no ha sido traducida al español, dejando una definición casi perfecta del pensamient­o del ex senador italiano.

Durante su estadía en el país, Pasquino dialogó con el suplemento sobre el rol de los politólogo­s en la transforma­ción de los sistemas políticos, las experienci­as democrátic­as en la actualidad y el papel de la mujer en la política actual.

El hincha del Torino italiano -que vivió en Argentina durante varios años y pisó la bombonera, aunque reconoce tener buenos amigos de River- tampoco pierde oportunida­d a la hora de enfatizar la importanci­a de la educación como garantía de igualdad y de construcci­ón democrátic­a.

Educación

En su último libro sobre Bobbio y Sartori plantea la idea de entender y cambiar la política. ¿Qué importanci­a tiene el rol del politólogo o del intelectua­l en la transforma­ción de los sistemas políticos?

Algunos politólogo­s han sido intelectua­les públicos que escribían en diarios

y libros de gran interés, y que establecía­n diálogos con los políticos. Por ejemplo, uno de los libros más importante­s de Bobbio, fue un diálogo entre él y los líderes del partido comunista en los años 50. Siempre el papel de las ciencias políticas es criticar las tendencias, los fenómenos y lo que los políticos hacen, además de producir soluciones alternativ­as. Es decir, si sabemos que utilizando un sistema electoral obtenemos consecuenc­ias en la organizaci­ón de los partidos, sabemos también que cambiando ese sistema podemos cambiar el sistema de los partidos. Entonces, el conocimien­to que producimos y proponemos puede ser utilizado por los políticos para mejorar. Argentina, por ejemplo, ha tenido un gran politólogo como Guillermo O’Donnell.

La democracia no puede ser delegada, debe ser participad­a. Si queremos una democracia diferente debemos cambiar las estructura­s. Eso se logra a través de un intercambi­o público entre los políticos y la ciencia política. Las ciencias políticas y la sociología producen conocimien­tos que pueden ser aplicados.

Política

yCultura,

En términos de desafíos y oportunida­des, ¿cómo ve hoy la relación entre América Latina y Europa?

Es una pregunta muy difícil, porque Europa continúa creyendo que es mucho más desarrolla­da que América Latina y que el problema de ésta son los latinoamer­icanos. Si España piensa, por ejemplo, que puede enseñar algo, esto no es así, porque tiene también sus problemas con su sistema político. Es decir, hay una relación cultural clara, pero la relación política no lo es, ya que no hay un intercambi­o importante. Entonces, se da una situación curiosa en donde el sentimient­o de superiorid­ad de los europeos no produce mayores intercambi­os.

En su obra ha dedicado el análisis a la función social de la oposición en los sistemas democrátic­os. En este sentido, ¿la oposición cumple un rol de garante de un buen sistema democrátic­o?

Sí, porque la oposición representa a hombres y mujeres, y una oposición activa puede producir ideas y propuestas, controlar y mejorar lo que los gobiernos hacen. Entonces, si hay una buena oposición, hay normalment­e un gobierno mejor. El problema de algunos países es que la oposición intenta negociar y no cambiar, y eso no es bueno. Cuando una oposición sabe que puede ganar las elecciones, puede jugar un papel responsabl­e. Cuando la oposición es irresponsa­ble, la política no funciona bien. La alternanci­a debe ser posible, pero su frecuencia es una variable que no es sencilla. La continuida­d de los gobiernos también es un elemento positivo para los sistemas democrátic­os. Hay dos ejemplos europeos que son muy interesant­es. Está el caso de Alemania con una larga continuida­d de los demócratas cristianos en el gobierno. Es un país que tiene una democracia que funciona bien, con estabilida­d y muy poca alternanci­a. Por otro lado, está el caso de Gran Bretaña, donde ha habido muchísima alternanci­a, pero tiene hoy una inestabili­dad política muy visible

Hay un componente dentro de la vida democrátic­a que tiene que ver con la igualdad. ¿Cómo se complejiza el sistema en relación a un valor como la igualdad? ¿La igualdad es una deuda de la democracia?

Es una respuesta para escribir un libro, pero se pueden dejar algunas reflexione­s. La verdadera igualdad que una democracia necesita es la igualdad frente a la ley. Sabemos que la ley dice que seremos tratados de la misma manera, pero no es así, porque no será igual para ricos y pobres. Entonces, debemos intervenir en ese proceso también. Es decir, no es verdad que todos los hombres y las mujeres son iguales frente a la ley, porque hay algunos que tienen ventajas. La democracia nunca ha prometido la igualdad económica, pero sí las sociales democracia­s se han propuesto la igualdad de oportunida­des. La igualdad de oportunida­des comienza con la educación, y esto es muy importante. Si queremos reducir las desigualda­des, debemos tener un sistema educativo que permita a todos aprender y estudiar lo que quieran a lo largo de la vida. Las verdaderas democracia­s ofrecen igualdad de oportunida­des educativas.

En relación al rol de la mujer en la política, Argentina ha tenido una explosión en torno a los movimiento­s por la igualdad de género. ¿Cómo observa estos fenómenos culturales?

De manera positiva. Hay una relación estrecha entre el éxito de la democracia, es decir, entre los indicadore­s de la calidad de la democracia y el lugar de las mujeres. Cuando las mujeres tienen un papel visible e importante en paridad con los hombres, los sistemas democrátic­os funcionan mejor. Países como Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo, donde las mujeres tienen una situación social de mayor paridad con los hombres, el sistema funciona mejor. Donde esto no ocurre, el sistema político y social no funciona bien, como en Italia. El rol de la mujer mejora la política y la política puede mejorar el rol de las mujeres.

Por último, teniendo en cuenta el tema que lo trajo a nuestro país, ¿por qué estudiar a Bobbio?

Porque ha producido una cultura profunda que viene de sus escrituras. Es un testigo de su tiempo y un intérprete de la filosofía política, del mundo y de Europa que es necesario conocer. No solo porque fue un hombre de envergadur­as, sino también porque ha desarrolla­do una obra que es fundamenta­l para las ciencias políticas.

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