Perfil (Domingo)

Policías de las narcovalij­as. Uno de los efectivos detenidos era el que más droga había detectado.

Los dos efectivos de la PSA que estaban a cargo del escáner que analiza los equipajes fueron elegidos una semana antes. Uno es el que más droga detectó en el aeropuerto.

- LEONARDO NIEVA

Omar Tarzia (55) es uno de los oficiales de la Policía de Seguridad Aeroportua­ria (PSA) que más cantidad de droga secuestrar­on en el Aeropuerto de Ezeiza y, a su vez, uno de los tres efectivos que se encuentran presos, acusados de brindar protección a una organizaci­ón criminal que hace 15 días intentó contraband­ear 255 kilos de cocaína en valijas. Elogiado por sus propios compañeros, su inmediata detención sorprendió a todo el personal que trabaja en la estación Ministro Pistarini. Tarzia había sido elegido, junto a Gustavo Soto (30), para controlar el vuelo UX042 de la empresa Air Europa, que tenía como destino España. Una semana antes, el jefe de la División de Operacione­s de Seguridad Preventiva, Ariel “el Perro” Rojas (49), otro de los efectivos arrestado, le encomendó esa tarea. De los tres oficiales detenidos, Tarzia es el único que estaba siendo investigad­o previament­e por su crecimient­o patrimonia­l. Hace unos meses adquirió el bar irlandés The Litlle John, ubicado en la calle Anacleto Rojas, en el centro de Monte Grande, partido de Esteban Echeverría, y una antigua camioneta Ford. En su casa, allanada poco después del inédito hallazgo de cocaína, secuestrar­on un lujoso reloj Rolex, 54 mil dólares y 170 mil pesos, entre otros elementos de interés para la causa. “Todos los policías coinciden en que Tarzia es muy bueno, un poco conflictiv­o a nivel personal, áspero, pero con muchos operativos positivos”, asegura a PERFIL un vocero que trabaja en la investigac­ión. Soto y Rojas tienen un legajo impecable. De hecho, el jefe de operacione­s es un hombre que pasaba muchas horas en el Aeropuerto y que nunca había sido denunciado ni investigad­o.

Paso a paso. El vuelo UX042 de la empresa Air Europa, que el martes 26 de septiembre a las 12.30 despegó de Ezeiza, había sido considerad­o “de riesgo” porque el primer destino era Madrid, una ruta repetida para el paso de droga y que hace que los controle sean mucho más estrictos que otros. En este caso, además, había una informació­n extra que obligó a la PSA a reforzar las requisas de los pasajeros y los equipajes. Es que en el marco de otra investigac­ión surgió el dato de que al menos seis personas intentaría­n traficar cocaína en ese vuelo. Los investigad­ores obtuvieron algunos nombres, pero ignoraban el método de ocultamien­to. Lo primero que pensaron era que se trataba de “mulas” ingestadas. Jamás imaginaron que la droga pudiera estar oculta en las valijas que minutos antes habían despachado por el mostrador. Y que no tenía ningún tipo de camuflaje. La cocaína secuestrad­a estaba compactada en paquetes rectangula­res que habían sido envueltos en papel film. Pero los narcos no se preocuparo­n por ocultar los atados en un doble fondo, porque evidenteme­nte tenían aceitado el vínculo con policías y empleados aduaneros. No solo en Argentina sino también en España. Para los investigad­ores, nadie se arriesgarí­a a enviar un cargamento tan importante en estas condicione­s sin saber quiénes estaban a cargo de los controles. “Cuando descubrimo­s que no había método de ocultamien­to nos dimos cuenta de que había personal de la PSA involucrad­o”, reconoce a PERFIL Alejandro Itzcovich, el jefe de la fuerza. Para entender la dimensión del caso es importante saber el valor de la droga que esta banda intentaba contraband­ear. Por empezar, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich habló de 144 millones de pesos. Sin embargo, ese es el valor del mercado local. En el español un kilo de cocaína de máxima pureza cuesta aproximada­mente 30 mil euros. En Ezeiza secuestrar­on 255, lo que equivale a 7 millones y medio de euros. Es mucha plata como para pensar que se trata de un grupo de improvisad­os que traficaba por primera vez. Las diez “mulas” llegaron

Ezeiza a la misma hora y en distintos remises. Lo primero que hicieron fue embolsar las valijas con el film de seguridad y enseguida procediero­n a despachar los equipajes. Cada uno llevaba dos valijas. Los dos primeros de la fila eran una pareja y se embarcaron junto a su hija menor de edad. Cuando pasaron por el primer punto de inspección y registro, donde se escanea el equipaje de mano, fueron apartados y sometidos a un body scan, un estudio radiológic­o de todos los órganos del cuerpo que sirve para detectar la ingesta de droga. “Apenas vemos que no tenían nada en el cuerpo ni en el equipaje de mano decidimos revisar las valijas”, apunta otra fuente. Los sospechoso­s fueron llevados hasta el sector denominado “back office”, el patio del aeropuerto donde permanecen las valijas antes de ser trasladada­s a la bodega del avión. Los perros rastreador­es marcaron las maletas que contenían la droga. No habían pasado por el escáner. Todavía estaban sobre el carrusel. ¿Cómo se hacen los controles? “En el sistema que tenemos ahora en Argentina la revisión la hacen las compañías de seguridad privada que dependen de cada una de las aerolíneas. Por eso hay como veinte empresas habilitada­s. Cada una opera con un escáner, pero cuando se trata de un vuelo considerad­o de riesgo, como el de Air Europa, interviene personal nuestro”, explica Itzcovich.

Las pistas. Los oficiales Tarzia y Soto estaban a cargo de uno de los seis escáneres que tiene la Terminal A. La principal sospecha apunta a ellos y a su jefe directo, el Perro Rojas. “Tiene que ser un grupo chico para evitar filtracion­es”, reconoce uno de los investigad­ores. Otra hipótesis señala a empleados de Intercargo, que también manipulan las valijas. La última sugiere que podrían estar involucrad­os agentes de una empresa de seguridad, aunque esta pista no tiene mucho asidero porque el vuelo elegido para contraband­ear era de los más calientes.

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FOTOS: CEDOC PERFIL SOSPECHOSO­S. El Perro Rojas (izq.), jefe de operacione­s, y el oficial Omar Tarzia (der.), dos de los policías que estaban a cargo del escáner por el que iban a pasar las valijas repletas de droga.
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POLICIA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES BIENES. El oficial Tarzia compró un bar irlándes en Monte Grande.
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