Promesa de partida
Autor: Mark Strand Género: poesía Otras obras del autor: Hombre y camello; Me va a encantar el siglo XXI; Sobre nada y otros escritos; La vida continua; Aliento; La historia de nuestras vidas; Emblemas Editorial: Zindo & Gafuri, $ 430 Traducción: Adalber Salas Hernández
La obra de Mark Strand (1934-2014) tiene uno de sus momentos más altos en Puerto oscuro, poema que se despliega en 45 secciones y condensa las preocupaciones y los temas de uno de los grandes autores de la poesía norteamericana contemporánea. Publicado en inglés en 1993, el sello Zindo & Gafuri presenta una nueva edición en español, con versiones del poeta y traductor venezolano Adalber Salas Hernández (Caracas, 1987).
Octavio Paz introdujo a Strand en lengua española con la traducción de cinco poemas, entre ellos Keeping Things Whole, emblemático del encanto y cierta languidez típicas del autor: “En un campo/ soy la ausencia/ de campo./ Y eso es así siempre./ Donde esté/ soy lo que falta”. Las ediciones comenzaron a sucederse a partir de la antología
Veinte poemas (1979), realizada por Octavio Armand, y entre otras pueden destacarse Aliento (edición de Julián Jiménez Heffernan, 2004),
Hombre y camello (edición de Damacio López García, 2006) y, en un registro más cercano al lector latinoamericano, Me va a encantar el siglo
XXI (traducción de Ezequiel Zaidemberg, 2011). Salas Hernández aporta ahora un tono intermedio entre las variables de la lengua, que además logra recrear la cadencia del original.
En el artículo “Notas sobre el oficio de la poesía” (traducido por Mirta Rosenberg), Strand planteó que un poema es autorreferencial, porque habla de algo que se construye en sí mismo y, a salvo de las exigencias de verosimilitud de la novela, no necesita validarse con algo exterior y mucho menos formular una explicación o un sentido del mundo. Antes que una forma de conocimiento, el poema es una especie de movimiento y de estado que desestabiliza las certidumbres y presenta situaciones y preguntas que no necesariamente se resuelven. “Tal vez el poema sea en última instancia una metáfora de algo desconocido, y su concreción un medio de recobrarlo”, escribió Strand.
La lírica es para Strand el lugar “donde la elegía imagina un futuro que lamenta la pérdida del pasado”, y ese aspecto levemente doliente atraviesa los poemas de Puerto oscuro. El recuerdo de Summerside, su pueblo natal en la isla del Príncipe Eduardo, Canadá, es insistente en la parte inicial del libro, donde aparece como un regreso a los orígenes y a una vida más simple, “sin saber si este regreso es un fracaso o un signo de triunfo”. El poema XVI alcanza un pico de intensidad: “Es cierto que, como alguien ya ha dicho, en/ un mundo sin cielo todo es despedida./ Sin importar que agites la mano o no,// es despedida, y si no hay lágrimas en tus ojos/, aún es despedida, y si pretendés no darte cuenta/, odiando lo que pasa, aún es despedida./ Despedida, sin importar qué suceda”.
En el puerto al que alude el título hay un barco retenido. “La promesa de la partida se ha empezado a diluir”, y la mirada se desplaza hacia el mar, la referencia central en el paisaje. La estructura de los poemas sigue un hilo de reflexión con el tono de quien piensa en voz alta o habla a solas del paisaje que tiene a la vista, y de los pensamientos a veces erráticos que le provoca la contemplación. El movimiento de la frase y el ritmo
Para Strand un poema es autorreferencial, porque habla de algo que se construye en sí mismo y, a salvo de las exigencias de verosimilitud de la novela, no necesita validarse con algo exterior.
del poema a través de las reiteraciones de palabras y de construcciones son más importantes para Strand que lo específicamente narrativo, que con frecuencia se reduce a un episodio mínimo, o a una entrada donde los objetos y las notas sobre el ambiente contienen las abstracciones.
Charles Simic comparó los libros de Strand con un tren nocturno ocupado por un único pasajero. “Ese pasajero está inclinado, con una pequeña linterna en la mano, leyendo el libro de su vida. De tanto en tanto, alza la cabeza, esforzándose por distinguir algo en el paisaje que huye tras la oscura ventanilla”. Puerto oscuro es un tramo deslumbrante en ese viaje.