Perfil (Domingo)

Cambio de escenarios

- GUSTAVO GRAZIOLI

Autor: Sergio Olguín Género: cuentos Otras obras del autor: Las griegas; Lanús; Springfiel­d, Las extranjera­s; 1982; No hay amores felices; La fragilidad de los cuerpos; Oscura monótona sangre; Filo Editorial: Tusquets, $ 605

Con su particular y desanudada narrativa Sergio Olguín, después de veinte años, vuelve a vestirse de cuentista –aunque nunca haya dejado de serlo– y le da vida a Todos los hombres son iguales. Once cuentos que de manera escondida parecen preguntars­e si efectivame­nte los hombres son todos iguales. Al leer estas historias de amigos que se encuentran después de años de aventurars­e en el delito, de hermanos que se desviven por un padre que los abandona y hacen todo lo que esté a su alcance para que esté bien, de un barrabrava que es confundido con Maradona en Japón –o historias, como las del final, que se hunden hasta el fondo en la vergüenza y la desdicha de una relación padre e hijo–, el título del libro, más que asegurar que todos los hombres son iguales, lo único que hace es advertir que esa es una frase trillada.

En estos once cuentos, ordenados como si fueran para un disco de música, los hombres no son todos iguales. Los hay para todos los gustos. Algunos más machos y otros simplement­e varones. Están los que muestran su virilidad a través del delito y las armas, están los más tranquilos que solo se conforman con poder tener una casa y una familia, están los que no soportan que la felicidad los invada y se consumen en la angustia de pensar que el paso del tiempo es una máquina imparable que, como una ola gigante de película yanqui, lo arrasa todo y no deja ni rastro de su paso por este mundo.

Los hay como en Recetas, donde un hijo que detesta a su padre no sabe cómo decírselo y tan solo se deja ningunear, esperando que la vida haga su trabajo.

“Estaba furioso por esa maldita costumbre de creerse superior, el hombre que todo lo sabía hacer. Tenía ganas de gritarle que en vez de preocupars­e por un asado se hubiera preocupado por sus hijos cuando nos abandonó”, se lee sobre el final de Recetas. En este cuento, Olguín ensaya lo autobiográ­fico como recurso para poder mostrar la falta de afecto y en donde aplica su cuota de buen narrador para que la ficción –como pasa en casi todos los cuentos que componen este libro– se adueñe de cualquier espacio de aburrimien­to que pueda advertirse por parte del lector y quede prendido a cada línea. Todos los hombres… va y viene y se ocupa de mostrar la diversidad de mundos que se arman en pequeños espacios. El autor de la saga policial de Verónica Rosenthal, con la habilidad de un cineasta, sabe mostrar escenarios que pueden ir desde el conurbano bonaerense, pasar por la costa atlántica y terminar en Japón.

El escritor, guionista, periodista, editor y tanto más, responsabl­e de revistas como V de Vian, con la que a los inicios de los años 90 disputó acalorados debates contra los “babélicos” y todo lo que estuvo cercano a lo académico, o de revistas como La mujer de mi vida, con estos cuentos que publicó en Tusquets deja en claro su sello de calidad también como cuentista. A pesar de su alejamient­o por bastante tiempo de esta casa creativa que sabe dar refugio a las ideas de tranco corto, supo volver a ese pri

Están los que muestran su virilidad a través del delito y las armas, están los más tranquilos que solo se conforman con poder tener una casa y una familia, están los que no soportan que la felicidad los invada y se consumen en la angustia

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