4 BOJACK HORSEMAN (2014-2020)
Antes Los Simpson nos enseñaron a ser absurdos y metatextuales, que todo estaba presente todo el tiempo. En la década que pasó, la ya casi finalizada BoJack Horseman nos enseñó que la animación puede lastimar como ninguna otra técnica a la hora de contar y mostrarnos cuánto podemos doler en otros (y cómo puede ser radiactiva nuestra guerra personal contra nosotros mismos, por supuesto). La improbable historia de una ex estrella de sitcom equina en un mundo donde animales y humanos poseen andar antropomórfico y hablar (y sentir, claro) ha sido uno de los faros de humanismo, cinismo y candor (y ni hablar de inventiva visual) de una década que no sabía que encontraría aquí su más intenso y realista corazón. Y ni hablar de su mordisco sardónico a Hollywood y sus tics siempre modernos.