¿El fin de la utopía?
“La República Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil solo no tiene tampoco unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad económica; pero estos tres países conforman en el momento actual quizás la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países reserva del mundo.” (…). Si subsistiesen los pequeños y débiles países, en un futuro no lejano podríamos ser territorio de conquista como han sido miles y miles de territorios desde los fenicios hasta nuestros días”. En este discurso, explicaba también las dificultades que había tenido su amigo el presidente Getulio Vargas con sectores internos brasileños aliados a los Estados Unidos que se negaron a firmar el acuerdo.
Francisco. Setenta años después el papa Francisco responde al periodista Hernán Reyes Alcaide: “Ante todo se trata de recorrer las vías de la integración hacia la configuración de la Unión Sudamericana y la Patria Grande latinoamericana. Solos, separados, contamos con muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería un callejón sin salida que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos, y dependientes de los grandes poderes mundiales”.
En la Evangelii Gaudium, Francisco desarrolla los cuatro principios para la construcción de un pueblo. El cuarto, “el todo es superior a la parte”, aplica directamente a los procesos de integración: “El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad”. A diferencia de la globalización que tiende a la hegemonía económica social y cultural, la idea de integración poliédrica única manera de fortificar el ser nacional, para preservarlo con individualidad propia en las etapas que se avecinan.”
Tiempos lentos. Cuando en 1973 el peronismo vuelve al gobierno, Chile, Brasil, Bolivia y Uruguay estaban gobernados por dictaduras, y el clima político no era el propicio para la integración. Debimos esperar hasta 1983 con el retorno de la democracia para dar los primeros pasos del Mercosur. Pero, como Perón lo había planteado ya en 1953, la idea de la unidad se había hecho carne en los pueblos con independencia de los gobiernos.
Hoy la relación con Brasil vuelve a ser tirante, pero el camino avanzado es demasiado importante como para desandarlo. El presidente Alberto Fernández, casi parafraseando a aquel Perón del 53 vuelve a decir: “con la República Federativa del Brasil, particularmente, tenemos para construir una agenda ambiciosa, innovadora y creativa, en lo tecnológico, productivo y estratégico, que esté respaldada por la hermandad histórica de nuestros pueblos y que va más allá de cualquier diferencia personal de quienes gobiernan la coyuntura”. Aplica al caso el segundo de los principios de Francisco: “La unidad prevalece sobre el conflicto”
“El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante (...). Otros entran en él y quedan prisioneros (…). Pero hay una tercera manera (...). Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”, afirma el Papa en su encíclica.
Desencuentros. “Por encima de los desencuentros, nos pertenece por igual la suerte de la Patria”. Con esta frase descarnada se dirige Perón al pueblo argentino el 1º de mayo de 1974, en su mensaje al Congreso de la Nación. Luego de 18 años de exilio, de soportar persecuciones, atentados contra su vida, de la proscripción y feroz represión contra su fuerza política; Perón volvía “descarnado”, sin odios, sin rencores, ni venganzas que cobrar. Su primer gesto fue ir a encontrarse con sus viejos adversarios Balbín, Frondizi, Alende, Solano Lima. Su primera consigna fue “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”. Tenía muy claro que la grieta, esa profunda división entre peronismo y antiperonismo, solo había servido a los intereses de las minorías y a profundizar la dependencia.
Ese 1º de mayo viene a plantear que: “Nuestra Argentina necesita un proyecto nacional, perteneciente al país en su totalidad. Estoy persuadido de que, si nos pusiéramos todos