El fracaso de ‘Cats’ y la primera caída
Forzar una leyenda es un problema, seguro, pero más de uno lo logró. Ahora, Cats película, adaptación del clásico de Broadway a la pantalla grande y a efectos digitales para generar gatos antropomórficos cantantes de melodías de Andrew Lloyd-Webber, comprueba que la edad dorada de las franquicias es cruel. Y puede acabar con nueve vidas en unas pocas semanas.
Cats se estrena el 9 de enero en Argentina, pero ya se estrenó en Estados Unidos. Desde aquel día, ha sido golpeada de todas formas posibles. Hoy posee un promedio pésimo en el sitio especializado Rotten Tomato (19%, es decir, un muy bajo promedio de aprobación entre crítica y público) y está a punto de generarle, desde sus pocos US$ 18 millones de recaudación, pérdidas a Universal, por US$ 50-70 millones. Un flop que le dicen en La Meca.
El fracaso de Cats representa mucho más que un mero error al estilo Terminator: Destino final, otro film enorme que no pudo con sus expectativas de ganancias producido por un gran estudio. Representa un sacudón al modelo “cualquier franquicia funciona”, y uno clave: puede haber ridículo en la idea de adaptar un musical ya vetusto antes que clásico. Pero varias luces amarillas habían demostrado que era clave escuchar el público (tal como sucedió con el trailer del personaje de videogame Sonic: el estudio de inmediato retrasó el estreno y modificó el diseño). Cats confió en el peso de su franquicia, un clásico que los colegios interpretan una y otra vez, y en el de sus estrellas (hay papeles para nombres como Idris Elba, James Corden y Taylor Swift). Y apuró el estreno, al punto que se volvió a reenviar a los cines copias avisando que estaban modificados algunos errores digitales. En Cats afloraron varios males del Hollywood torpe: desconfianza en el criterio del original, apuro por llegar a la fecha de estreno, una campaña de marketing enorme que no encontró red de contención, ignorar al público online y creer, pase lo que pase, en el negocio.