“El humor debe dañar las estructuras”
El creador de la multipremiada Veep regresa a HBO con Avenue 5, la vuelta del actor Hugh Laurie a la televisión y a la comedia como un capitán de un crucero espacial varado con 5 mil pasajeros.
LJUAN MANUEL DOMINGUEZ a comedia de Armando Iannucci es uno de los milagros, no tan secretos pero sí menos celebrados, del cine y la TV actual. El escocés, con cinturón negro en sátira, ha sido el principal cerebro detrás de shows como Veep, de un personaje como Alan Partridge (al cual cocreó) y de films como La muerte de Stalin o The Personal History of David Copperfield. Iannucci insiste en que su nuevo show, Avenue 5, que cuenta con el protagónico de Hugh Laurie (Dr. House) y se emite por HBO los domingos a la medianoche, es menos una sátira sobre la ciencia ficción y más “una observación sobre cómo funcionamos como masa en esta era de andar hiperconectados”. A la hora de definir el presente de la sátira como posibilidad en un mundo dominado por la determinación de ser correcto antes que inteligente, el autor sostiene: “Se ha puesto más difícil. La sátira funciona solamente cuando puede exhibir determinadas formas de conducta. Si alguien no entiende esa mirada, esa conducta, entonces se vuelve más difícil apuntar y dejar en claro determinado absurdo”. Y agrega: “Por ejemplo, John Oliver y su show en HBO: investiga, argumenta, se comporta como un periodista y genera sátira. Esa es una de las formas. Algunos políticos han incluso entendido determinadas formas de esquivar la sátira, de adoptarla. Eso hace que falle a su propósito. Quizá que la comedia se parezca al periodismo es una forma”.
—¿Cómo se hace comedia en un mundo donde intentar ser políticamente correcto ha devenido un estándar?
—No creo que ser políticamente correcto sea el estándar. Me preocupa que la idea de tener determinado punto de vista o determinada visión sobre determinado tema se lea como que existe la posibilidad de no soportar una broma. Me gusta pensar que el humor puede ser más inteligente, que puede hacer daño a estructuras y no a personas puntuales. Viejos chistes que reflejan viejas ideas siempre lastimaron.
—¿Qué ofrece el espacio como potencial territorio para la comedia?
—La base es que te da una hoja en blanco a la hora de referencias que hayan trabajado la comedia espacial de esta forma. No hay tantos hitos o referentes. La idea de 5 mil personas varadas en una especie de crucero espacial genera sus propias reglas. En ese sentido, e irónicamente, el espacio te da aire.
—¿Cuál es la razón detrás del show?
—Quería hacer algo diferente. Quería mostrar la locura de la masa cuando está toda junta. De alguna forma, reflejar la locura de las redes sociales donde solemos escuchar y hablar con la gente que piensa lo mismo que nosotros. ¿Qué pasa entonces si generamos un ambiente donde 5 mil personas encerradas en el espacio generan algo que puede explotar en cualquier momento, un estado de tensión listo para ser anarquía? ¿Qué pasa cuando esa mentalidad se hace física en un espacio donde no se puede escapar? Pensaba en la representación más gráfica de la masa.
—En la nave hay mucha gente rica, ¿el acercamiento a estos personajes tiene que ver con una crítica a esa clase social?
—Supongo que hay una analogía al poder, seguro, a la idea de que solo por tener mucho dinero podés hacer lo que querés. El espacio me da un lugar para que el millonario que puso esto en marcha se encuentre en un lugar donde literalmente ya no tiene control sobre las circunstancias, donde el dinero no puede comprar la seguridad y calma que necesita. Claro que esa es una idea política. A medida que el show avance, vamos también a entender cómo eso se refleja en la Tierra. Quería alejarme de la política, y centrarme en la sociedad, en qué nos mueve como individuos. Creo que esa es una conversación importante en este momento.
“Quería centrarme en la sociedad y no en la política, en qué nos mueve como individuos.”