Perfil (Domingo)

Seis de cada diez procesados esperan condena en la cárcel

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Es muy interesant­e y necesario objeto de análisis en profundida­d, el debate que se está dando hacia adentro del Gobierno y sus seguidores (y en el resto de la sociedad), acerca de cómo definir la situación judicial de ex funcionari­os de las gestiones Kirchner: si se trata de presos políticos o de políticos procesados o ya condenados por la Justicia en distintas instancias cuya continuida­d en prisión resulta legítima o es un exceso de autoridad por parte de los jueces que interviene­n.

El objetivo de este ombudsman es facilitar a los lectores de PERFIL una mejor comprensió­n del tema, porque las definicion­es son controvert­ibles y habilitan a una mirada más abarcadora que la mera caída en la óptica binaria que nos afecta.

Aclaración necesaria: este ombudsman se define a favor de la libertad condiciona­da para los procesados con juicio en trámite sea cual fuere la instancia, salvo que se den con claridad las condicione­s en las que la ley lo impide: peligro de fuga o ejercicio de influencia­s para cambiar el curso de las causas. En la Argentina, seis de cada diez presos en cárceles (o comisarías, lo que es peor) están tras las rejas, y la gran mayoría de ellos carece de recursos para contratar abogados y procurar la libertad hasta su sentencia definitiva. La mora en los trámites abarca a todos los tribunales del país y se hace más evidente –y riesgosa– a medida que se escala en las instancias superiores, incluyendo la Corte Suprema de la Nación.

La cuestión resulta polémica y ha develado diferencia­s sustancial­es entre los funcionari­os de la nueva administra­ción. De un lado están los más moderados (el presidente Alberto Fernández, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el canciller Felipe Solá, entre otros), que reconocen que buena parte de los ex funcionari­os presos son víctimas de un sistema judicial que los perjudica, se manifiesta­n a favor de una solución en el marco del sistema vigente y no califican como presos políticos a esas personas; del otro, los que insisten en aplicarles la denominaci­ón de presos políticos, con argumentac­iones racionales o con consignas sin fundamento­s teóricos, según los casos.

Sugiero a los lectores que no caigan en simplismos y entren al debate con argumentos sólidos.

Nota de Redacción. El lector Gabriel Wolf (wolfgabrie­l2001@ yahoo.com. ar), comenta negativame­nte con un mail, el empleo del recurso NdeR (Nota de Redacción) por parte de Jorge Fontevecch­ia, en dos tramos de su entrevista a Carlos Heller (PERFIL, domingo 26 de enero, https:// bit.ly/2UCFVDO). Dice el señor Wolf: “Uno es cuando ‘discuten’ sobre el déficit fiscal primario/ déficit financiero. El otro es cuando vuelven a ‘discutir’, pero sobre la inflación en el gobierno de Frondizi. En ambos casos, las ‘N de R’, en tanto aclaracion­es, están colocadas para afirmar los dichos del Sr. Fontevecch­ia, dejando de esa manera expuesto a Heller como un hombre que miente con sus datos y/o dichos”. Coincidiré en parte con el lector: es convenient­e aclarar qué fuentes fueron consultada­s por el entrevista­dor, aunque es legítimo emplear el recurso porque la argumentac­ión o los datos precisos suelen afirmarse cuando el reportaje ya fue efectuado y solo resta publicarlo. Le señalé mi postura al autor del reportaje y le pedí un comentario suyo en respuesta a Wolf. “En el futuro citaré fuentes, entonces –repondió–. En cuanto a éstas citadas en lo de Heller, son las cifras oficiales”. Discrepo, en cambio, con el lector, en cuanto a la intenciona­lidad que atribuye a Fontevecch­ia: confrontar datos o aclararlos no implica una toma de posición y mucho menos calificar como mentiroso al entrevista­do.

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CEDOC PERFIL REJAS SI O NO. ¿Presos políticos o políticos acusados por delitos comunes?
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