Perfil (Domingo)

■ CRITICA Páramo amordazado

- OMAR GENOVESE

Desierto sonoro Autora: Valeria Luiselli Género: novela Otras obras de la autora: Papeles falsos; Los ingrávidos; Los niños perdidos; La historia de mis dientes Editorial: Sigilo, $ 490 Traducción: Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli

Consta de tres tercios y resaca fotográfic­a final, estilo Polaroid, por una repetición innecesari­a que no llega a conformar cuatro divisiones. Una parte en primera persona de universita­ria que se percibe lúcida en road movie, con esposo e hijos ensamblado­s. A cada parte general antecede un listado en forma de caja de mudanza apresurada, todas viajan en el baúl del auto (¿quién hace turismo con cajas ordenadas?). En ellas van libros, carpetas, cintas de audio, partituras, rotuladas con listas del contenido como para las compras en Wall Mart. El lector avezado se preguntará por qué no lleva restos de comida en forma de recuerdo.

Literatura inorgánica, sin ideas, sin sangre que fluya por las venas de las frases. Una especie de elegante placebo maquillado como ambicioso y agitado por cierta sabiduría, por esa forma bastarda de hacer participar al lector explicando sus lecturas, para que el mismo no tome la responsabi­lidad de hacerlas. Esto es darle al otro la comida predigerid­a, como el ave carroñera a sus crías. ¿Acaso el lector es un idiota anidando la nada? ¿No es éste el concepto que el marketing editorial tiene del lector ideal en sus propuestas como forma impresa? El lenguaje es una responsabi­lidad: para un escritor, su arma y salvación; para un redactor esclavo del mercado es a la vez ancla tan previsible como indispensa­ble, de ahí la diferencia entre arte y artificio. Luiselli queda de este último lado del arroyo contaminad­o, porque además, no sabe escribir en inglés y menos traducir su desatino a ésta, nuestra lengua (y su colaborado­r, menos).

Y lo digo en mexicano: “Para colmo de males”, esta novela es la tracción del aburrimien­to por el tedio mismo. No es lo que la crítica cómplice tararea como “aburrimien­to de pareja”, no: nada ocurre, la dilación es perpetua, reiterativ­a. Ni los hijos tienen nombre: son niños, que hacen cosas de niños, desde un ojo que los observa sin empatía. Tal vez por eso Luiselli demuestra qué es lo que para ella debe escribir un niño sobre aquello que ya aburrió en el capítulo anterior: una versión abúlica en el estilo de un adulto que no sabe cómo escribe un niño. Luego está el tema del racismo: la situación de “los niños” migrantes mexicanos es una referencia lateral, “para la galería de adulones”, careciendo de substancia y verosimili­tud (o con el verosímil primario como para gratificar al lector con inquietude­s que no salen del living). Pero esto encierra la otra faz de la moneda racista, la que está oculta en esa mirada superior, por encima de todo lo que pueda ocurrir: la de superiorid­ad de clase, de güerita. Así, la soberbia (para con lo mexicano, pues fuera de esa nacionalid­ad queda en ridículo), modela el texto en un estilo que denota la necesidad de posicionar­se en un mercado global ansioso por esa diferencia que neutraliza­n desde todos los puntos, cumpliendo así la cuota de exotismo; pero que en realidad son subproduct­os apacibles para los norteameri­canos, como una subliterat­ura del privilegio de dormir sin aditivos psiquiátri­cos, sin culpa.

Pero esto no evita que el resultado sea un narcótico amable, casi droga mediocre para tiempos me

La autora demuestra qué es lo que debe escribir un niño sobre aquello que ya aburrió en el capítulo anterior: una versión abúlica en el estilo de un adulto.

diocres. Y así, la violencia del texto recae sobre el desplazami­ento a una zona gris, donde se oculta la miseria, sumisión y olvido que sufre el pueblo mexicano desde los dos lados de la frontera. Como fuego amigo, este libro es una traición a Francisco Tario, Octavio Paz, José Vasconcelo­s, y a todos los escritores mexicanos que intentan preservar una lengua del saqueo dominante. Como antídoto: cuando Sergei Eisenstein filmaba ¡Qué viva México!, intercambi­ó correspond­encia con Victoria Ocampo quien le proponía viajar a Buenos Aires para enseñar cine. No ocurrió, como tampoco la finalizaci­ón de ese film. Vean lo que quedó en Youtube, antes que leer este libro.

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 ?? FOTO: PATRICE NORMAND ?? VALERIA LUISELLI. Para la crítica alemana se trata de la nueva revelación de las letras latinoamer­icanas.
FOTO: PATRICE NORMAND VALERIA LUISELLI. Para la crítica alemana se trata de la nueva revelación de las letras latinoamer­icanas.

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