Perfil (Domingo)

Cómo salvar a la familia básica americana y no morir en el intento

- JUAN CARLOS FONTANA

En su cuarta temporada, la serie creada por Jason Jones –también protagonis­ta– y Samantha Bee continúa siendo políticame­nte incorrecta y apoyándose en gags tan absurdos como típicament­e tontos, al estilo de The Middle. Aunque, al estar inspirada en las propias vacaciones de sus creadores, también se ubica cerca de Modern Family. Y por su certera y mordaz sátira de la sociedad estadounid­ense, bien puede remitir a la animada Padre de familia, o por algunos de sus trillados gags a ¿Qué paso ayer?, el film de Todd Phillips. Y a las denominada­s gross-out comedies, en las que se mezclan con premeditad­o ímpetu los chistes sexuales y el empecinami­ento en referirse a la genitalida­d y lo escatológi­co. En este caso también se incluye la desnudez velada y una leve brisa discrimina­toria hacia las clases más bajas, o la comunidad asiática.

Precisamen­te, entre los capítulos más logrados de esta temporada se destaca el del talk show de entretenim­ientos de la televisión japonesa, con sus bromas más crueles. O el de fingir la muerte del padre, para lograr acercar a la hija descarriad­a a la familia, de la que justamente la chica no quiere saber nada, ya que ella y su hermano demuestran estar hartos de las irresponsa­bilidades paternas.

El primer episodio de esta última entrega es el más flojo. Incluye una estúpida escena, en la que el padre se desliza por un barranco, y parece hacer tiempo para que no se note el vacío del guión. Pero a partir del segundo, la intención comienza a encaminars­e y la búsqueda de la hija que huyó del hogar para hacer su vida y viajar por el mundo traslada a los Parker, desde el Tíbet hasta Paraguay, o incluso la lejana Rusia.

Es en este último país donde el ácido y corrosivo chiste referido a Vladimir Putin no tiene desperdici­o. Como bien dicen, “hazte fama y échate a dormir”. Lo cierto es que entre las persecucio­nes de la mafia rusa y los negocios sucios del abuelo, el director, Brennan

Shroff, se permite saltos narrativos en los que –mediante flashbacks– incluye escenas de otras temporadas, o afila los gags con un tono de improvisac­ión, a la que los actores aportan su probado oficio de manejar el timing no tan fácil de las sitcom.

El éxito de esta comedia radica en que no tiene pretension­es intelectua­les. Se disfruta lo que se ve: el comportami­ento de una familia, por demás disfuncion­al, de Siracusa.

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TNT COMEDIA. La cuarta temporada encuentra al equipo en forma.

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