Cómo salvar a la familia básica americana y no morir en el intento
En su cuarta temporada, la serie creada por Jason Jones –también protagonista– y Samantha Bee continúa siendo políticamente incorrecta y apoyándose en gags tan absurdos como típicamente tontos, al estilo de The Middle. Aunque, al estar inspirada en las propias vacaciones de sus creadores, también se ubica cerca de Modern Family. Y por su certera y mordaz sátira de la sociedad estadounidense, bien puede remitir a la animada Padre de familia, o por algunos de sus trillados gags a ¿Qué paso ayer?, el film de Todd Phillips. Y a las denominadas gross-out comedies, en las que se mezclan con premeditado ímpetu los chistes sexuales y el empecinamiento en referirse a la genitalidad y lo escatológico. En este caso también se incluye la desnudez velada y una leve brisa discriminatoria hacia las clases más bajas, o la comunidad asiática.
Precisamente, entre los capítulos más logrados de esta temporada se destaca el del talk show de entretenimientos de la televisión japonesa, con sus bromas más crueles. O el de fingir la muerte del padre, para lograr acercar a la hija descarriada a la familia, de la que justamente la chica no quiere saber nada, ya que ella y su hermano demuestran estar hartos de las irresponsabilidades paternas.
El primer episodio de esta última entrega es el más flojo. Incluye una estúpida escena, en la que el padre se desliza por un barranco, y parece hacer tiempo para que no se note el vacío del guión. Pero a partir del segundo, la intención comienza a encaminarse y la búsqueda de la hija que huyó del hogar para hacer su vida y viajar por el mundo traslada a los Parker, desde el Tíbet hasta Paraguay, o incluso la lejana Rusia.
Es en este último país donde el ácido y corrosivo chiste referido a Vladimir Putin no tiene desperdicio. Como bien dicen, “hazte fama y échate a dormir”. Lo cierto es que entre las persecuciones de la mafia rusa y los negocios sucios del abuelo, el director, Brennan
Shroff, se permite saltos narrativos en los que –mediante flashbacks– incluye escenas de otras temporadas, o afila los gags con un tono de improvisación, a la que los actores aportan su probado oficio de manejar el timing no tan fácil de las sitcom.
El éxito de esta comedia radica en que no tiene pretensiones intelectuales. Se disfruta lo que se ve: el comportamiento de una familia, por demás disfuncional, de Siracusa.